En todo el mundo estamos atravesando una seria pandemia de salud mental. Niños, adolescentes y adultos sufren cada vez más problemas de ansiedad y depresión. Tanto, que las tasas de suicidio son verdaderamente preocupantes. En España, la incidencia en jóvenes de entre 15 y 19 años es de 2,65 por cada 100.000 habitantes, ascendiendo hasta los 5 de cada 100.000 en el siguiente tramo de edad, de 20 a 24 años. Por eso, detectar la ansiedad en adolescentes puede ser un paso importante para evitar que sigan arrastrándola hasta convertirse en adultos o que sus problemas vayan a mayores.

Es importante que los familiares y profesores sepan reconocer los primeros signos de ansiedad en adolescentes. Pero también que sean los propios adolescentes los que aprendan a reconocer esos signos y sepan cómo y cuándo pedir ayuda. También es fundamental desestigmatizar la atención psicológica. Por suerte, hoy en día el estigma no es tan grande como hace no muchos años. De hecho, las generaciones más jóvenes lo tienen bastante normalizado. Aun así, el trabajo de concienciación no ha terminado.

Como tampoco ha terminado la necesidad de luchar por una atención a la salud mental de calidad. Son muchos los países que reclaman una mejor atención en los servicios públicos de salud. En España, por ejemplo, apenas hay psicólogos suficientes para atender la gran cantidad de casos de depresión o ansiedad en adolescentes, pero también en otros grupos de edad. Otros países, como Reino Unido, se quejan exactamente del mismo problema. Por eso, la concienciación y el activismo son esenciales para frenar esta pandemia a la que no se están destinando tantos recursos como a otras, a pesar de que las consecuencias pueden ser igualmente nefastas. 

Las consecuencias de la ansiedad en adolescentes

Un estudio llevado a cabo recientemente en Singapur concluyó que los jóvenes de este país pierden de media 24 días de clases al año a causa de problemas como la ansiedad o la depresión. Además, su rendimiento escolar se ha reducido en un 63% a causa de todas estas cuestiones de salud mental.

Lo que puede empezar siendo algo puntual puede dar lugar a trastornos de ansiedad generalizada, en los que la ansiedad se mantiene constante, casi cada día, durante al menos 6 meses. Además, puede perdurar en la edad adulta, provocando también problemas para socializar y encontrar trabajo. Esto se convierte en un círculo vicioso, ya que esos problemas pueden dar lugar a otras afecciones de salud mental, como la depresión.

Todo eso sin contar lo que ya hemos mencionado del incremento en las tasas de suicidio. La situación afecta tanto a niños como a niñas, aunque es especialmente grave en estas últimas, según un artículo publicado por dos médicos ingleses en 2020.

Dicho artículo, además, incidía en las posibles causas de este aumento de los problemas de depresión y ansiedad en adolescentes y adultos jóvenes. Se señala que son los millennials los primeros en mostrar este aumento de las tasas de problemas de salud mental. Es algo que podría deberse a que esta generación lleva años conviviendo con el aumento del desempleo juvenil, la pérdida de la movilidad social y la disminución de la asequibilidad de la vivienda, lo cual retrasa la maduración en el papel de adultos independientes. 

Por otro lado, estos mismos especialistas sostienen que las redes sociales también han jugado un papel importante en la aparición de problemas de ansiedad en adolescentes. Es algo con lo que están de acuerdo en la Academia Americana de Pediatría, que establece esta como una de las causas principales de estos problemas de salud mental. Además, añade las altas expectativas y presión por alcanzar el éxito y el miedo a un mundo que, últimamente, se muestra si cabe más amenazador. 

Chica chateando en su smartphone
Tim Mossholder / Unsplash

El primer paso es saber qué es…

Para detectar la ansiedad, por supuesto, el primer paso es saber qué es. En realidad, la ansiedad en adolescentes y en cualquier grupo de edad es una respuesta evolutiva natural que surge ante situaciones amenazantes. Procede de lo que se conocen como respuesta de lucha o huida, que se pueden comprender muy bien si pensamos en nuestros antepasados.

Podemos imaginar a uno de los primeros Homo sapiens, encontrándose ante un león. En ese punto, debe evaluar si tiene posibilidades de salir corriendo o si, por el contrario, no le queda más remedio que luchar. En ambos casos, necesitará un extra de energía, que debe dirigirse principalmente a los músculos de las extremidades. Es por esto por lo que, cuando tenemos ansiedad, sentimos que los músculos se tensan. Además, aumenta la frecuencia cardíaca y respiratoria, para aportar un buen aporte sanguíneo y oxigenar el cuerpo de cara a pelear o huir. En general, todos los efectos físicos de la ansiedad se deben a esa respuesta adaptativa.

Hoy en día, no solemos tener ante nosotros a un león. Pero sí puede ser un coche que se salta un paso de cebra o una tormenta. Ante esos casos, las reacciones de ansiedad son positivas. Incluso cuando estamos estresados, puede ser buena hasta cierto punto. El problema llega cuando vemos como amenazas situaciones que realmente no lo son, como hacer la compra. Además, las personas con ansiedad generalizada suelen rumiar y dar muchas vueltas a situaciones cotidianas que realmente no son graves. De este modo, se llega a experimentar ansiedad incluso cuando no hay estímulos. 

… y el segundo detectarla

Una vez que ya sabemos qué es la ansiedad, ¿cómo podemos reconocerla? Cuando somos adultos, solemos estar más familiarizados con los problemas de salud mental. Sin embargo, en el caso de los más jóvenes, es importante que los adultos que están cerca de ellos se mantengan alerta. Entonces, ¿cómo podemos detectar la ansiedad en adolescentes?

Para empezar, como hemos visto con el estudio de Singapur, si el rendimiento escolar disminuye sin motivo aparente puede ser un motivo. En vez de reprender al niño por sus resultados académicos, es esencial intentar comprender los motivos. Pero eso no es todo.

Otros signos de ansiedad en adolescentes son los miedos recurrentes ante situaciones cotidianas, los cambios de humor y la evitación de ciertas actividades, ya sea en la escuela o a nivel social. Además, pueden manifestar problemas para dormir o síntomas físicos, como dolores de cabeza o de estómago. En esos casos, si no se encuentra una causa física, es posible que se deba a la ansiedad. Finalmente, es importante estar muy pendientes del posible consumo de sustancias, pues este también puede ir acompañando a la ansiedad.

Ansiedad en adolescentes: ¿qué podemos hacer?

El primer paso, lógicamente, es hablar con ellos. Deben saber que no están solos y que pueden hablar de lo que les preocupa. Pero no basta con hablar. También es importante la ayuda psicológica. La ansiedad se suele tratar a través de la terapia cognitivo conductual. Es la que más evidencia científica tiene y con la que se obtienen mejores resultados.

En algunos casos, también pueden ser necesarios los psicofármacos, pero estos deben ir acompañando a la terapia. 

voz madres, adolescentes
Pexels

Conciencia y alfabetización

Los autores del estudio de Singapur sostienen que la conciencia y alfabetización de los padres y otros adultos es esencial. Esto significa que es importante que sepan reconocer y actuar ante la ansiedad en adolescentes.

Para eso, son útiles proyectos como Mentescopia. Este es un proyecto multimedia, desarrollado en colaboración con el Ministerio de Ciencia e Innovación del Gobierno de España y la Federación Española de Ciencia y Tecnología (FECYT). Su objetivo es divulgar sobre salud mental en la adolescencia.

Por eso, utilizan los canales con los que los más jóvenes están más familiarizados. Es decir, sacan la parte positiva de esas redes sociales cuyo mal uso puede propiciar problemas de salud mental. Reels de Instagram, vídeos de TikTok o episodios de podcast son algunos de los formatos en los que se aportan píldoras de información sobre multitud de temáticas relacionadas con la ansiedad en adolescentes, pero también con otros temas de salud mental. Son formatos útiles para los más jóvenes, aunque también está dirigido a profesores, familiares o profesionales de salud. El objetivo es precisamente el que se reivindica con el estudio de Singapur. Concienciar y alfabetizar. 

En la misma línea, existe también Digitas, un proyecto de la Universidad de Jaén, cuyo objetivo es igualmente aportar herramientas online sobre salud mental en adolescentes, adaptadas tanto para profesionales como familias y los propios adolescentes.

Por eso, puede ser un primer paso para evitar que esta pandemia de salud mental se abra camino entre los más jóvenes, para seguir expandiéndose año tras año en los siguientes grupos de edad. Si cortamos el problema de raíz, se pueden evitar muchos males mayores. Y Mentescopia hace un trabajo vital en ese aspecto.

Recibe cada mañana nuestra newsletter. Una guía para entender lo que importa en relación con la tecnología, la ciencia y la cultura digital.

Procesando...
¡Listo! Ya estás suscrito

También en Hipertextual: