¿Qué hace de la película Oppenheimer una de las mejores del extenso trabajo de Christopher Nolan? Además de su relato cuidadoso de una circunstancia controvertida, su demostración ejemplar del uso de los recursos cinematográficos para narrar historias. Por un lado, se concentra en la compleja personalidad de Oppenheimer (Cillian Murphy), el científico creador que se volvería un hito tenebroso. Por otro, expone lo que implicó cada paso del proyecto Manhattan y la prueba Trinity, que demostraron el poder destructivo de la energía atómica.
Entre ambos escenarios, la película mezcla varios géneros distintos. En el primer caso, la biografía detallada de una figura que todavía en la actualidad despierta todo tipo de polémicas. En el segundo, el clima político, social y cultural de un EE. UU. al borde de la guerra y en medio de presiones ideológicas. Pero el cineasta, además, analiza la creación de la bomba desde una perspectiva que utiliza los códigos del terror para crear tensión.
Como si se tratara de una criatura malvada, el artefacto nuclear es un monstruo metálico que simboliza una amenaza mayor. Su construcción pasa por diferentes etapas y hace cada vez más sombrío el argumento de Oppenheimer. Además, Christopher Nolan añade todo tipo de escenas que aluden a una tragedia más violenta a punto de acaecer. Una secuencia muestra incluso el sueño catastrófico donde se ve el terrible poderío del invento.
Todo lo anterior se mezcla en una puesta de escena cuidadosa y un argumento que usa sus extensas conversaciones para brindar contexto. Oppenheimer es, quizás, una de las películas más hábiles al profundizar en un drama histórico con tintes emocionales. Pero, ¿qué decisiones de su director la convierten un evento cinematográfico mayor? Te contamos algunas de ellas.
Dos puntos de vista
El guion de Oppenheimer, también escrito por Christopher Nolan, pone especial interés en relatar todo lo relativo al estallido de la primera bomba nuclear desde sus detalles. Lo que implica que el cineasta haya decidido que la estética de la película responda a una doble visión de los acontecimientos.
Por un lado, todas las escenas en blanco y negro son estrictamente históricas, están relacionadas con los eventos comprobados de lo ocurrido. También son una forma de comprender la época y la década que provocó, e incluso hizo inevitables, algunas de las decisiones más controvertidas que plasma el guion.
Al otro lado, las escenas en color narran el relato desde el punto de vista de Oppenheimer. Lo que brinda una visión privilegiada —y por completo sesgada— acerca del reclutamiento de científicos y las motivaciones para crear una bomba semejante.
El terrible evento de Oppenheimer
Aunque la trama encamina todos sus esfuerzos narrativos hacia el estallido atómico, también se esmera en recorrer su contexto. Lo que implica relatar el momento político y la gravedad de la amenaza nazi. No obstante, uno de los elementos más interesantes de Oppenheimer es que transforma el proyecto Manhattan —y todo lo relacionado con la idea— en un evento catastrófico.
Poco a poco, y a medida que el científico protagonista lleva adelante la iniciativa, la película muestra a la creación atómica como un riesgo. Después, como un peligro latente que enfatiza mediante la sensación de que se trata de un mal menor en contraste con otro mayor y más violento.
Oppenheimer muestra, a partir de su segunda mitad, una lóbrega percepción sobre los errores históricos. La prueba Trinity, que finaliza los debates sobre la moralidad, la ética y el alcance del poder en el guion, se retrata como un elemento trascendental con tintes apocalípticos. De hecho, Christopher Nolan incluye un breve cameo de su hija para mostrar los devastadores efectos del arma. Lo que se convierte, sin duda, en una de las secuencias más perturbadoras del largometraje.
Un asombroso hito cinematográfico
Por supuesto, el estallido de la bomba atómica es una imagen que resulta fundamental para analizar el valor cinematográfico de Oppenheimer. Tal y como lo había anunciado, Christopher Nolan creó un evento inmersivo que combina sonido, edición y efectos prácticos para mostrar la potencia del artefacto. Pero también lo convierte en una experiencia terrorífica que no disimula que la película es, en forma y fondo, un duro manifiesto antibelicista.
Lo que queda claro cuando el poder atómico muestra una devastación inaudita, impensable y que, incluso, sorprende al personaje de Oppenheimer. La película evita, por todos los medios, la glorificación de un arma destinada a detener la guerra, pero también a cambiar el curso de la historia humana. Un acontecimiento al que se hace referencia en los momentos más críticos —y lúgubres— del argumento.
Voces que cuentan una dura historia
Uno de los puntos más interesantes de Oppenheimer son sus conversaciones. La película utiliza la forma en que sus personajes debaten sobre la paz, la necesidad de la defensa y la dignidad humana para desarrollar sus puntos más fuertes.
Christopher Nolan, que no plantea directamente dilemas políticos o culturales en el guion, explora con minuciosidad en los de sus protagonistas. Lo que brinda la oportunidad a Oppenheimer de recorrer todos los intereses en juego en mitad de una situación cada vez más dura.
El largometraje equilibra sus tres horas de duración reflexionando acerca de los motivos para conservar la paz. No obstante, a la vez, profundiza en la guerra y el derecho a la defensa bélica con cierta frialdad distante. Gradualmente, la película se convierte en una pregunta sobre los medios —y el coste— de evitar los horrores.
Oppenheimer es un hombre en conflicto
Aunque Oppenheimer lleva el nombre del científico, no es una biografía propiamente dicha. A pesar de mostrar aspectos de la vida de la controvertida figura, tiene un interés directo en la forma en que el científico se enfrentó a sus limitaciones y virtudes. Todo ello en un escenario que le pone en medio de una situación comprometida y peligrosa. A través de Oppenheimer, el guion indaga en los motivos de un país para decidir crear un arma capaz de devastar el mundo.
La reflexión, que se vuelve más tenebrosa y pesimista a medida que avanza la trama, emplea la conciencia del protagonista como un escenario en transformación. El científico, que comienza por dejar claro que la bomba debe construirse, termina por simbolizar el miedo colectivo a sus consecuencias. Lo que brinda a la película varios de sus momentos más angustiosos y humanos.