Ha llegado el día. El gobierno japonés ya está preparado para liberar al océano Pacífico el agua de Fukushima. Han pasado 12 años desde que un terremoto de magnitud 9 hizo estallar la Central Nuclear de esta ciudad nipona, liberando buena parte de su combustible radiactivo. Rápidamente, se iniciaron maniobras de refrigeración de los tanques, en los que se liberaron toneladas de agua radiactiva, que se ha ido guardando hasta ahora.
Durante este tiempo, esa agua radiactiva se ha estado descontaminando, para liberar por fin los tanques como parte del plan de desmantelamiento de la central de Fukushima. Este jueves, 24 de agosto, es el día elegido por el gobierno de Japón para llevar a cabo esta misión. Tanto ellos, como el Organismo Internacional de Energía Atómica, las Naciones Unidas y varios científicos independientes han insistido en que no hay nada que temer. Pero sigue habiendo muchos sectores de la población reacios, desde grupos ecologistas, como Greenpeace, hasta el gobierno chino, que ya ha tomado medidas para prohibir la importación de pescado y marisco desde ciudades como Tokio y la propia Fukushima.
Otros países, como Corea del Sur, no han realizado prohibiciones explícitas, pero sí han manifestado su preocupación. Es una preocupación lógica, pero los científicos insisten en que también es innecesaria. ¿Cómo pueden estar tan seguros? Esto es lo que sabemos de momento.
¿Qué ocurrió en Fukushima?
El 11 de marzo de 2011, un terremoto de magnitud 9 sacudió varias ciudades japonesas, dejando 18.000 muertos a su paso. El temblor llegó también hasta la Central Nuclear de Fukushima, donde inicialmente saltaron todos los mecanismos de seguridad adecuadamente.
Las instalaciones cuentan con sensores que, una vez detectado un terremoto que podría ponerlas en peligro, apagan todas las reacciones de fisión nuclear. Es decir, dejan de producirse las reacciones con las que se produce energía a través de la división del núcleo de átomos radiactivos. Esto evita que ocurra algo como lo sucedido en Chernobyl en 1986.
Esas reacciones de fisión nuclear no solo aportan energía para las compañías eléctricas. También sirven de autoabastecimiento. Es decir, se recircula la electricidad para el buen funcionamiento de la propia Central Nuclear. Por eso, cuentan con generadores diésel de emergencia, que ayudan a que se mantenga activo el sistema de refrigeración que evita un sobrecalentamiento del material radiactivo.
El problema en este caso es que, como consecuencia del terremoto, se produjo un gran tsunami, con olas de 14 metros, que destruyeron los generadores. Eso produjo tal calentamiento del material radiactivo que, junto a la energía acumulada, provocó una fusión nuclear. Algo así como una pequeña bomba de hidrógeno.
Hubo una explosión y una liberación de material radiactivo muy peligrosa, por lo que rápidamente se pusieron en marcha medidas de enfriamiento de los tanques y confinamiento del combustible. En total, se han guardado y tratado 1,3 millones de aguas residuales contaminadas. Y ahora ha llegado el momento de liberarlas.
¿Qué se ha hecho con el agua radiactiva?
El agua radiactiva de Fukushima contenía sustancias como el tritio, el carbono-14, el estroncio-90 y el yodo-129. Durante todo este tiempo, se ha trabajado con técnicas de filtración muy efectivas, que han eliminado la mayoría de estos isótopos radiactivos. No obstante, el tritio, un isótopo del hidrógeno, es muy difícil de eliminar por completo.
Aun así, hay dos motivos por los que todas las autoridades mencionadas mantienen el llamamiento a la calma. Por un lado, el tritio no atraviesa la piel humana, por lo que no supondría un problema. Y, por otro, aunque no se ha eliminado por completo, el agua radiactiva se ha diluido tanto que su concentración está muy por debajo de lo que se considera peligroso.
En cuanto a la fauna marina, estos científicos también insisten en que no hay problema. De hecho, el gobierno de Fukushima ha intentado concienciar durante todo este tiempo, con vídeos en streaming de los peces que viven en las aguas contaminadas.
Pero el miedo es lógico. Por eso, también han asegurado que, durante la liberación del agua de Fukushima, se realizará un seguimiento de los niveles de radiactividad en el océano y, en caso de que estos sean peligrosos para los humanos o los ecosistemas marinos, se detendrá el proceso por completo.
Pronto tendremos noticias, seguro. Mientras tanto, habrá que esperar e intentar confiar en las resolución de las autoridades de la energía atómica que han hecho el seguimiento durante todos estos años.