A casi un mes de la tragedia de OceanGate, salen a la luz nuevas revelaciones acerca del modus operandi de Stockton Rush, director ejecutivo de la firma y una de las cinco personas que falleció dentro del submarino.
Según un informe reciente, el empresario habitualmente apeló a amenazas legales para intimidar a los críticos de su gestión y que, con sus detracciones, anticiparon la fatalidad ocurrida el 18 de junio.
El sumergible Titan conmovió al mundo tras su desaparición a mediados del mes pasado y el posterior hallazgo del vehículo en las profundidades del océano. Con el líder de la compañía a bordo, la implosión ocurrió durante una visita a los restos del célebre Titanic, en el Atlántico Norte.
Nacido en 1962 en San Francisco (Estados Unidos), el hombre que cofundó OceanGate es conocido por su controvertido desprecio por la seguridad. Tal como se informó en las jornadas posteriores al hallazgo de los escombros, los tripulantes habían firmado un documento en el que se detallaban los riesgos de la inmersión.
Las extremas maniobras del CEO de OceanGate para silenciar las críticas
Rush recurrió a acciones extremas para silenciar a sus críticos, echando mano a demandas legales estratégicas. Según explicó el abogado Ari Cohn en The Daily Beast, aquella es una práctica habitual en el mundo empresarial. La misma procura desgastar a los demandantes que litigios costosos. Se la conoce como SLAPP, por “pleito estratégico contra la participación pública”.
El desdén del líder de OceanGate en relación a la seguridad ya era de público conocimiento. En un correo filtrado que envió a un exasesor de la empresa, Rush escribió: “Hemos escuchado con demasiada frecuencia los gritos infundados de ‘vas a matar a alguien’. Tomo esto como un grave insulto”.
El reporte además señala que Rush pidió a sus abogados que avancen contra David Lochridge, exdirector de operaciones de la empresa de sumergibles. Eso ocurrió luego de que éste presentará sus preocupaciones ante la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional (OSHA, por sus siglas en inglés). Lochridge fue demandado por OceanGate, que además lo acusó de fraude en procesos de inmigración.
De acuerdo a Cohn, la naturaleza litigiosa de Rush es apenas una muestra de una práctica frecuente en el mundo empresarial. El abogado señaló que si bien los SLAPP tienen consecuencias indeseables, pues hace mella en la libertad de expresión, habitualmente no conducen a tragedias como la de OceanGate.
En función de ello, el experto notó que la tragedia del submarino debería servir como una llamada de atención para evitar que los poderosos abusen de la justicia para silenciar los discursos que les resultan incómodos. En Estados Unidos, donde opera OceanGate, aún no existen leyes que prohíban la estrategia SLAPP.