Hace años que se pusieron de moda los test de intolerancias alimentarias. Desde farmacias hasta clínicas privadas, son muchos los establecimientos que las ofertan. Sin embargo, siguen sin estar disponibles en la sanidad pública y tiene una explicación que así sea: no tienen ninguna evidencia científica.

Aun así, algunas clínicas ya están empezando a contar con influencers para hacer publicidad de sus servicios. Generalmente suelen ser influencers de los que promocionan un estilo de vida saludable, sin tener ningún tipo de formación para ello. Por eso, no es raro que acepten la oferta y ellos mismos se hagan el test. Como resultado suelen mostrar una lista kilométrica de alimentos que ya no pueden tomar y, por lo general, señalan muy felices que al retirarlos de su dieta consideran que su salud digestiva ha mejorado mucho.

De hecho, eso es lo que le pasa a la mayoría de personas que se someten a test de intolerancias alimentarias. Con los resultados reciben una lista de los alimentos que no deben tomar o, en su defecto, del tratamiento que deben seguir. En el primer caso, suele suponer una restricción masiva de ciertos nutrientes, que puede llegar a ser peligrosa. Y, en el segundo, se convierte en otro mazazo al bolsillo, ya debilitado previamente con el test, que no es precisamente barato. Pero entonces, ¿no hay ninguna forma de saber si tenemos una intolerancia alimentaria? Esto es lo que dice la ciencia.

No las confundas con alergias

El primer paso, antes de hablar sobre intolerancias alimentarias, es saber diferenciarlas de las alergias a los alimentos.

Como cualquier otra alergia, esta se da cuando el sistema inmunitario ataca por error a ciertos componentes de alimentos concretos, como los frutos secos, las proteínas de la leche o algunas frutas, entre otros. En esos casos, se desencadena una respuesta alérgica muy rápida, que puede cursar con síntomas como dificultad para respirar, sarpullidos, hinchazón de la lengua y, en el peor de los casos, shock anafiláctico e incluso muerte. De hecho, hace unos meses conocimos en España el triste caso de una chica alérgica a la leche que había fallecido al tomar un café.

En cambio, las intolerancias alimentarias se dan cuando, por algún motivo, el organismo no es capaz de digerir ciertos componentes presentes en los alimentos. Por ejemplo, las personas con intolerancia a la lactosa carecen de lactasa. Esta es una enzima (un tipo de proteína) que divide un azúcar de la leche, llamado lactosa, en sus dos componentes principales, que son la glucosa y la galactosa. Nuestro sistema digestivo puede digerir fácilmente estos dos azúcares, por lo que es necesario descomponer previamente la lactosa. Si no, se producen síntomas como dolor de estómago, gases o diarrea. 

Las alergias, al deberse a una reacción del sistema inmunitario, pueden detectarse fácilmente. Se pueden diagnosticar con la típica prueba del raspado, con la que también se diagnostican las alergias al polen. Aunque es mucho más fiable hacer un análisis de sangre, en el que se busca la inmunoglobulina E (IgE). Este es un tipo de anticuerpo que se libera en las reacciones alérgicas, como respuesta a alimentos concretos, por lo que es muy útil para saber qué alergias alimentarias tenemos exactamente.

test de intolerancias alimentarias
Artur Rutkwowski (Unsplash)

¿Qué pasa con los test de intolerancias alimentarias?

Del mismo modo que la IgE se usa para diagnosticar las alergias, los test de intolerancias alimentarias se basan también en anticuerpos. En vez de IgE buscan la IgG, que supuestamente está asociada a una mala absorción intestinal. Sin embargo, no hay evidencia científica sobre esto.

De hecho, lo que indican los estudios al respecto es que  la presencia de IgG contra los alimentos representa la exposición a ese alimento en particular e indica tolerancia inmunológica. Por lo tanto es algo "clínicamente irrelevante". Pero también algo muy común. Si hemos estado muy expuestos a ese alimento, es lógico que la IgG salga alta, de ahí que los resultados contengan listas larguísimas de alimentos. Además, a menudo las personas que se realizan estos test se suelen sorprender con frases como: “Si yo tomaba mucho ese alimento y creía que no me pasaba nada”. Claro, y así es. Han tomado mucho ese alimento y no les pasa nada. 

Desde que los test de intolerancias alimentarias basados en IgG se pusieron de moda, las autoridades en inmunología y sistema digestivo se han lanzado a alertar sobre su falta de evidencia científica. Por ejemplo, la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica ha incluido este tipo de pruebas en una lista de malas prácticas. Incluso la Academia Americana de Alergia, Asma e Inmunología los ha calificado como mitos, según cuentan desde la OCU.

Podríamos pensar que se equivocan, que son alergólogos y no saben nada del sistema digestivo. Pero saben mucho sobre el sistema inmunitario y en estos casos dicho sistema se está asociando con algo inadecuado.

Sí hay algunas intolerancias alimentarias que podemos diagnosticar

Generalmente, para saber si hay intolerancias a ciertos alimentos lo que se hace es ir retirándolos poco a poco de la dieta y viendo los resultados. Es un proceso lento, pero eficaz.

No obstante, sí que hay algunos test de intolerancias alimentarias con evidencia científica. Concretamente los que se dirigen a diagnosticar la intolerancia a la lactosa, la fructosa y el gluten.

Las dos primeras se diagnostican de la misma forma, mediante la prueba del hidrógeno espirado. El hidrógeno se genera cuando las bacterias de la microbiota intestinal descomponen los azúcares. Por eso, los niveles del mismo en el aire espirado pueden ayudar a saber si previamente se han procesado adecuadamente.

Además, para diagnosticar la intolerancia a la lactosa se puede hacer una analítica de sangre antes y después de tomar una bebida a base de lactosa. Si esta se digiere, los niveles de glucosa en sangre deberían aumentar, pues, como ya hemos visto, está compuesta por glucosa y galactosa. Si no aumentan, es que no hay lactasa trabajando y, por lo tanto, podemos hablar de intolerancia.

En cuanto a la intolerancia al gluten, se puede determinar con una biopsia intestinal.

Por lo tanto, sí, hay algunas intolerancias alimentarias que pueden diagnosticarse. Pero los test que venden las farmacias y clínicas privadas y que promocionan lo influencers, conscientes o no de su ineficacia, no sirven para mucho más que dejarnos un poco más pobres. Con los tiempos que corren, más nos vale mirarnos bien el bolsillo.  

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