No hace mucho, solía decirse que, si te masturbabas, sufrirías efectos terribles, como ceguera o crecimiento de vello en las manos. Estas eran recomendaciones para los hombres. Las mujeres respetables no hacían esas cosas. O no las contaban. Luego comenzó a aceptarse la masturbación masculina. Todo sea por la próstata. Así que se puso el dedo religioso acusador en las mujeres, cada vez más dispuestas a reconocer que también disfrutaban masturbándose . Y  llegaron los succionadores, como el Satisfyer. No necesitan una forma fálica para dar placer y proporcionan orgasmos casi instantáneos, así que la situación se desmadró. La masturbación femenina comenzó a normalizarse y estos juguetes sexuales se convirtieron en superventas. Fue así como llegó nuestro propio castigo. Ni ceguera ni pelos en las manos. A las mujeres nos toca el adormecimiento de vagina y la insensibilidad del clítoris. Ahora bien, ¿esto tiene sentido o es un cuento más?

Podríamos pensar que tiene cierto sentido. Al fin y al cabo, los vibradores, succionadores, y otros juguetes sexuales similares actúan sobre la vagina y el clítoris con tal potencia que los acostumbran a una actividad que no es natural. Esto ha llevado a pensar que quizás sí podría tener sentido que se adormezca o lesione la vagina o que el clítoris se vuelva tan insensible que ya no se pueda llegar al orgasmo de otra forma.

En un principio fueron tantas dudas que se han llegado incluso a llevar a cabo estudios. Y la conclusión, en general, es que, si no tememos al Hombre del Saco, tampoco deberíamos temer estos cuentos. 

No existe el síndrome de la vagina muerta causado por juguetes sexuales

El Satisfyer fue un juguete revolucionario en muchísimos sentidos, pero también provocó muchas quejas. Desde hombres heterosexuales que lamentaban que sus parejas ya no iban a querer tener sexo con ellos hasta personas de sectores conservadores que lo consideraban un vicio carente de moral. Posiblemente fuese por una mezcla de ambas poblaciones por las que surgió la idea del síndrome de la vagina muerta. 

Supuestamente, este consistía en la insensibilización de la vagina y el clítoris a causa del uso repetido de succionadores como el Satisfyer, y también de otros juguetes sexuales.

Como resultado, una mujer que se masturba de esta forma ya no podría llegar al orgasmo con una pareja humana, ya fuese mediante penetración o masturbación manual u oral. Con el fin de comprobar si esto era cierto, se publicó en The Journal of Sexual Medicine un estudio, descrito en 2019 en Healthline

En él, se estudiaron los efectos sobre la vagina de un grupo de usuarias frecuentes de vibradores y se concluyó que no había riesgo de adormecimiento. De hecho, mientras que no hubo efectos perniciosos con este tipo de masturbación, sí que se obtuvieron beneficios como más orgasmos, disminución del dolor, aumento de la lubricación e incluso una mayor predisposición a realizarse chequeos en el ginecólogo.

Unas pocas mujeres reconocieron sentir un leve adormecimiento, pero en todos los casos se fue por completo en un máximo de 24 horas. Los autores de este estudio refirieron que el adormecimiento no sería diferente al que aparece en otras partes del cuerpo con el ejercicio. Nada patológico ni de lo que haya que preocuparse. 

Entonces, ¿esta masturbación no cambia la sensibilidad?

juguetes sexuales
El uso de juguetes sexuales ha normalizado mucho la masturbación femenina, pero aún queda trabajo por delante. Crédito: Dainis Graveris (Unsplash)

El sexo, ya sea con otras personas o a través de la masturbación, genera placer a través de lo que se conoce como sistemas de recompensa. Este es un sistema de nuestro cerebro que se encarga de reforzar conductas concretas a través del placer. Es decir, cuando se realiza un estímulo concreto, como practicar sexo o comer chocolate, el sistema de recompensa desencadena, entre otras acciones, la liberación de dopamina, un neurotransmisor implicado en la sensación de placer.

El objetivo evolutivo del sistema de recompensa es que mantengamos ciertas conductas que inducen a la supervivencia. El sexo, por ejemplo, favorece la perpetuación de la especie, y el consumo de sustancias muy calóricas nos aporta energía. Así, si sentimos placer al hacerlo, querremos repetirlo más veces.

Desgraciadamente, algunas sustancias que no nos aportan beneficios, como la nicotina, el alcohol y otras drogas, también actúan sobre los sistemas de recompensa. Además, puede que estos se vuelvan cada vez más resistentes y sea necesario un mayor estímulo para obtener placer. Así es como empiezan las adicciones, pero ese es un asunto aparte.

Volviendo al tema del sexo, este es placentero desde que empieza hasta que acaba. No solo es placentero el orgasmo. De hecho, este no debe considerarse el objetivo definitivo de una práctica sexual. Ahora bien, sí que es cierto que este se concibe como la expresión máxima del placer. Cuando todo explota. Y no deja de ser una respuesta a un estímulo.

Por eso, según ha explicado a Hipertextual la psicóloga, sexóloga y educadora sexual Laura Marcilla, sí que se puede producir cierta habituación. 

“El problema es pensar que el cuerpo se adapta mágicamente al Satisfyer, pero no a otras cosas. Lo que pasa es que el cuerpo se acostumbra a una forma de llegar al orgasmo. Por ejemplo, si una pareja siempre alcanza el orgasmo en una postura, es verdad que el día que lo hagan en otra postura, como las sensaciones son diferentes, aunque disfruten, a lo mejor no alcanzan el orgasmo con la misma velocidad. Al final, es un fenómeno de habituación, los mismos estímulos dan las mismas respuestas y cuando cambia el estímulo, cambia la respuesta”. 

Laura Marcilla, sexóloga

También pasa sin juguetes sexuales

Esto puede pasar también si nos masturbamos sin juguetes sexuales. “A lo mejor al pasar de masturbación, aunque sea con la mano, si quiero pasar al sexo oral, puede ser más difícil llegar”.  Y en este caso no sería solo por la habituación. También por otros factores que no entran en juego en la masturbación. “La masturbación, con Satisfyer o sin él, no tiene por medio la comunicación, y a veces hay interferencias”, explica la sexóloga. “Puede que la otra persona no interprete bien lo que necesitas o que, por miedo a que no se lo tome bien, no se lo digas”. Todo eso dificulta llegar al orgasmo. 

Además, no podemos dejar de tener en cuenta lo que estemos buscando en cada momento.  “Si te lo estás pasando bien, aunque tardes más en llegar al orgasmo, a lo mejor a la larga la situación es más placentera que cuando nos masturbamos deprisa para relajar el estrés, fantasear o dormir mejor”, señala Marcilla. “Es que ni siquiera el objetivo tiene que ser el mismo”.

Para terminar, hay otro dato muy importante que debemos tener en cuenta. La habituación no entiende de genitales, así que también puede darse en personas con pene.

En resumen, sí puede que nos acostumbremos a juguetes sexuales, como vibradores y succionadores, y tengamos más difícil llegar al orgasmo en otras situaciones. Pero, para empezar, no es porque le ocurra nada a nuestro clítoris. Los cambios se producen en el cerebro, y no son dignos de preocupación. Por otro lado, no ocurre solo con el Satisfyer o cualquier otro juguete. Puede pasar incluso al cambiar de postura. Y, finalmente, esta habituación no quiere decir que no vayamos a tener un orgasmo en pareja nunca más. Simplemente puede que cueste un poco más al principio, pero la habituación puede modificarse hacia otra dirección. 

El Satisfyer no es mágico

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No todo el mundo disfruta con el Satisfyer, pero las personas a las que les gusta pueden usarlo sin problema. Crédito: Dainis Graveris (Unsplash)

En conversación con Hipertextual, Marcilla explica que con este tipo de afirmaciones se pone el foco fuera de donde le corresponde. Y es que, para ella, sí que hay cuestiones criticables en estos juguetes sexuales, pero no son esas.  “Se puede criticar que te lo vendan como el juguete ideal para todo el mundo, metiendo a todas las personas con clítoris en la misma cesta”, relata. “También venderlo como una revolución sexual, cuando ha tenido mucha repercusión, pero no es una revolución tan grande”. Incluso el hecho de que se centre solo en el clítoris y deje a un lado otras zonas de la vagina, lo convierte en un juguete que puede no gustar a todo el mundo.

Pero hay a quien le encanta. Y si tú eres una de esas personas, si no se ha convertido en obsesión ni has llegado a límites dolorosos, mastúrbate sin problema. Si alguien te critica por hacerlo demasiado o por estar en riesgo de perder la sensibilidad de tu vagina, primero piensa: ¿Qué es demasiado? Y, después, recuerda que, posiblemente, a esa personas también le viniese bien hacerlo para relajar su frustración. Al menos tú haces lo que te viene en gana. 

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