¿Está Logan Roy (Brian Cox) a punto de ser asesinado o morir por problemas de salud? ¿Tal vez de caer en la trampa del aislamiento a la que le someten sus nuevos cómplices? Estas son algunas de las preguntas incómodas que dejan en el aire los primeros minutos de la recién estrenada temporada de Succession, de HBO y disponible en HBO Max.
La serie se ha convertido a lo largo de los años en un éxito de crítica. La historia, que cuenta las maniobras de los herederos Roy por apropiarse del negocio familiar Waystar Royco, lleva la intriga empresarial a otro nivel.
Explora las estrategias del enfrentamiento no solo desde el punto de vista financiero, sino profundizando en las relaciones disfuncionales y a menudo violentas de la familia. El resultado, a mitad de camino entre la sátira y el thriller, es cada vez más oscuro y engañoso.
Succesion solo está disponible en HBO Max
Succession, de nuevo, con intrigas en la sombra
El inicio de la última temporada de Succession, que se mantiene en esta misma línea, es tan ambiguo como para resultar sospechoso. Todo comienza en la fiesta de cumpleaños de Logan Roy en su lujosa casa del Upper East Side. Pero, más allá de la presencia de Connor (Alan Ruck), Tom (Matthew Macfadyen) y Greg (Nicholas Braun), no hay nada de íntimo en la reunión. De hecho, el patriarca familiar pasa buena parte del tiempo quejándose del grupo reunido, que incluye a miembros de la empresa y conocidos. La supuesta ocasión ideal para relajar tensiones es en realidad un momento duro y desagradable.
A esta sensación contribuye la ausencia de Marcia (Hiam Abbass), que virtualmente escapó a Milán de compras, para contrariedad del cabeza de familia. También es notoria la falta de sus hijos, desheredados después del final de la tercera temporada.
Una mezcla de elementos que resume la enemistad de todos los que rodean al cabeza de familia. Roy se encuentra por completo solo. Al menos, aislado de manera sutil entre sus confidentes y Kerry (Zoe Winters).
La última entrega de Succession construye esta situación para tratar el desarraigo de su personaje principal y hacer énfasis en que Roy ya no confía en nadie. Tampoco está seguro de que las lealtades compradas puedan resultarle útiles. Una convicción que se suma a los señalamientos frecuentes que el guion ha dejado caer sobre su salud.
Succession parece plantear en sus minutos finales la posibilidad de que Roy se convierta en una víctima de sus intrigas. El mismo patriarca lo sospecha. A la menor oportunidad, huye de la celebración en su honor con Colin (Scott Nicholson), su guardia de seguridad. Es entonces, con una taza de café entre las manos y lleno de una evidente amargura, cuando admite ante su empleado que no tiene nadie más en quien confiar. Más aún, ahora que se encuentra en medio de un aislamiento que le hace temer por su salud, vida y futuro.
Los indicios de un posible final trágico
Roy Logan pasa buena parte del primer capítulo de la última temporada de Succession meditando sobre su mortalidad. Con ochenta años cumplidos, la cabeza familiar tendrá que luchar con algo más que sus avariciosos herederos. También lo hará contra la certeza de que todas sus relaciones están rotas o marcadas por el desencanto y la amargura.
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El episodio acaba con una renovada guerra de intereses, pero el mensaje está claro. Roy ha anunciado que, quizás, su muerte es más cerca que nunca. Lo que parece confirmar varias teorías. El gran interrogante es si el posible fallecimiento será un hecho natural o una circunstancia más tenebrosa. Un giro narrativo que es imposible descartar en la encarnizada batalla familiar de Succession.