Si el infierno existiera, posiblemente sería muy similar a estar en Ío, el satélite galileano más cercano a Júpiter. Con sus 3.600 kilómetros de diámetro cubiertos de 400 volcanes, se le considera el objeto más activo geológicamente del sistema solar. Tanto, que a su alrededor hay una nube constante de azufre y dióxido de azufre que lo convertiría en un lugar extremadamente maloliente si pudiésemos sobrevivir en su superficie el tiempo suficiente para olerlo. Todo esto es algo que ya se sabía. Sin embargo, su actividad volcánica no es fija. A veces es mucho más intensa y parece ser que justamente ahora ha pasado por uno de sus momentos más activos.
Es la conclusión que se extrae de los datos más recientes de Io Input/Output (Io/IO). Es un observatorio perteneciente al Instituto de Ciencias Planetarias de Arizona, con el que se analiza la actividad volcánica de Ío a través de la observación de una nube de azufre y sodio que, a falta de un campo magnético que la retenga, acaba orbitando Júpiter.
A estos datos se sumarán también los de la sonda Juno a finales de 2023, por lo que tendremos más información sobre la actividad volcánica de esta luna de Júpiter. De momento parece ser que acaba de experimentar una gran explosión geológica, pero con ciertas peculiaridades.
Io, la más infernal de las lunas de Júpiter
Ío orbita alrededor de Júpiter en una órbita elíptica, en la que se genera cierta atracción gravitatoria desde su planeta. Además, el resto de lunas galileanas también influyen sobre ella, por lo que se genera un gran calentamiento por fricción que deriva en una intensa actividad volcánica, caracterizada por ríos de material fundido y gases de azufre y sodio.
Estos pasan a una nube alrededor de Júpiter, conocida como el toroide de plasma de Ío, que además es la encargada de alimentar las famosas auroras ultravioleta que fueron fotografiadas por el James Webb en 2022.
Con IoIO se pueden medir las fluctuaciones en esta nube gracias a sus técnicas coronográficas. Es decir, puede minimizar la luz procedente del propio planeta para poner la atención en otros objetos iluminados a su alrededor. Incluido el toroide de plasma de Ío.
Gracias a esto, el responsable del observatorio, Jeff Morgenthaler, ha podido comprobar que entre julio y septiembre, y después de nuevo en diciembre, la cantidad de material incluido en el toroide fue enorme. Mucho mayor de lo normal. Sin embargo, y en contra de lo que parecería intuitivo, estaba mucho menos iluminado.
No está claro el motivo por el que ocurre esto. Según ha explicado el propio Morgenthaler en un comunicado, podría significar que el toroide es más eficiente para deshacerse del material cuando más material llega hacia él. Dicho muy grosso modo y metafóricamente, podría decirse que trabaja mejor bajo presión.
Juno también estudiará los volcanes
Todo esto es solo una hipótesis. Para saberlo mejor, Morgenthaler espera contar a finales de este año con los datos de Juno. Esta es una sonda espacial que fue lanzada en 2011 para estudiar Júpiter y sus inmediaciones y que justamente sobrevolará Ío el próximo mes de diciembre. Por ahora solo sabemos que ha habido una gran explosión de volcanes en el particular infierno de Júpiter. Sin embargo, seguro que esta sonda puede desentrañar muchos más datos interesantes.