Decir chip o procesador sigue siendo, en muchos casos, sinónimo de Intel. Las pegatinas anunciando que uno de sus productos mueven lo que pasa dentro de millones de torres de ordenador y de portátiles de todo el mundo siguen siendo visibles, pero cada vez menos.
La empresa anunció en sus últimos resultados lo que se venía cocinando a fuego lento desde 2020, momento en el que Apple concretó su decisión de cerrar su colaboración para fabricada sus propios chips. Hoy las acciones de Intel valen la mitad que hace solo un año (de 50 a 25 dólares). El fabricante tuvo en 2020 una disminución de ingresos del 32 % año tras y una pérdida neta de 664 millones de dólares solo en el último trimestre. Su CEO, Pat Gelsinger, que tomó el cargo en 2021, está en el punto de mira.
¿Cómo hemos llegado hasta aquí, además de perder a Apple como cliente? Los problemas de Intel son muchos y variados, pero han coincidido en el tiempo. Tienes que ver con una demanda debilitada tras el descenso de compras de ordenadores y no saber recomponerse tras perder a Apple. Y ya, incluso antes, con el auge de los dispositivos móviles, la mayor rivalidad de empresas competidoras como AMD y Qualcomm, y sus propios problemas internos.
Intel, inadaptado a la propia ley de su fundador
Pero hay más. La ley de Moore establece que el número de transistores de un microprocesador se duplica aproximadamente cada dos años, al mismo tiempo que el coste de los ordenadores se reduce a la mitad. Además de que el crecimiento de los microprocesadores es exponencial.
Esta observación fue realizada en 1965 por Gordon E. Moore, cofundador de Intel, que tuvo la visión de crear una empresa que reflejara su creencia en la innovación continua.
Aunque la ley de Moore sigue siendo válida para el desarrollo de microprocesadores, ya no lo es para Intel, que tiene en sus procesadores x86 —aun los comunes del mundo—, una hegemonía menguante.
Moore fundó Intel junto con su socio Robert Noyce en 1958 con el objetivo de crear un nuevo tipo de memoria semiconductora llamada memoria dinámica de acceso aleatorio (DRAM). Sin embargo, la empresa no tardó en ir más allá de este objetivo inicial y empezó a producir microprocesadores.
El Intel 4004 fue el primero que presentó Intel en 1971, y alimentó los primeros ordenadores personales. Después el Intel 8008 y el Intel 8080, que se utilizaron en los primeros equipos de éxito comercial como el Altair 8800, y llegaron en 1972 y 1974 respectivamente.
El IBM PC y sus clones emplearon los 80286 y 80386 de Intel. Estos se desarrollaron en la década de 1980 y se convirtieron rápidamente en el estándar de los ordenadores personales. La gama de procesadores Pentium, introducida por la compañía en la década de 1990, se usaron ampliamente en servidores y ordenadores personales.
Intel era, simplemente, un estándar. Carecían prácticamente de competencia. Parecían un gigante imposible de tumbar. Nadie podía con ellos. Fruto de ello, había liderado el sector de los procesadores informáticos durante muchas décadas. Sin embargo, en los últimos años, Intel ha caído muy por debajo de su competencia.
Competencia y comodidad a golpe de nanómetro
Mientras la industria avanzaba hacia el proceso de 10 nanómetros, Intel estuvo estancada los 14 nanómetros durante más de seis años debido a los múltiples retrasos en el desarrollo de los nodos que harían capaces hacer chips en los deseados 10 nm.
Este retraso permitió a AMD ganar terreno en el mercado, ya que la compañía fue capaz de lanzar sus propios procesadores de 7 nanómetros, antes que Intel, dando un golpe sobre la mesa y sorprendiendo a la industria.
El aumento de la competencia de otras empresas es otro de los elementos que han provocado el declive de Intel. Debido al éxito de los lanzamientos de sus procesadores, AMD, uno de los principales adversarios de Intel, ha aumentado su cuota de mercado. Muchos clientes se han sentido atraídos por estas CPU porque ofrecen un buen rendimiento a un precio más barato que las opciones de Intel. Además, Qualcomm también ha entrado en el mercado de procesadores para PC, presionando aún más a Intel.
La situación ya era complicada para Intel, pero la tormenta perfecta para la compañía llegó con Apple. Decidieron prescindir de sus procesadores y empezar a fabricar sus propios chips M1 para los Macs. Acabando finalmente el acuerdo que inició entre ambas compañías que anunció Steve Jobs en 2005 durante su sorpresiva keynote en la WWDC de 2005.
¿Posibles salidas?
Intel tiene, actualmente, sus esfuerzos enfocados en su decimosegunda generación de procesadores, los Lake y la producción de GPUs asociada. Además, la compañía ha hecho planes para cambiar a un método de fabricación de 3 nanómetros, lo que los ayudaría a recuperar su ventaja competitiva. Este año, en el CES, presentó su primer procesador de 6 GHz. También, la apuesta por posicionarse en temas de inteligencia artificial.
Entre sus movimientos más recientes, la compra de Tower Semiconductor, una firma israelí desconocida por la mayoría, a cambio de 5.400 millones de dólares, pero con potencial y tecnología para devolverle a la posibilidad de vender CPUs para terceros.
El objetivo es cambiar el rumbo del barco antes de que zozobre. A pesar de todo, Intel sigue siendo líder del mercado de procesadores. Aunque se han quedado muy por detrás cuando se trata de crear sistemas en chip (o SoC, del inglés system on a chip) para dispositivos móviles como smartphones, tablets, relojes inteligentes y wearables.
Pero Intel está adelantando su línea de producción para estar preparada para las futuras necesidades de procesadores superavanzados basados en nodos aún más diminutos. Con miras a conseguir ser líderes nuevamente, no solo en producción, también en innovación. Eso sí, el camino perdido por el camino, va a ser complicado de recuperar.