La Estación Espacial Internacional lleva tiempo mostrando que el día de su jubilación se acerca. Las averías son cada vez más frecuentes y está claro que su vida útil llega a su fin. Por eso, la NASA lleva tiempo planeando cómo devolverla a la Tierra sin que suponga un riesgo para la población. Su plan se ha hecho público recientemente con los últimos presupuestos de la Casa Blanca y muestra que, como mínimo, será bastante caro.

Concretamente, se ha anunciado que se destinarán 180 millones de dólares al inicio de la construcción de un remolcador para la Estación Espacial Internacional. Eso sí, ese sería solo el presupuesto inicial. Según declaraciones en una rueda de prensa, recogidas por Space.com, de la jefa de vuelos espaciales humanos de la NASA, Kathy Lueders, harían falta alrededor de mil millones de dólares para el proceso completo.

Este consistiría en utilizar un remolcador que pegaría el tirón justo para desorbitar la Estación Espacial Internacional en el momento idóneo para que su aterrizaje se produzca en Point Nemo. Este es un punto ubicado en el océano Pacífico, que se considera el lugar más alejado posible de cualquier masa de Tierra. Sería lo más seguro para la población, al contrario de lo que ha ocurrido con algunos cohetes cuya vuelta a la Tierra se llevó a cabo sin controlar.

Un remolcador propio para devolver a la Estación Espacial Internacional a Tierra

Inicialmente, las maniobras para devolver a la Tierra la Estación Espacial Internacional podrían haberse llevado a cabo con Progress, una nave espacial rusa. Sin embargo, la rotura de lazos entre Estados Unidos y Rusia a raíz de la guerra de Ucrania ha llevado a la NASA a querer construir su propio remolcador.

Este se llevará hasta la Estación Espacial Internacional y tirará de ella justo en el punto de su órbita en el que pueda aterrizar de forma controlada sobre Point Nemo. El momento exacto en el que esto ocurrirá aún no está claro, aunque se calcula que será aproximadamente en 2030.

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Unsplash | NASA

Más de 30 años en órbita

Las primeras piezas de la Estación Espacial Internacional se pusieron en órbita en 1998. En aquel momento no había una fecha límite para su funcionamiento. Todo dependería de su desempeño en los años próximos.

Sin embargo, hace tiempo que su jubilación comenzó a verse como algo claro. A nivel económico y burocrático, uno de los grandes golpes de la estación fue la retirada de Roscosmos, uno de sus socios más importantes. La agencia Espacial Rusa anunció que se retiraría de las instalaciones en 2024. Sin embargo, el resto de socios han firmado por mantenerse en activo hasta 2030.

Más allá sería complicado, pues también se han dado numerosas incidencias técnicas. Varias averías, algunas en forma de agujeros que podrían haber puesto en riesgo a la tripulación, han evidenciado la necesidad de comenzar a pensar en su jubilación. 

Se trata de unas instalaciones de 420 toneladas, por lo que no basta con dejarla caer. Es necesario un plan de retirada como el que ahora anuncia la NASA, para no poner en peligro a la población. Gracias al remolcador de los mil millones de dólares, será posible dar un fin digno y seguro a este gran hito de la carrera espacial. Aún le quedan unos años por delante, pero es una maniobra tan importante que no se debe dejar para el último momento. 

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