En el pasado, una vez que los bebés terminaban la lactancia exclusiva, sobre los 6 meses, pasaban directamente a tomar alimentos triturados, como papillas o potitos. Esto, lógicamente, hacía necesario que fuese una persona adulta la que les alimentara y, en cierto modo, decidiese cuándo parar. Sin embargo, hoy en día está cada vez más en auge el Baby-Led Weaning (BLW), un método de alimentación complementaria en el que es el bebé el que sujeta los alimentos y marca el ritmo de las comidas.
El término fue acuñado en 2003 por la doctora Gill Rapley, aunque ya llevaba hablando de esta forma de alimentación desde 2001. Poco a poco, más madres y padres fueron probando esta forma de alimentación con sus hijos, pero también aparecieron detractores que señalaban algunos posibles perjuicios del Baby-Led Weaning.
Unos acusan a este método de aumentar la probabilidad de atragantamientos, otros lo consideran más pobre nutricionalmente hablando, e incluso hay quienes opinan que puede retardar el crecimiento de los bebés. Afortunadamente, con el tiempo se han realizado numerosos estudios científicos para ello y aunque las respuestas podrían ser aún más contundentes, hay información suficiente para considerar que, en general, el Baby-Led Weaning aporta muchos beneficios.
¿En qué consiste el Baby-Led Weaning?
Antes de hablar de los beneficios y perjuicios del Baby-Led Weaning, es importante tener claro en qué consiste.
Su traducción literal es “destete guiado por el bebé” y se trata precisamente de eso. La Organización Mundial de la Salud recomienda la lactancia exclusiva hasta los seis meses de edad. Llegados a ese punto, se puede valorar ir introduciendo otros alimentos, pero seguir con la lactancia a demanda hasta los dos años. Puede que el bebé deje de demandarla mucho antes, por supuesto. Pero durante ese tiempo sigue siendo beneficiosa, siempre que no sea exclusiva.
Y es que, a partir de los seis meses, los niños tienen ya unos requerimientos nutricionales para los que la leche, tanto materna como de fórmula, no es suficiente. Es aquí donde siempre han entrado en juego las comidas trituradas, pero el Baby-Led Weaning es muy diferente.
Este consiste en ir dando poco a poco a los bebés nuevos alimentos, teniendo en cuenta varios factores. El primero es que se les deben dar en trozos grandes, del tamaño de su puño, para que ellos mismos puedan manipularlos. Esto, generalmente, se hace durante las comidas familiares. Es decir, el bebé se sienta con el resto de la familia y va probando los alimentos que comen el resto de miembros, no se le hace una comida especial.
Los beneficios del Baby-Led Weaning
Todo esto puede tener muchos beneficios. Por un lado, el bebé practica sus habilidades motoras al interaccionar con los alimentos. No se limita solo a abrir la boca y esperar a que llegue la cuchara. Además, los sabores no están mezclados, como en las papillas y purés, por lo que puede aprender más fácil a identificarlos y formar sus propios gustos. También es beneficioso para los padres, que no tienen que organizar comidas por separado.
Hay muchísimos alimentos que se pueden introducir de este modo. El brócoli y la coliflor, por ejemplo, son muy útiles, ya que se pueden cortar en pequeños arbolitos que el bebé puede manipular con facilidad. Otras verduras, como el calabacín, la calabaza o la zanahoria se pueden cortar en bastoncitos, sencillos de sujetar y con un sabor muy agradable. Lo mismo para las patatas y el boniato. Con respecto a las frutas, algunas de las que más les gustan a los bebés son las fresas, el plátano y la sandía. También el aguacate es ideal, por su alta densidad calórica. Y no todo son vegetales. Las tiras de salmón o de pollo hervido pueden ser un gran comienzo, al igual que la tortilla, para que experimenten con el huevo.
¿Puede ser peligroso?
En 2018 se publicó una revisión en la que se analizaban varios estudios sobre Baby-Led Weaning, en busca de esos posibles perjuicios de los que hablan sus detractores.
Para empezar, se puso la vista en la posibilidad de que produzca más atragantamientos en los niños. Así, se vio que, en general, no suele haber diferencias en las tasas de atragantamientos en niños con destete tradicional y Baby-Led Weaning. En algunos estudios sí que se observó un ligero aumento en el porcentaje de atragantamientos entre los niños alimentados por BLW. No obstante, hay que considerar que los datos fueron reportados por sus propios padres y que estos a veces tienen dificultades para diferenciar un atragantamiento de las náuseas que puede provocar en el niño el desagrado por un alimento.
Ahora bien, en este aspecto, sí que se debe tener en cuenta que no hay un momento idóneo único para comenzar con el Baby-Led Weaning. Se recomienda a partir de los 6 meses. Sin embargo, puede que algunos bebés a esa edad no tengan aún el nivel de desarrollo adecuado para tomar alimentos sólidos. También se debe haber perdido ya el reflejo de extrusión. Este es un reflejo que tienen los bebés para evitar atragantamientos, que impide el paso de los alimentos hacia la faringe a través de la lengua. Para que se pueda realizar este tipo de alimentación deben haber perdido ya el reflejo. Pero también deben poder tragar adecuadamente y manipular bien los alimentos. Por eso, ante la duda, siempre lo mejor es preguntar a su pediatra si ya están listos.
¿Y qué pasa con los nutrientes?
Algunos detractores del Baby-Led Weaning señalan que supone una ingesta menor de hierro, entre otros nutrientes. Y también que, como consecuencia, los bebés pueden experimentar un déficit de energía y un retraso del crecimiento. Todo esto se analizó también en la revisión de 2018, donde se encontraron datos muy heterogéneos.
Sí que es cierto que hubo estudios en los que se vio que los niños alimentados por BLW tenían un peso más bajo que los alimentados con cuchara. No obstante, también se observó que las técnicas para medir el peso de los niños no fueron homogéneas y que en algunos de los estudios se animó a los padres que eligieron al método convencional a que incluyesen alimentos muy energéticos.
Por eso, sería necesario diseñar mejor los estudios para comprobar si realmente hay alguna influencia en este aspecto.
El papel de los padres
De cualquier modo, tanto los autores de esta investigación como otros expertos en el tema consideran que la calidad nutricional del Baby-Led Weaning depende más bien de la alimentación de los padres. Se ha visto que si los padres tienden a comer alimentos menos saludables, darán a los niños menos fruta y verdura, por ejemplo. Y más alimentos con azúcares refinados.
Por lo tanto, más que como una crítica esto se debe ver como una oportunidad incluso para mejorar la alimentación de los padres. Pueden comer mejor ellos para dar ejemplo a los niños y disponer de más alimentos saludables en casa. Como ocurre con la alimentación de los adultos, no hay que obsesionarse ni culparse si se comen una bolsa de gusanitos. Pero sí hay que saber cuáles serán los alimentos más ricos nutricionalmente e intentar priorizarlos en la medida de lo posible.
Con todo esto, el Baby-Led Weaning es un método de alimentación que parece beneficioso para los niños. E incluso los es para los padres, pues disfrutan de ver a sus hijos comiendo y reducen la ansiedad de ponerse todo el peso sobre sus espaldas, planificar comidas y demás. Todo es cuestión de probarlo y, como ya hemos visto, consultar siempre antes con un profesional.