Los Caballeros del Zodíaco, de Tomasz Bagińsk, es la adaptación de anime clásico más reciente en live action. La película resume la popular serie de televisión de la década de los ochenta y cae en un error común en su argumento. La de simplificar un relato complejo que se extiende a través de dimensiones, experiencias y docenas de personajes distintos. El resultado es un largometraje a mitad de camino entre una aventura épica con tintes adolescentes y un drama sin sentido.
Por supuesto, no es la primera vez que las animaciones japonesas resultan atractivas para Hollywood. Durante las dos últimas décadas, varios de los relatos más famosos del género llegaron al cine con desigual resultado.
En algunos casos, como versión edulcorada y superficial de tramas más profundas. En otros muchos, sin los elementos característicos de series y películas niponas. Ya sea por el cambio de escenario, contexto o idioma, el resultado es tan poco parecido al original que resulta decepcionante. De modo que, con frecuencia, las adaptaciones de animes clásicos son experimentos fallidos o simples homenajes polémicos a una obra mayor.
Con todo, te dejamos cinco adaptaciones de anime clásico que generaron gran curiosidad en el momento de su estreno. Unas cuantas fracasaron al emular la solidez narrativa del original, otras lograron resultados de interés, pero sin trascendencia. Al final, cada una es un ejemplo de que Hollywood no siempre tiene la fórmula ideal para relatar historias en la pantalla grande.
Death Note, la adaptación de Netflix del anime clásico
En el año 2017, Netflix trató de explorar el complicado universo del anime Death Note, obra de Tsugumi Ōba, adaptado por Tetsurō Araki. La trama relata la historia de Light, un adolescente de inteligencia privilegiada y tendencias psicópatas que accede al curioso poder de matar a voluntad. De forma casual, el personaje obtiene una libreta que provoca la muerte de cualquiera cuyo nombre se escriba en sus páginas.
En la mitología del relato, las llamadas Death Note pertenecen a los shinigamis, espíritus de la muerte japoneses. Por lo que Light, no solo entra en posesión de un temible artefacto mágico. A la vez, entabla una tensa relación con una entidad misteriosa que no tiene otro remedio que obedecerle mientras sea el propietario del enigmático objeto.
El argumento de este anime clásico parecía ideal para su adaptación como thriller psicológico con tintes sobrenaturales. Netflix prometió hacerlo fielmente y llevar al catálogo de la plataforma el arco más conocido de la extensa narración. Como director, se escogió al reconocido Adam Wingard. Un equipo de guionistas, encabezado por Vlas y Charley Parlapanides, estaría a cargo de reinventar la historia. La intención era desarrollar una producción que pudiera captar tanto a los fans como al público que no estaba familiarizado con el relato.
Pero el resultado fue una combinación casi ridícula de comedia negra y aventura fantástica. En su tentativa por hacer más comercial al manga y anime original, el guion evadió sus debates morales y la fría personalidad de su protagonista. La interpretación de Nat Wolff como Light pareció incluso paródica. El propio Willem Dafoe, que encarnó al shinigami Ryuk, dejó a un lado sus intensas interpretaciones por una imagen superficial de una criatura temible. La adaptación terminó por ser un fracaso en crítica y entre los fanáticos del clásico anime del cual procede.
Ghost in the Shell: El alma de la máquina
La película animada de Mamoru Oshii es un clásico fundacional de la ciencia ficción contemporánea. Una gran obra conocida por su brillante mezcla de existencialismo, filosofía y debates sobre la mente humana en un marco distópico. Por lo que la posibilidad de una adaptación en live action preocupó a los amantes del género y de la historia.
El proyecto, además, fue polémico incluso antes de rodarse. La decisión de que la icónica cíborg Motoko Kusanagi fuera interpretada por Scarlett Johansson sorprendió. También que el contexto —de especial relevancia en la historia— fuera trasladado a un futuro neutral, ambientado en una versión de Japón deslucida. Pero el verdadero problema llegó cuando el guionista William Wheeler explicó que la historia sería resumida. Lo que dejó claro que, muy probablemente, la adaptación del anime clásico ignoraría los ingredientes más profundos y duros de la narración. Desde el concepto del poshumanismo, hasta la deshumanización colectiva a través de la tecnología.
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Eso fue precisamente lo que sucedió. El largometraje, dirigido por Rupert Sanders, evadió el contexto geopolítico del anime y lo sustituyó por una estética futurista sin profundidad. También evitó tocar cualquiera de los duros tópicos acerca de la segregación, el desarraigo y la soledad moderna. En lugar de eso, la adaptación del anime clásico se convirtió en una sofisticada producción con grandes efectos digitales carente de sentido. Una decepción para los amantes de la historia original y de la ciencia ficción en general.
Alita: Ángel de combate
El manga ciberpunk de Yukito Kishiro tiene el honor de ser una de las pocas obras del género en lograr una adaptación de manga clásico a la altura de las expectativas. Se trata de un buen ejemplo de cómo trasladar de un medio a otro una historia compleja y narrar con cuidado el crecimiento emocional e intelectual de su personaje.
El director Robert Rodriguez y el guionista Bill Pope dedicaron tiempo y esfuerzo a profundizar en la obra original. También a encontrar el equilibrio exacto entre efectos digitales y prácticos para lograr la apariencia asombrosamente realista de su protagonista. Pero la adaptación es más que un homenaje, es una revisión inteligente y lograda del clásico manga original, que enlaza con una idea trascendental de la esperanza, la vida y el deseo de luchar por el bien.
El cíborg Alita (Rosa Salazar) despierta en la mesa médica de Ido (Christoph Waltz) sin recordar nada de su pasado. Ni siquiera tiene consciencia de su naturaleza mecánica. Sin embargo, gradualmente comenzará a recordar, hasta descubrir que su origen es mucho más misterioso y temible de lo que parecía. La adaptación cinematográfica celebra lo mejor del manga clásico y le añade una considerable personalidad. Uno de los puntos más sólidos de este live action de alta factura. Puedes verla en Disney+:
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Del manga clásico al anime, las adaptaciones de Samurái X
El manga de Nobuhiro Watsuki, adaptado al anime por Kazuhiro Furuhashi, es uno de los clásicos del género. También uno de los que ha recibido mejor trato en la pantalla grande. La trama, que sigue la vida del samurái renegado Himura Kenshin, es una combinación de épica y drama. Basado en la figura de Kawakami Gensai, es una exploración en la cultura de los guerreros japoneses desde una óptica sensible y un recorrido de redención que alcanza sus mejores momentos al profundizar en la enigmática personalidad de su protagonista.
El argumento fue adaptado al live action por primera vez en el 2010. La película, titulada Samurai X y dirigida por Keishi Ohtomo, fue alabada por su apego a la obra de la que procede. Se trata de una adaptación, del manga clásico al anime, del arco principal del personaje y su evolución espiritual y moral. De la misma manera que el relato del cual procede, analiza cómo su enigmático protagonista pasa de ser un asesino despiadado a un hombre redimido.
En 2014, se estrenó su secuela Samurái X 2: Kyoto en Llamas y también el cierre de la trilogía, Samurái X 3: La Leyenda. Las películas narran el largo arco de redención de Kenshin y su turbulento pasado. Después, llegarían dos adaptaciones complementarias a los ya clásicos animes. Samurái X: El fin debutó en el 2021, junto con Samurái X: El origen. Ambas añaden datos a la historia central y expanden el universo del manga. Cada uno de los largometrajes es considerado una trama independiente que no se ciñe a imitar al original, sino que lo explora en sus elementos más emblemáticos.
Dragonball Evolution
La historia de batallas y luchas de Akira Toriyama es una de las más populares y queridas el mundo del anime clásico. Y cuenta con una amplia mitología que se extiende a través de múltiples personajes y escenarios, todos ellos interesantes. Por eso, resulta inexplicable que su adaptación del 2009, dirigida por James Wong, se considere unánimemente como uno de los peores live action de la historia del cine.
No solo desvirtúa la trama central de anime del cual procede, sino que además la convierte en una versión casi paródica de un universo ingenioso y bien construido. Y por si eso no fuera suficiente, al argumento no cuenta con ninguno de los elementos que lo identifican en la animación. La suma de semejantes errores creó un despropósito mayúsculo, en el que ningún aspecto es rescatable.
Una barata y pésima puesta en escena, una dirección plana y personajes interpretados sin mayor profundidad. Esta adaptación del anime clásico es ejemplo de todos los errores que pueden convertir a una producción de esta naturaleza en un fracaso. Como, de hecho, se recuerda a la olvidable y polémica película.