Ted Lasso (Jason Sudeikis) no tiene muchos conocimientos sobre fútbol. Tampoco los necesita. Su objetivo es inspirar a los jugadores del equipo ficticio a su cargo, AFC Richmond, para lograr el triunfo. Además, deberá hacerlo desde la convicción de que el éxito tiene mayor relación con las buenas intenciones que con el esfuerzo físico. Al menos, que una gran actitud compensa la ignorancia y la torpeza.
La curiosa premisa de la serie de Apple TV+ podría resultar absurda de no ser por su cuidado guion. También por su decisión de abordar un tema que, hasta su estreno, no era especialmente popular en el mundo de las series. La idea central de la producción es la de explorar el bien contemporáneo.
Se trata de una decisión que convierte a Ted Lasso en una rareza dentro del panorama televisivo de las últimas décadas. Después de todo, un considerable número de las historias más aclamadas apelan al cinismo y al mal moral como punto fuerte de su argumento.
Desde La casa del Dragón y su encarnizada lucha por el poder o la avaricia que retrata Succession, hasta la burlona perspectiva de Barry sobre la muerte. Las historias más relevantes de la actualidad analizan el crimen, la traición y la deslealtad como elemento central de sus respectivas tramas.
Buen corazón y mejores intenciones que vencen a la desconfianza en Ted Lasso
Ted Lasso va en la dirección contraria. En su argumento, lo realmente interesante es que busca anteponer la bondad como forma de comunicación. Especialmente su personaje principal, que intentará conquistar a un grupo de jugadores de mal genio y desencantados con el mundo del deporte.
El argumento, que se centra en el cambio real que pueden lograr la amabilidad y la dedicación, evita dar juicios de superioridad ética o espiritual. En lugar de eso, opta por ser accesible, gracioso y profundamente sensible. Una combinación que ha convertido la serie en un fenómeno de audiencia y crítica.
En su primer capítulo, Ted Lasso deja claro que no es un entrenador preparado para el cargo. Que, de hecho, no tiene ningún conocimiento sobre el tema. Pero, con un optimismo inquebrantable, demuestra que, en ocasiones, ganar no depende tanto del conocimiento como de un propósito más elevado.
El entrenador no se basa en ninguna convicción religiosa, tampoco es un filósofo de grandes conocimientos intelectuales. Es un hombre íntegro, como le insiste a la dueña del equipo, Rebecca Welton (Hannah Waddingham), y en eso basa todas sus convicciones. Ted Lasso está convencido de que cada persona tiene algo bueno que ofrecer. Un ideal que convierte en un comportamiento práctico al comenzar a entrenar a sus jugadores.
¿Cómo puede funcionar un guion semejante? Los escritores Brendan Hunt, Joe Kelly, Bill Lawrence y el mismo Jason Sudeikis se basan para ello en el esfuerzo conjunto. La trama no está construida para relatar las capacidades atléticas de los deportistas. Su punto central es cómo la esperanza puede ser un tipo de motivación tan poderosa como la ambición y el deseo de superación. Lo cual lleva a la producción de Apple TV+ a un lugar novedoso con respecto a los dramas deportivos.
Un hombre generoso en un ambiente hostil
Por curioso que parezca, la primera aparición del personaje de Ted Lasso fue en una serie de anuncios de la NBC Sports. Entonces, se trataba de una figura bufonesca que promocionaba la cobertura de la Premier League de fútbol. Pero su popularidad se hizo tan inmensa que el guionista Bill Lawrence fue contratado por la cadena con la misión de escribir una historia que profundizara en el argumento. ¿Qué ocurriría si un norteamericano intentara liderar un equipo de división de un deporte tradicional en la cultura inglesa?
La evolución del personaje de una caricatura hasta un gran optimista es uno de los elementos más importantes del relato. Más allá de su capacidad para hacer reír, la serie reflexiona sobre la cualidad de un buen corazón. La lleva al mismo nivel de importancia que la sagacidad estratégica de los Roy en Succession o que la habilidad de matar del Barry de Bill Hader. En Ted Lasso, lo principal es el poder de crear el bien y hacerlo todos los días.
Ya sea en el campo de entrenamiento o al tratar de convencer a cada jugador de sus posibilidades, el argumento abarca el fenómeno de la fe. Sin dogma religioso o ideológico de por medio, el entrenador confía en la voluntad y dignidad de los hombres a su cargo. No hay cinismo en el entusiasmo de Ted Lasso o su equipo, solo una profunda convicción de que hay muchas formas de ser extraordinario. Una perspectiva que se opone por completo al discurso de oscuro cinismo actual. Quizás el mayor logro de este recorrido a través de los lugares luminosos de la vida, tan singular como conmovedor.