El universo está repleto de campos magnéticos que se entrelazan entre sí, afectando al comportamiento en su interior, pero también a su alrededor. Se conoce bien el de la Tierra, e incluso los de otros planetas. Pero no solo estos cuerpos tienen campo magnético. Las galaxias, por ejemplo, también tienen uno. Los astrónomos han estudiado los de muchas galaxias, pero todas ellas cercanas, por lo que había un vacío de información, concerniente a las que se encuentran mucho más lejos de nosotros. Al menos lo había hasta ahora, pues un equipo de científicos del Observatorio Europeo Austral (ESO) ha encontrado el campo magnético de la galaxia más lejana que se ha analizado jamás en ese aspecto.

Lo han hecho gracias a ALMA, un proyecto astronómico formado por varios países, con sede en Chile. Está constituido por 66 antenas, especializadas en tomar medidas en longitudes de onda milimétricas y submilimétricas, de modo que es capaz de obtener información de señales que van desde las microondas hasta el infrarrojo lejano.

De este modo, se ha detectado el campo magnético de una galaxia cuya luz partió hacia nosotros hace 11 billones de años. Eso quiere decir, no solo que se trata del campo magnético de una galaxia más lejana que nunca, también que nos está dando información muy interesante sobre los albores del universo.

¿Qué sabemos sobre el campo magnético de una galaxia?

Un campo magnético es un campo de fuerza creado como consecuencia del movimiento de cargas eléctricas en un entorno concreto.

Se sabe, por ejemplo, que la Tierra tiene un campo magnético a su alrededor, que tiene influencias en su interior, por ejemplo en la formación de auroras. Pero también en el exterior, por cómo interacciona con otros cuerpos celestes. 

En el caso de los planetas, como el nuestro, se considera que el campo magnético está influenciado por algo conocido como efecto dinamo. Es decir, la convección de un fluido conductor de la electricidad, en nuestro caso el hierro fundido del núcleo terrestre, unido al movimiento de rotación, es el responsable de que se genere el campo magnético.

Esto, con la Tierra, está bastante bien estudiado. Por extrapolación, se ha pensado durante mucho tiempo que con el campo magnético de una galaxia pasaría lo mismo. Pero había pocas evidencias al respecto. Hasta hace poco solo se habían mapeado algunas galaxias individuales y se había dado por hecho que el efecto dinamo ayudaría a mantener uniforme sus campos magnéticos.

Un cambio de hipótesis

En 2016, un equipo de científicos del Instituto de Astrofísica de Canarias observó que es un asunto mucho más complejo. Al analizar una cantidad mucho mayor de galaxias, observaron que la velocidad de rotación, así como el tamaño, hacían que el campo magnético de una galaxia fuese mayor. Por lo tanto, era algo individual, no tan uniforme como se habría esperado del efecto dinamo.

Estos científicos concluyeron que, posiblemente, esta influencia de otros factores en el campo magnético se ha dado en las galaxias más jóvenes y que podría ser que las más antiguas sí que se rigeran por el efecto dínamo. El problema es que, por aquel entonces, observar el campo magnético de una galaxia lejana, cuya luz se emitió hace muchísimo tiempo, era prácticamente imposible.

Gracias a ALMA

La galaxia lejana para la que se ha conseguido detectar el campo magnético es 9io9, conocida porque fue descubierta gracias a un proyecto de ciencia ciudadana en un programa de televisión.

Tanto esta como el resto de galaxias están formadas por una gran cantidad de granos de polvo que, al entrar en contacto con el campo magnético, se ordenan. Además, la luz se polariza. Es decir, los rayos de luz, en vez de oscilar aleatoriamente, toman una dirección preferida. Por eso, ALMA está constantemente buscando señales asociadas a la luz polarizada. Lo había hecho en más ocasiones con galaxias cercanas y se esperaba que pudiese hacerse con las lejanas. Si ALMA no puede, difícilmente podría hacerse con otros observatorios. Por eso, finalmente se logró hacer lo propio con 9io9. 

El campo magnético de esta galaxia es 1.000 veces más débil que el de la Tierra, pero es muy extenso. Se extiende a lo largo de unos 16.000 años luz. Por eso finalmente ha podido detectarse.

Ahora habrá que estudiar cómo influye sobre otros cuerpos a su alrededor. Yy, sobre todo, comprobar si es cierto que en el pasado las galaxias seguían la hipótesis de la dinamo. Mucho que estudiar; pero, por ahora, también mucho que celebrar.