Cuando el Proyecto Manhattan se instaló en Los Álamos con la intención de desarrollar la bomba atómica, lo despoblado de la zona fue clave en la elección de ese lugar, ubicado en Nuevo México. De acuerdo con lo que se cuenta en Oppenheimer, la película dirigida por Christopher Nolan, lo anterior era tanto una decisión de seguridad de Estado como de resguardo de la población. Ya se intuía que los científicos y militares involucrados en el plan verían una gran explosión. 

Ese estallido se registró en un lugar ubicado a 336 kilómetros al sur de la ciudad de Los Álamos. Fue en una zona llamada Jornada del Muerto. Para ese momento se pensaba que esta área también estaba despoblada. Era el escenario ideal para probar el primer prototipo de la bomba atómica. Un sitio libre de riesgos para la seguridad nacional y la población, aparentemente...

Pero esto último no es preciso. De acuerdo con un reporte de BBC Mundo, la historia es otra. Se estima que, a 20 kilómetros del lugar donde se produjo la explosión, había algunas personas, junto con su ganado. Además, a 80 kilómetros de la prueba estaban instaladas distintas poblaciones. Ninguno de los afectados recibió algún tipo de alerta sobre el ensayo armamentístico que iba a ocurrir. 

En relación con lo anterior, Tina Córdova, líder comunitaria de la región, dijo a la cadena PBS: “Me han contado cómo estaban dormidos y fueron tirados de la cama por la explosión. Y que vieron una luz como nunca habían visto antes, porque la prueba, de hecho, produjo más luz y más calor que el Sol. (...) La gente pensó que era el fin del mundo”.

Según CNN, muchos años después del Ensayo Trinity, como se definió y se reflejó en Oppenheimer, aún hay afectados que reclaman por ser reconocidos. Dentro de estos se encuentran tribus nativas e hispanos. Estas personas han sufrido los efectos colaterales de aquella prueba. 

Oppenheimer y las consecuencias de la primera prueba de la bomba atómica

Bomba nuclear nube en forma de seta / Oppenheimer

Como se puede ver en Oppenheimer, esa explosión fue la más importante de la historia de la humanidad para ese momento. El prototipo se puso en una plataforma de 30 metros de altura y se detonó el 16 de julio de 1945 a las 5:30 de la mañana. El estallido fue proporcional al que podría generarse juntando 18.600 toneladas de TNT

Para ese entonces, la principal preocupación de los científicos y militares vinculados con el Proyecto Manhattan era que esa explosión no generara otras en cadena, derivando en la destrucción del mundo. Las consecuencias de la radiación se estudiaron antes, ya que fue descubierta en 1896. Pero no fue sino hasta ese año, 1945, cuando la humanidad empezó a considerar sus efectos de forma masiva y en grandes espacios territoriales.

La prueba del prototipo de la bomba atómica causó una nube estimada entre los 15.000 y 21.000 metros de altura. Un estudio reciente, elaborado por la Universidad Cornell, indicó que se registraron partículas y emisiones relacionadas con esta explosión a miles de kilómetros de distancia, alcanzado a 46 estados de Estados Unidos, a una parte del sur de Canadá y el norte de México. 

En el contexto de la Segunda Guerra Mundial, como se describe en Oppenheimer, Estados Unidos atribuyó el estallido a pirotecnia y explosivos de alta potencia. Con el paso del tiempo, la población que estaba cerca de Jornada del Muerto y las de los demás estados afectados empezaron a sufrir problemas de salud asociados con este evento debido a la lluvia radioactiva. Así se nombra a la caída de los gases y partículas que subieron a la atmósfera. Estas descienden a la superficie terrestre durante años. 

De esa manera, en el caso de Los Alamos, Jornada del Muerto y tantos sitios más, contaminó el agua y afectó a los animales. Debido a esto, la salud de los individuos próximos a esas áreas se vio afectada de manera silenciosa, propiciando la perdida de embarazos, deformaciones en fetos y cáncer.

En 1945, no había agua potable en la región. Las personas aprovechaban las precipitaciones o los depósitos en el subsuelo para acceder a ella y acumularla. Por otro lado, parte de su dieta dependía de los animales de crianza. Líquido y especies se vieron afectadas por la lluvia radiactiva durante años. Mientras tanto, los habitantes empezaron a desarrollar una vida en apariencia normal. Sin embargo, el mal ya estaba hecho.

Tina Córdova aún sufre las consecuencias de aquello. Así lo explicó en el reportaje de BBC Mundo: “En realidad estuvimos expuestos al máximo a la radiación como resultado de la prueba y al hecho de que vivíamos una vida muy orgánica, dependientes completamente de la tierra para nuestro bienestar. Diez años después hubo gente que empezó a morir de cáncer. Gente que nunca había escuchado la palabra cáncer en sus comunidades. Soy la cuarta generación de la familia en sufrir cáncer”.