El fentanilo está provocando una gran epidemia de adicciones en Estados Unidos. Muchos la conocen ya como la droga zombie, por el estado en el que quedan las personas adictas a ella. Sin embargo, no es la primera vez que una droga se conoce de este modo.

En ciencia ficción, los zombies suelen ser personas infectadas, generalmente por un virus, aunque también pueden ser otros agentes patógenos, como los hongos de The Last of Us. Sin embargo, si bien es cierto que hay muchos microorganismos capaces de manejar nuestro cerebro a su voluntad, esta es también la habilidad de muchas drogas más allá del fentanilo. Desde las famosas sales de baño, que poco tienen que ver con las que se añaden al agua de la bañera para tener un momento relajante, hasta sustancias de consumo animal, como algún sedante para caballos.

Todas tienen esa capacidad de dejar a quien las toma en un estado de semiinconsciencia, sin poder comportarse bajo su propia voluntad. O, en realidad, lo que hacen es arrancarles la piel a tiras, como si de zombies se tratase. Es algo terrible, que ya está aquí. Los patógenos capaces de convertirnos en zombies no han provocado grandes epidemias, pero algunas drogas ya han comenzado a hacerlo. Por eso, como mínimo, debemos conocerlas. Para saber la importancia de evitarlas.

Sales de baño, la droga de los zombies violentos

El fentanilo, por lo general, no provoca agresividad, aunque sí pueden darse episodios durante el periodo de abstinencia. En cambio, otras drogas, conocidas también como formadoras de zombies, sí que fomentan la violencia entre sus consumidores. Es el caso de las sales de baño.

Se las conoce de este modo porque a menudo se comercializan con un formato similar al de las sales de baño, para que pasen desapercibidas. Sin embargo, su composición no tiene nada que ver. En realidad, se trata de catinonas sintéticas, un estimulante fabricado en el laboratorio con el fin de emular principios activos extraídos del khat, un arbusto cultivado en África oriental y el sur de Arabia.

Aunque se sintetizaron por primera vez en 1920, e incluso algunas se han estudiado con fines médicos, su consumo recreativo alcanzó un gran auge en 2009 y 2010, tanto en Europa como en Estados Unidos. En este último país, especialmente, se dieron numerosos casos de agresiones asociadas al consumo de esta droga zombie. Ese es uno de los síntomas, junto a la cefalea, las náuseas, las alucinaciones o los ataques de pánico. Esto, en algunos casos, ha llevado a los consumidores incluso al suicidio. También se han dado casos de ataques cardíacos, insuficiencia renal, o roturas musculares.

Precisamente por la inclinación a la violencia de estas personas, hubo una época en la que se relacionaron con algunos ataques caníbales, pero finalmente no se pudo demostrar que las sales de baño estuviesen implicadas.

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No todos los opioides tienen la misma capacidad de 'crear' zombies. Colin Davis (Unspash)

Un opioide muy diferente al fentanilo

Otro caso estremecedor de droga zombie es el de la desomorfina. En su caso, no se la conoce como droga zombie por volver a sus consumidores violentos y carentes de autocontrol, sino más bien porque se los come desde dentro. La propia droga es el zombie.

De hecho, este opioide, comercializado por Roche como analgésico, se conoce popularmente como krokodil (cocodrilo en ruso), por la apariencia escamosa de la piel alrededor de la zona de inyección. Su administración con fines médicas es segura. El problema viene de su comercio callejero. Dado que no se puede adquirir en las farmacias para fines recreativos, se sintetiza clandestinamente a través de medicamentos sin receta, como la codeína para la tos y el yodo. Así, se obtiene una droga con muchas impurezas, causante de múltiples efectos secundarios, entre los que destacan la gangrena, los abscesos y la exposición a infecciones potencialmente mortales.

Xilazina, la droga que corta el fentanilo y lo hace aún más zombie

La xilazina es un fármaco sedante, analgésico y relajante muscular utilizado en veterinaria, sobre todo para tratar a caballos. También puede usarse con otros animales, como los gatos, para provocarles el vómito cuando sea necesario.

No está indicada para humanos en ningún caso. Sin embargo, muchos traficantes la usan para cortar otras drogas. Coloquialmente se le conoce como tranq y su nombre va variando según la droga con la que se mezcle. Una de ellas es el fentanilo y en esos casos se le conoce como droga zombie ya que, unido a los efectos típicos de este opioide, que deja a las personas prácticamente inconscientes e incapaces de controlarse, también causa llagas en el sitio de la infección. Por lo tanto, sería una combinación de lo que ocurre con la desomorfina. La xilacina causa zombies por dentro y por fuera.

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