¿Quién no ha escuchado alguna vez a un hombre decir que necesita llegar al orgasmo para evitar el dolor de testículos? Normalmente, dicho de una forma un tanto más coloquial. Esta afirmación es bastante antigua. De hecho, ya hay referencias documentadas desde principios del siglo XX. ¿Pero es un problema real o se trata más bien de una cuestión psicológica?

Para contestar a esta pregunta, un equipo de científicos de Estados Unidos y Canadá ha encuestado a 2.621 personas, de las cuales el 57% tenían pene y el 43% vagina. Todas ellas fueron entrevistadas sobre sus hábitos sexuales y también sobre su experiencia con el dolor de testículos o vulva en caso de no llegar al orgasmo.

Y es que, si bien el más conocido es el dolor de testículos, es cierto que las personas con vagina también refieren molestias en ciertas ocasiones. El estudio no ha llegado a una conclusión tajante sobre cuáles son las causas, pero ha desgranado las dos hipótesis que parecen tener más fuerza sobre el origen de este curioso fenómeno.

Bolas azules, una forma curiosa de hablar del dolor de testículos

En 1916, en Estados Unidos, se habló por primera vez del fenómeno de las bolas azules. Y es que las personas que referían sufrir este efecto no hacían referencia solo al dolor de testículos. También señalaban que se les ponían de color azul.

Con el tiempo, algunos investigadores comenzaron a estudiar a qué podía deberse, aunque solo se registró un estudio de caso en la literatura científica. Aun así, se dio un nombre médico al fenómeno, rebautizándolo como hipertensión epididimaria.

Según los responsables del término, el dolor de testículos se produce por una congestión de los vasos sanguíneos del pene, que se llenan de sangre durante la erección. Cuando se produce el orgasmo, estos se vacían rápidamente, a la vez que el epidídimo y los conductos deferentes dejan salir el semen. Sin embargo, si no se llega al orgasmo, la acumulación de todos estos fluidos podría presionar los testículos, produciendo dolor e incomodidad. Además, la sangre desoxigenada daría un ligero color azul a la bolsa escrotal.

En el caso de las personas con vagina, mucho menos estudiado (para sorpresa de nadie), las causas serían similares. Los vasos sanguíneos también se contraen, para luego dilatarse en el clímax, por lo que podría producirse la misma congestión. Todo eso en caso de que el dolor de testículos o de vulva realmente tengan una explicación fisiológica. Algo de lo que muchos científicos no están tan seguros.

¿Y si es todo psicológico?

Existe una importante corriente de investigadores que consideran que el dolor de testículos y de vulva, o las bolas azules, en realidad no existen como tal. Algunos apuntan a que es una forma de coaccionar a la pareja para terminar la relación. Para otros no es una coacción a propósito, pero sí es una sugestión por la importancia dada al orgasmo, que puede llevar a somatizar.

Es precisamente para evitar este tipo de sugestiones por lo que los sexólogos insisten una y otra vez en que una relación sexual no es menos placentera si no termina con un orgasmo. De hecho, si nos obsesionamos con llegar podemos perdernos en el camino. 

Para saber si esto tiene sentido, los autores del estudio que se acaba de publicar en Sexual Medicine preguntaron a los voluntarios si creían en el fenómeno de las bolas azules y si lo habían experimentado alguna vez.

Así, vieron que las personas con pene eran más propensas a haber experimentado algún tipo de molestia, con un 56%, frente al 42% de personas con vagina. Podría parecer que la diferencia no es tan grande, pero no podemos dejar a un lado la brecha orgásmica. También fueron muchas más las personas con pene que dijeron que sus relaciones siempre finalizan en orgasmo. Por lo tanto, es más difícil que tengan la ocasión de experimentar dolor de testículos.

Cabe destacar que el tipo de molestia también fue diferente. Las personas con pene tienden a referir dolor en los testículos e incomodidad, mientras que las personas con vagina se refieren más bien a una especie de picor y dolor que no solo se centra en la vulva, sino que también puede sentirse en el abdomen y la propia vagina.

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Algunas personas refirieron haberse sentido más coaccionadas para llegar al orgasmo cuando eran más jóvenes. Crédito: Becca Tapert (Unsplash)

La edad también importa

Algo curioso es que, entre las personas con pene, la mayoría reconocieron que sentían más ese dolor de testículos cuando eran más jóvenes. En cambio, las personas con vagina no encontraron diferencias con la edad. Pero sí que reconocieron haberse sentido más coaccionadas para llegar al orgasmo con esta excusa por sus parejas sexuales cuando eran más jóvenes. Eso apoyaría la hipótesis del origen psicológico-social. 

Sea como sea, lo que está claro, es que hay muchas formas de llegar al orgasmo. O, si no, de aliviar esa congestión que podría causar el dolor de testículos. Para ello, los autores del estudio aconsejan masturbarse una vez acabada la relación, hacer ejercicio, meditar o algo tan simple como orinar. Cualquier opción es buena, siempre que no suponga coaccionar a nadie. Porque si hay algo peor que el dolor de los genitales es el dolor mental de que una persona en la que has depositado tu confianza te coaccione para hacer algo tan íntimo como tener relaciones sexuales.