La Unión Europea recién está dando los primeros pasos en su plan por regular la inteligencia artificial, pero parece decidida a que sean firmes. Por ello, Reuters reporta que, en los próximos días, Thierry Breton, comisario europeo de Mercado Interior y Servicios, viajará a San Francisco, California, para reunirse con Sam Altman, el creador de ChatGPT.
La intención primaria del funcionario es discutir la futura ley de IA europea con el empresario, con el fin de saber cómo la implementará OpenAI una vez que entre en vigencia. Sin embargo, el timing de la visita de Breton al líder de la startup estadounidense parece lejos de ser casual.
La semana pasada, se encendieron las alarmas cuando el creador de ChatGPT dio a entender que estaba dispuesto a abandonar la Unión Europea, si consideraba que no estaban las condiciones para cumplir con la futura legislación. "Si podemos cumplir, lo haremos, y si no podemos, dejaremos de operar. Lo intentaremos, pero hay límites técnicos a lo que es posible", dijo Sam Altman durante una conferencia en Londres.
No obstante, el líder de OpenAI salió a aclarar que, en realidad, la cosa no era tan así. "¡Semana muy productiva de conversaciones en Europa sobre cómo regular mejor la IA! Estamos emocionados de continuar operando aquí y, por supuesto, no tenemos planes de irnos", tuiteó.
No deja de ser curioso, de todos modos, que un funcionario top de Bruselas como Thierry Breton ahora viaje a San Francisco para reunirse con Altman, cuando el creador de ChatGPT estuvo de gira por Europa muy pocos días atrás. Es evidente que hay cuestiones por zanjar, y este encuentro puede ser clave para el futuro de la relación entre OpenAI y la UE.
Una discusión sobre cómo impactará la ley de IA europea sobre ChatGPT
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Es imposible no pensar que la visita de Breton a Altman busque acercar posiciones ante un tema que promete estar mucho tiempo sobre el tapete. En su "amenaza" inicial de abandonar la Unión Europea, el empresario aseguró que el problema no era la ley en sí misma, sino la caracterización que hacía de los modelos de lenguaje y las herramientas de IA basadas en ellos. Específicamente, el CEO de OpenAI criticó que GPT-4 o ChatGPT fueran considerados "sistemas de alto riesgo".
Esto los obligaría a cumplimentar con requisitos adicionales más estrictos. Y si bien perseguirían un noble fin —ser más transparentes, al fin y al cabo—, afectarían drásticamente el funcionamiento de la IA generativa como se la conoce actualmente. Por ende, no es menor saber hasta qué punto están dispuestas a ceder las empresas ante la legislación; en especial, si no les termina resultando conveniente operar en determinados países o regiones.
Breton se mantuvo rígido ante las críticas de Sam Altman. "Nuestras reglas se establecen para la seguridad y el bienestar de nuestros ciudadanos y esto no se puede negociar", dijo. Pero es una realidad que Europa tampoco puede darse el lujo de perder la presencia de una tecnología como ChatGPT, u otras herramientas de IA generativa que hoy son tendencia y pueden ser cruciales de cara al futuro. Tanto al hablar de ámbitos laborales, académicos o de la salud.
Más allá de tratar de encontrar un punto de acuerdo sobre la aplicación de la futura ley europea, Breton iría a EE. UU. con otra propuesta. El funcionario buscaría que OpenAI se una al "pacto voluntario de inteligencia artificial" que ya tiene el aval de Google. Así, se pretendería anticipar la implementación de la regulación definitiva, que podría entrar en rigor recién a partir de 2026.