El pasado 20 de febrero, el ancla de un barco dañó un cable submarino que conecta a Internet a Anguila, un pequeño archipiélago de apenas 14.000 habitantes en el Caribe, dependiente del Reino Unido.
¿El problema? El pequeño territorio de Anguila es el responsable de la terminación de dominio .ai, al alza en los últimos meses debido al creciente número de proyectos vinculados a inteligencia artificial. Aquella ancla dejó durante unas horas a los registradores de dominio de todo el mundo sin posibilidad de conectarse y realizar ninguna acción para el dominio .ai, como registros o renovaciones.
“Fue un problema menor porque se solucionó en unas horas. Instalaron un radioenlace que sirvió de respaldo para la conexión y que parece que ya se quedará por si vuelve a pasar”, explica Marc Gelabert, CEO de INWX España, uno de los registradores que avisó de la incidencia en Twitter y que tuvo que gestionar esa falta de conexión.
El corte de las comunicaciones hizo que durante ese tiempo cualquier actividad quedara a la espera, tanto nuevas contrataciones de dominio como cambios de DNS. Todo, en una terminación que las estadísticas muestran que se ha duplicado desde el lanzamiento de ChatGPT en otoño del 2022, llegando a superar los 150.000 registros.
Pero, más allá de eso, el susto de los .ai es el último ejemplo de cómo muchos de los dominios de moda pertenecen a países y territorios pequeños, que en ocasiones se ven beneficiados del repentino auge de su terminación, como si fuera una lotería y, otras veces, se traduce en una forma de expolio.
También, de los entresijos de la compra y venta de dominios y de la propia inestabilidad que en un momento dado puede tener la web.
“Además, para las empresas registradoras y las empresas que confían su web a una terminación de alguno de estos países, también supone en ocasiones un riesgo extra”, explica Gelabert, que desde INWX gestionan terminaciones de dominio de la práctica totalidad de territorios salvo, por citar una excepción, Corea del Norte.
Este es un pequeño viaje por algunas islas y países dispares a través de sus terminaciones de dominio:
Del negocio de Anguila (.ai) al problema de Chagos (.io)
Para contar bien la historia hace falta volver también a los días en los que internet empezaba a fijar sus cimientos.
El profesor de la USC Jon Postel es el cocreador del origen de la actual infraestructura de dominios de internet. Tras comenzar con los génericos (.com, .net…) decidió que sería buena idea que cada país del mundo o territorio tuviera su propia extensión. En 1985 ya había asignado los tres primeros: .us (para Estados Unidos), .uk (para el Reino Unido) y .il (para Israel). Una década después, casi todos los países del mundo lo tenían.
Para gestionar estas extensiones específicas de países se necesitaba un administrador: alguien que vendiera los nombres de dominio, proporcionara apoyo técnico y se llevara una parte de los beneficios como compensación. Postel no pensó en conceder el poder administrativo sobre ellos a los gobiernos de cada territorio, sino que comenzó a darlos a los primeros que lo solicitaban.
Postel gestionó durante años .us, y repartió lo de los principales países mayoritariamente entre colegas de universidades. Seguramente en ese momento no habría nadie más interesado o con conocimientos sobre ello. Era el espíritu de construcción de internet.
Pero eso, lógicamente, cambió.
En 1994, cuando ya había más de cien dominios de primer nivel específicos de cada país, Postel actualizó su política. Ahora los administradores de nombres de dominio específicos de un país debían tener al menos alguna conexión con los países en cuestión, se exigía llegar a un acuerdo con autoridades competentes (aunque no se especificaba que fueran los gobiernos) y también se exigía que al menos una persona involucrada en la entidad administradora de las terminaciones de dominio viviera en el país correspondiente.
El sistema no funcionó en muchos casos, con muchos empresarios occidentales consiguiendo gestionar las terminaciones de dominio de países en desarrollo. El .ly de Libia -ahora usado por ejemplo por bit.ly- fue a parar a un empresario británico que fingió vivir en Trípoli.
Con el tiempo se dieron otros casos algo más beneficiosos para los territorios a los que pertenecen estas terminaciones: .tv, conocido por terminaciones para cadenas de televisión y ahora en auge gracias a Twitch, fue cedido por el gobierno de la también insular Tuvalu a una empresa externa -Verisign, la más grande del sector y gestora de los .com o .net- que le paga de media 5 millones de dólares anuales.
El cliente más notable de Tuvalu es Amazon, que compró el sitio de streaming de videojuegos en línea 'Twitch.tv' por 970 millones de dólares en 2014.
Según The Washington Post, el contrato con Verisign es suficiente para que Tuvalu gane una doceava parte de su PIB, solo por la licencia de su dominio ".tv".
Anguila y su .ai es otro caso donde es el gobierno local de la isla el que sigue manteniendo el poder. En 2018 la venta de dominios .ai dejó en las arcas del pequeño archipiélago 2.8 millones de dólares, una suma que, teniendo en cuenta el crecimiento de los registros, podría haberse multiplicado fácilmente por 5 en la actualidad.
“El caso de los .ai es cierto que está gestionado por una sociedad ligada la gobierno de la isla. Hay otros casos donde, o bien aunque también sea así funciona mucho peor, o bien quien lo gestiona es una tercera empresa que nada tiene que ver con el territorio”, explica Gelabert.
Es el caso por el ejemplo de los dominios .io, usados por su ligazón con la programación (se usa como acrónimo de input/output) y que pertenece al Territorio Británico del Océano Índico, un remoto cúmulo de pequeñas islas y atolones dispersos entre África y la India en medio del Océano Índico, también conocido como Chagos.
Allí, la gestión externa de su dominio se une a una historia de explotación de sus pobladores originales debido a la situación estratégica de la isla, que siempre ha sido objeto de deseo para situar bases militares, obligando a muchos de sus residentes a exiliarse durante décadas. Es, de forma clara, la otra cara de cómo internet conecta puntos de manera completamente fortuita, para lo bueno y para lo malo.
Y del éxito de los .tk a los .so, usados para software… y por los piratas de Somalia
Seguimos nuestro viaje por Tokelau, un archipiélago perteneciente a Nueva Zelanda poblador por menos de 2.000 personas… y 25,1 millones de dominios registrados en su dirección .tk.
¿A qué debe su éxito? Su gobierno local, que gestiona la terminación, ha decidido que sus dominios serán gratis y que nunca se eliminarán los caducados.
“Cada gestor o propietario de los derechos puede tomar las decisiones que considere en cuanto al precio, las tasas o las formas de pago. Volviendo a los .ai, por ejemplo, cuentan con un periodo mínimo de registro de dos años”, comenta Gelabert.
Esta idiosincrasia tan diversa se debe a cómo se otorgan los derechos de gestión de los dominios desde la ICANN, en un proceso competitivo que no suele estar exento de polémica. Desde 2014 se fueron desplegando multitud de terminaciones nuevas con el fin de disminuir el peso de los .com y facilitar otras opciones, ya que era muy complicado dar con dominios libres. Ahí surgieron los .top, .pro, .wyz, .online, .shop o .online que empiezan a ser comunes, y se prevé que llegue pronto otra ampliación.
Sin embargo, en cuanto a las terminaciones ligadas a un territorio, la teoría dice que debería ser una entidad ligada al país. Eso, como hemos visto, a veces sucede y a veces no. Y también trae sus problemas.
“Hay algunos casos que son especialmente complicados, como los .so de Somalia. En un país tan inestable puede estar días sin saber nada de ellos. También hay otros registradores que aún opera con fax…” sigue comentando Gelabert acerca del submundo de las terminaciones de dominio. Esta misma semana se han llevado un nuevo susto, cuando con el fallecimiento del único propietario y responsable del mayor registrador de los .to (Tonga) muchos dominios se han quedado en el aire. "Básicamente, estamos intentando prestar soporte gratuito a quienes se han quedado con sus dominios en el limbo", explica.
Los .so de hecho son especialmente relevantes porque es usado por muchas empresas y comunidades de software, y también empresas, como la conocida herramienta Notion.
Aunque más fría que una isla del Caribe, cerramos el viaje por la terminación de dominio de la isla del Canal de Guernsey (.gg), también con dependencia de la corona británica. Su uso creció gracias a su popularidad entre los usuarios de Twitch, ya que "gg" es una frase popular en los juegos en línea, abreviatura común de "good game" (buen juego).
Todo un compendio de rarezas que deja entrever que el sustrato de internet a veces está construido sobre cimientos mucho más aleatorios de lo que parece.