Es complicado hablar sobre figuras divinas o sagradas sin recurrir a la religión. El elegido, la última serie de Netflix, lo intenta. Y el experimento da buenos resultados en la medida en que se aleja de cualquier postura moral en beneficio de narrar un hecho singular. Un chico que, entre los cambios de la pubertad, descubre que puede obrar milagros.

Basada en el cómic American Jesus, de Mark Millar y Peter Gross, la historia guarda ciertas similitudes con la saga de terror La profecía. Sin embargo, en esta ocasión, la figura infantil con capacidades extraordinarias no es el hijo del diablo, sino la —posible— encarnación de Jesucristo.

Al menos, es lo que sugiere la trama de El elegido, que, a partir de su primer episodio, da pistas de la naturaleza ambigua de su personaje principal. Desde un pequeño milagro que lleva a cabo siendo un bebé hasta la creación de una tormenta eléctrica de proporciones bíblicas. Todo está pensado para insinuar que el pequeño Jodie (Bobby Luhnow) tiene una naturaleza inexplicable.

El elegido

La última serie de Netflix cuenta la historia de un niño destinado a un futuro glorioso. Jodie (Bobby Luhnow) tiene el poder de obrar milagros muy parecidos a los de Jesucristo, aunque no se aclara la naturaleza de sus capacidades. Los primeros capítulos, erráticos y confusos, tratan de jugar con la idea de la predestinación. Pero solo logran encaminar una posible resolución de sus misterios. Con referencias obvias a sagas de terror y fantásticas, pero sin habilidad para unirlas, la revelación final parece apresurada y hasta absurda. Un problema de coherencia que la serie arrastra de principio a fin.

Puntuación: 3 de 5.

Un argumento predecible

El guion no toma demasiados riesgos y eso acaba por convertirse en el principal lastre de la serie. Todos los giros son predecibles y demasiado similares a relatos como It (Eso) y Stranger Things, también de Netflix. Lo cual resulta un obstáculo para un argumento que necesita mostrar su dirección con rapidez.

Al contrario, a la historia le lleva más de dos capítulos —concretamente seis— plantear su conflicto. La necesidad de Jodie de entender quién es y de dónde proviene todo lo que le hace distinto. El elegido avanza con tanta lentitud que, aunque su apartado visual —con colores sobresaturados y un formato 4:3 muy poco usual— resulta interesante, cuesta seguir el hilo de la trama.

El elegido cambia de escenario

En el relato original, la trama tiene lugar en Norteamérica. Pero, en esta ocasión, el escenario se traslada a México, lo que le brinda un aire silencioso y ultraterreno a varias de las escenas principales. En el primer capítulo de El elegido, el cambio geográfico se explica sin mayores detalles. Sarah (Dianna Agron), madre de Jodie, escapa de un país a otro tras lo que parece ser la primera manifestación de poder de su hijo. Una tormenta eléctrica les acompaña mientras el bebé llora a gritos. Lo que no impide que sea capaz de manipular la mente de un policía para permitir que la mujer escape un destino desconocido.

Jodie (Bobby Luhnow) protagoniza El elegido, de Netflix

Sin embargo, lo que parece un prólogo rápido, se adelanta una década y pierde su agilidad. Jodie, ahora un niño en el límite de la adolescencia, intenta comprender qué hay de malo —o bueno— en él. Con sueños en los que se mezclan visiones, imágenes terroríficas y otras casi mitológicas, el chico pronto comprende que debe comprender su origen. Lo que le lleva a pedir ayuda a su grupo de amigos y a esforzarse por profundizar en el misterio de su nacimiento.

Un brusco cambio de ritmo

Pero habrá que esperar al capítulo tres para que Jodie muestre sus poderes. Un fallo de coherencia que hace inevitable preguntarse cómo han pasado desapercibidos durante diez años. El casi adolescente comprende que el fenómeno que sufre está emparentado con una fuerza ajena a sí mismo. Sin embargo, mientras en el cómic la cuestión del poder se analiza con cuidado, y alcanza una terrorífica conclusión, en la serie se convierte una sucesión de hechos absurdos.

Además, su resolución llega de manera apresurada y forzada. Los indicios de la verdadera naturaleza de Jodie comienzan a aparecer tan pronto como El elegido se acerca a su conclusión. Pero la diferencia entre el ritmo pausado y onírico de la primera parte y el ritmo frenético de sus últimos episodios resulta obvia.

Dificultades que no logran superarse

Adaptar las obras de Mark Millar implica con frecuencia condensar los numerosos personajes y escenarios que propone en un único hilo conductor más o menos comprensible. Algo que no siempre es fácil o directamente posible. Este fue el inconveniente con el que se topó la serie El legado de Júpiter, también del autor, y que provocó su fracaso. El elegido apenas lo logra y tiene serias dificultades para unir todos los datos de la identidad de Jodie que mostró sin profundizar en ninguno de ellos.

Protagonistas de la primera temporada de El elegido
Bobby Luhnow, Lilith Amelie Siordia, Alberto Pérez Jácome y Juan Fernando González en El Elegido. Carla Danieli/Netflix © 2023.

Para su cierre, El elegido deja claro que la historia solo es el preámbulo de una más grande. Pero lo hace con tanta torpeza que minimiza lo contado hasta restarle toda su importancia. Los milagros y señales no llevan a ninguna parte. Al menos, esa es la conclusión de su última escena.

De hecho, la sensación final es que la producción no sabe muy bien a dónde dirigirse o cómo concluir. Con indicios poco claros, la revelación sobre la identidad de Jodie resulta forzada. Especialmente al intentar abrir paso a una consecuencia que implicará a toda la raza humana. Después de seis capítulos austeros, centrados en un solo personaje y sus allegados más próximos, la contradicción es más que evidente.

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