Si algo caracterizó a la primera temporada de Fundación, disponible en Apple TV+, fue la forma en que narró una de las historias más ambiciosas de Isaac Asimov. Con el emperador Cleon (Lee Page) como referencia, el guion de David S. Goyer, puntualizó el paso del tiempo y el poder en un relato de proporciones gigantescas.
Por un lado, al describir el pernicioso control sobre el universo habitado de una dinastía creada a partir de clones de un líder carismático. Estos últimos, a punto de una ruptura inevitable en su larga historia de dominación.
Al otro, el surgimiento de las predicciones de la psicohistoria, de la mano de Hari Seldon (Jared Harris). Entre ambos escenarios, una profecía que se abrió paso a través de eventos sucesivos: la de la caída del imperio. Por último, una guerra imparable que cambiaría la configuración del cosmos habitado para siempre. En particular, una vez que la noción acerca de la próxima Edad Oscura, dejó de ser una profecía, para convertirse en una certeza.
La nueva temporada, explora en los tres escenarios y logra construir un recorrido detallado alrededor de los eventos que marcan la caída de una civilización en crisis. Cien años han transcurrido desde que un Cleon descubrió que su pureza biológica había sido corrompida. También, que una nueva versión de Hari Sheldon, apareció en el planeta Terminus para construir los primeros cimientos reales de la Fundación.
Fundación (T2)
La segunda temporada de ‘Fundación’, es mucho más osada, ambiciosa y llena de detalles que su anterior entrega. El cambio beneficia a los múltiples escenarios que recorrerá los episodios, que incluye la Segunda Gran Crisis, la instauración de la psicohistoria con rasgos religiosos y la venidera guerra contra el imperio galáctico. Todo, mientras el guion explora en la existencia, el misterio de la vida y al final, la fuente de todo conocimiento.
Ahora, las dos fuerzas, transformadas en antagonistas radicales y violentas, están a punto de enfrentarse. También, de empujar a todos los habitantes, bajo el puño autoritario del imperio, a tomar partido. Ya sea para morir en una guerra santa o defender una figura mesiánica cada vez más cerca de la locura.
Los anuncios de la psicohistoria
En el argumento de Fundación, las décadas profundizaron en las grietas de un sistema de control en decadencia. La línea que mantenía unidos a los Cleon está contaminada. Por lo que el más reciente emperador, se encuentra asediado por traiciones y la presión, de mantener en pie los escombros de lo que fue un frente unido por milenios. Cada espacio del imperio en Trántor, sufre de la presión de ataques y un tipo de brutalidad, que demuestra que la oposición a un régimen dictatorial genético, es total. De la misma forma que en la entrega anterior, el guion decide mostrar la ruptura del orden establecido por medio de su cabeza visible.
Los que son, posiblemente, los últimos Cleon, se encuentran aislados en el poder y con la sola compañía de Demerzel (Laura Birn). Asimismo, deben enfrentar la posibilidad de morir. Además, que con ellos, acabe el reinado de su dinastía. Con todo el trastorno total que eso pueda conllevar. La serie dedica su primer capítulo, a explorar la circunstancia de un gobierno en implosión. Mucho más, a medida que deja claro que el colapso anunciado por la psicohistoria, está sucediendo. No solo en el orden exacto en que lo pronosticó. A la vez, con mayor repercusión y rapidez de lo que Seldon supuso en su primer análisis. El motivo es claro y el argumento lo analiza con habilidad. A medida que el cosmos conocido se cuestiona sobre los límites que impuso la línea de gobernantes creados a base de la clonación, la rebelión es forzosa.
El poder que muere
Lo es, también, cuestionar cada sentido del orden impuesto. Fundación, de nuevo, intenta abarcar los más de dieciséis libros originales de la saga. Por lo que dedica su segunda temporada, a narrar la degradación de lo que se daba por absoluto. Desde Cleon (convertido en víctima, rehén y enemigo), hasta la figura cada vez más idealizada de Hari Seldon. El inicio de la narración, dedica casi diez minutos a establecer que el científico, comenzó su lenta transición a convertirse en una figura religiosa. Tan poderosa y con tanta capacidad de arraigo, como para que el hombre que fue, quede olvidado.
La producción deja claro que la Segunda Crisis es tan cercana para ser un hecho a tener en cuenta. También, juega con la forma en que la noción sobre la autoridad, transita terrenos peligrosos. Desacralizado y perseguido por oponentes, Cleon debe intentar mantener la firmeza del orden establecido. En específico, para enfrentar una ruptura con el Alcance Exterior, que terminaría por desplomar la soberanía de Trántor. Más allá, la guerra se convierte en el único suceso capaz de sacudir un precario equilibrio. De subvertir el sentido de lo que brinda estabilidad a los mecanismos de control que han sobrevivido milenio tras milenio.
Una religión que se funda en la certeza
El guion utiliza con habilidad la concepción de la profecía autocumplida para sustentar la base del temor de Cleon y el odio que despierta en sus súbditos. La psicohistoria detalló cómo y cuando caería el poder que gobernaba el cosmos. La oposición a la probabilidad de esa circunstancia, permitió prosperar al descontento. Si en su primera entrega Fundación, insinuó que los descubrimientos probabilísticos de Hari Seldon serían enemigos a vencer, sus más recientes episodios lo confirman. Convertidos en un nuevo pacto social para los que deploran el sistema dictatorial único, su relevancia llega a un nivel inédito. Pero también, a uno oscuro: la psicohistoria se aleja de la ciencia para convertirse en un credo religioso.
Uno de los puntos más interesantes de la más reciente temporada de Fundación, es su descripción visual y narrativa sobre el nacimiento de una religión. A cientos de años del primer grupo de psicohistoriadores, la posibilidad de acertar en eventos futuros ya no se considera obra del análisis, sino una bendición. Lo que convierte cualquier suceso alrededor de Terminus, en tipo de conocimiento inaccesible para los no iniciados. La transformación de la idea sobre la predicción se acerca, ahora, a lo profético. Lo que provoca que todo el universo habitado se debata en una sola probabilidad ¿Se avecina una guerra santa?
Una nueva mirada a una galaxia en caos
Gaal (Lou Llobell) y Salvor (Leah Harvey) son las únicas testigos de excepción acerca de las verdaderas intenciones de Hari. Por lo que su labor, es tratar de desmontar la concepción de la psicohistoria como conocimiento divino. Algo que les llevará a la búsqueda de la excepción que brinde el sentido del error a las predicciones. Con el espectro holográfico de Hari a la manera de un aliado imprevisible, ambas tendrán la responsabilidad de detener una guerra. En todo caso, de disminuir su impacto y asegurar que la posibilidad que la Edad Oscura sea menos destructiva. Los nuevos episodios de Fundación, son una búsqueda de sentido a la verdad y a la percepción de la realidad. Pero mucho más que eso, una exploración atinada y bien construida acerca de la historia como única fuente de conocimiento.
Por supuesto, la serie sigue asombrando en su apartado visual. Desde la palaciega y cada vez más decadente Trántor hasta los planetas desconocidos en los que habitan los enemigos del imperio. La producción es, quizás, la mejor del género de ciencia ficción de la actualidad. Su apartado digital, casi cinematográfico, la convierte en un recorrido cuidadoso a través un mundo que se crea con esmero.
También, la más consciente de su alcance como narración. La visión de Isaac Asimov va más allá de una guerra poder. Abarca desde la forma de comprender la vida y la muerte, los estratos de la ciencia y la fe. Puntos esenciales que la nueva temporada de la serie toca con habilidad y transforma en escenarios de una realidad distópica de aterradora belleza.