Doggerland es un espejo al pasado que puede hablarnos también sobre nuestro futuro. Se trata de una antigua civilización, de los periodos paleolítico y mesolítico superiores, que quedó sepultada bajo el agua a causa del cambio climático. Los arqueólogos llevan tiempo intentando estudiarla, pero es complicado trabajar bajo el agua. Por eso, ahora han añadido los campos magnéticos a sus herramientas de búsqueda.

Los responsables de esta nueva técnica de investigación son un equipo de científicos de la Universidad de Bradford. Dado que conocen la ubicación aproximada de los asentamientos, han procedido a someterlos a un campo magnético, ya que pequeñas variaciones en el mismo pueden indicar la presencia de cambios en el paisaje, como “áreas de formación de turba y sedimentos, o donde se ha producido la erosión, por ejemplo, en los canales de los ríos”.

Durante años los pescadores de la zona han encontrado huesos o instrumentos que indican la presencia cercana de Doggerland, pero el lugar exacto del asentamiento sigue aún por estudiar. Ahora, podrían tener la clave para lograrlo y, así, analizar ese pasado que puede hablarnos tanto de nuestro futuro.

¿Qué ocurrió con Doggerland?

Doggerland

Hace aproximadamente 12.000 años, Doggerland se ubicaba entre Europa continental y la costa oriental de Gran Bretaña. Hoy en día todo es agua, pero entonces el paisaje estaba formado por colinas suavemente inclinadas, marismas, valles muy boscosos y lagunas pantanosas. Según los arqueólogos que han estudiado la zona, las personas que vivían allí eran en su mayoría cazadores recolectores, que migraban con los cambios de las estaciones.

Sin embargo, la fusión de los glaciares a causa de un cambio climático natural, no antropogénico como el actual, terminó inundando la zona, obligando a los habitantes de Doggerland a desplazarse a sitios más elevados. Así, aquel asentamiento se convirtió en una especie de Atlántida, que a día de hoy sigue siendo en parte un misterio.

El papel de los campos magnéticos

Los autores de esta investigación han estado trabajando con la consultora de ingeniería Royal Haskoning. Han sido ellos quienes, en el marco de un proyecto para estudiar el impacto ambiental en la zona, han proporcionado los conjuntos de datos de campos magnéticos asociados a la ubicación de Doggerland. 

Para ello se han usado magnetómetros, que son instrumentos similares a torpedos, que se conectan mediante cables a buques de reconocimiento. Estos aparatos se arrastran por el fondo marino y van tomando datos sobre los campos magnéticos del mismo. Así, se crean unos perfiles que pueden analizarse en busca de anomalías asociadas a cambios en el terreno, como los antes mencionados.

Trabajo a contrarreloj

Actualmente, la energía eólica marina se ha convertido en una alternativa muy útil a los combustibles fósiles. Y precisamente la zona en la que se encuentra Doggerland es una de las candidatas principales a seguir albergando molinos de este tipo.

Por eso, los científicos de este proyecto están trabajando a contrarreloj, con el fin de buscar indicios del asentamiento antes de que las instalaciones lo hagan inaccesible. Si no, aquella vieja Atlántida quedará sepultada para siempre, ocultándonos el pasado y sin poder darnos datos sobre un posible futuro.

Recibe cada mañana nuestra newsletter. Una guía para entender lo que importa en relación con la tecnología, la ciencia y la cultura digital.

Procesando...
¡Listo! Ya estás suscrito

También en Hipertextual: