Nothing vuelve a la carga. La empresa británica ha presentado este miércoles los Nothing Ear (2), los sucesores de los Ear (1) que llegaron a las tiendas hace casi dos años.

Dichos auriculares, recordemos, no solo supusieron el debut de la marca; también se asentaron rápidamente como una de las opciones más recomendables de su segmento. 

¿Será este nuevo modelo capaz de repetir las buenas críticas que obtuvo su predecesor? ¿Qué ha cambiado respecto a la generación anterior? ¿Es el auricular que debes comprar?

Esas son algunas de las preguntas que me he planteado durante los últimos días en los que he convivido con los Nothing Ear (2). Y, cómo no, trataré de responderlas en este análisis.

El diseño de los Nothing Ear (2): ¿qué ha cambiado?

Por fuera, los Nothing Ear (2) son prácticamente idénticos a los Nothing Ear (1). Combinan la forma de los AirPods Pro –aunque con un tallo más rectangular– con un acabado translúcido que permite ver una buena parte del interior del auricular. Es un diseño resultón, sin duda diferente y que, por cierto, conlleva cierto trabajo detrás, pues obliga a la marca a mimar el aspecto del interior del producto.

La caja también es bastante similar a la del modelo previo, aunque en este caso sí se pueden identificar algunas variaciones: el estuche es un poco más pequeño, las esquinas son más pronunciadas, la parte inferior deja al descubierto piezas que antes estaban cubiertas por una lámina de plástico translúcido, la bisagra y los imanes también son algo diferentes… En cualquier caso, son detalles menores que, salvo una comparación directa, no saltan a la vista.

Entre ambos estuches de recarga, eso sí, he notado una pequeña diferencia que me ha llamado la atención: la tapa superior, cuando está cerrada, tiene una minúscula holgura que en el modelo anterior no se repite. Basta con ejercer algo de presión sobre los laterales de la cubierta superior para reproducir este comportamiento que, en el modelo anterior, como decía, no ocurre. ¿Por qué ocurre? Todo apunta a un minúsculo escalón que sí existía en el borde de la cubierta de los Ear (1) pero se ha retirado en los Ear (2).

Esta leve diferencia no quiere decir que el nuevo estuche sea más frágil. Es más: si te planteas comprar los Nothing Ear (2), esto no debe influir en absoluto en tu decisión de compra. No obstante, sí quería comentarlo en este texto porque me ha llamado la atención que un producto de segunda generación cuide menos este detalle.

Más allá de lo mencionado, la estética de los Nothing Ear (2) es indudablemente fresca y reconocible. Y se agradece que así sea. Salvo algunas excepciones, todas las marcas tecnológicas convergen hacia diseños similares en sus productos. Lo hemos visto durante años en telefonía móvil y, ahora, también en auriculares. Que Nothing se salga de esa línea es algo sin duda elogiable. Y si, además, logran un resultado tan atractivo como este, entonces el combo es sin duda ganador.

La calidad de sonido en los Nothing Ear (2): un paso hacia delante indiscutible

Los Nothing Ear (1) nunca estuvieron a la altura de los mejores auriculares del sector en lo que a calidad de audio se refiere. Pero ese, sinceramente, tampoco era un objetivo realista. Los Ear (1) tenían un PVP de lanzamiento de 99 euros; mientras que los AirPods Pro o WF-1000XM4 rondan entre 250 y 300 euros. Lógico que hubiese diferencias.

Lo que sí ofrecían los Nothing Ear (1), no obstante, era un buen sonido en relación al precio que tenían. Eso, sumado a otros agregados –como la cancelación de ruido o el precio– hacía de los Ear (1) un combo realmente interesante.

Con los Nothing Ear (2) podríamos enunciar esa misma conclusión, aunque con un matiz: este modelo entrega un sonido indudablemente mejor. Si conoces el comportamiento de la generación anterior, basta con utilizarlos durante pocos minutos para ver el salto. Todo, en general, se siente más refinado, nítido y equilibrado.

Nothing Ear (2)

Para que sea posible, la marca ha hecho varios cambios. Por ejemplo, han incorporado un nuevo diafragma custom (hecho con una combinación de poliuretano y grafeno), un diseño de cámara doble y, también, han logrado la certificación Hi-Res Audio Wireless.

Esto último es posible gracias al códec LHDC 5.0, que promete transmitir música a un máximo de 24 bits / 192 kHz. Para disfrutar de esta última virtud, eso sí, es necesario contar con un teléfono compatible (como el Nothing Phone (1), que lo será tras una actualización de software).

Que los Nothing Ear (2) cuenten con esta certificación Hi-Res es bienvenido, pues significa que pueden trabajar con un material más rico y extraer ciertos matices. Eso sí: no esperes que esto en concreto sea un punto de inflexión. Y no hace falta probarlo siquiera, basta con ir a la teoría:

  • Está demostrado que los incrementos de bitrate, a partir de cierto punto, son difíciles de detectar para el oído humano. Menos aún si, para reproducir el audio en cuestión, se utilizan equipos alejados de la gama alta.
  • El servicio de streaming más popular (Spotify) queda lejos de esos 24 bits / 192 kHz que promete LHDC 5.0. Habría que recurrir a alternativas como Tidal o Apple Music para obtener un stream a la altura.
  • Para reproducir sin compresión los 24 bits a 192 Hz que se prometen haría falta una conexión entre la fuente y los auriculares de más de 9 Mbps. Sin embargo, LHDC 5.0 llega, como máximo y en condiciones ideales, a 1 Mbps. Por lo tanto, incluso con una eficiente compresión de por medio, resulta imposible transmitir esa información sin pérdidas de por medio. Un objetivo más realista es la calidad de CD (16 bits y 44,1 kHz), que requiere de 1,4 Mbps de ancho de banda (antes de aplicar cualquier tipo de compresión).

Más allá del comportamiento, Nothing ha implementado en la aplicación Nothing X una función que analiza la capacidad auditiva de cada persona para adaptar de manera dinámica el comportamiento del auricular. Una idea excelente considerando que audición de las personas empeora conforme avanza su edad (reduciendo su capacidad para discernir las frecuencias más altas).

La marca, además, ofrece varios preajustes de ecualización, así como la opción de modificar de manera manual cada uno de los parámetros al gusto del consumidor.

Nothing Ear (2)

¿Cómo funciona la cancelación de ruido en los Nothing Ear (2)?

Los Nothing Ear (2) ofrecen tres modos de funcionamiento: 

  • Uno en el que no interviene ningún algoritmo de cancelación –solo el aislamiento pasivo de las almohadillas–.
  • El modo de cancelación de ruido, que combina el aislamiento pasivo con el trabajo de los algoritmos y se puede regular tanto de manera manual (ofrece tres niveles) como de manera adaptativa en base al exterior.
  • Y uno de transparencia en el que los sonidos exteriores llegan al pabellón auditivo con naturalidad. Este funciona realmente bien. No llega al nivel de refinamiento que encontramos en auriculares de gama superior, pero sí es lo suficientemente bueno como para querer usarlo a menudo.

La impresión global respecto a la cancelación de ruido de los Nothing Ear (2) es también mejor que en el modelo previo. No estamos ante la nueva referencia del sector, pero sí atenúa con efectividad lo que ocurre a tu alrededor. Más que suficiente para escuchar sin problemas en un entorno ruidoso como una oficina, el metro o una plaza repleta de gente.

La marca, además, ha implementado un sistema que adapta la cancelación de ruido a cada pabellón auditivo. Para ello, basta con ponerse los auriculares, situarse en un entorno medianamente ruidoso e iniciar el análisis automático desde la aplicación. Una vez completado el proceso, los algoritmos varían levemente su comportamiento para lograr un mejor resultado final.

Otros detalles interesantes

  • Soportan conexión dual. Puedes conectar de manera simultánea los auriculares a dos fuentes (un ordenador y un móvil, por ejemplo). Esto resulta extremadamente útil si alternas constantemente entre dispositivos.
  • Son compatibles tanto con Google Fast Pair como con Microsoft Swift Pair. Por lo tanto, el enlace con ordenadores Windows, dispositivos Android o equipos Chromebook es realmente fácil. Además, se integran con la red Find My Device de Google, que puede resultar de utilidad para encontrar los auriculares perdidos.
  • Cero problemas de conexión o estabilidad. El primer modelo fue víctima, sobre todo en los inicios, de cierta inestabilidad en su comportamiento. Algo que no he experimentado en absoluto con los Nothing Ear (2).
  • Una batería que cumple pero no brilla. La autonomía teórica es de 6,3 horas con la cancelación de ruido inactiva, mientras que la cifra baja a 4 horas con esta en funcionamiento. Son cifras que más o menos encajan con la realidad. Y, aunque son suficientes para el grueso de situaciones, sí es cierto que otros auriculares logran extraer alguna hora más.
  • Carga inalámbrica. Para recargar el auricular, contamos tanto con el estándar Qi (inalámbrico) como con un puerto USB-C.
  • Imperceptibles en la oreja. En lo que respecta a comodidad, vuelvo a aplaudir a Nothing por el buen trabajo que han hecho. Estos auriculares combinan una gran fijación con una fantástica comodidad. Muchos auriculares de la competencia no pueden decir lo mismo.

¿Es una compra recomendable?

Una vez más, los Nothing Ear (2) son una opción muy interesante considerando las prestaciones y el precio por el que salen al mercado (149 euros). Ofrecen un sonido aún mejor que el de la generación previa, una eficaz cancelación de ruido y un diseño que no deja indiferente a nadie.

Pese a ello, esta nueva generación se enfrenta a una situación un poco más compleja que la del modelo anterior. Principalmente, por dos motivos:

  • En primer lugar, el precio ha aumentado 50 euros. Y, aunque no desentona con sus prestaciones, sí supone perder una ventaja competitiva que antes sí tenían.
  • En segundo lugar, el número de competidores ha aumentado. Entre ellos encontramos a los Sony LinkBuds S, que ofrecen una gran experiencia, tienen un precio similar y, además, juegan con la baza de la marca Sony para seducir a los consumidores.

Por suerte, Nothing tiene a su favor una importante baza: el diseño y la personalidad. Y eso, aunque el panorama sea más competitivo que hace dos años, puede ayudarles a inclinar la balanza a su favor en más de una ocasión.