Elon Musk se enfrenta a una demanda por parte del Crown Estate, una corporación que gestiona algunas de las propiedades del rey Carlos III en el Reino Unido, por no pagar el alquiler de las oficinas que Twitter tiene cerca de Piccadilly Circus, en Londres.
Según la BBC, el Crown Estate intentó ponerse en contacto con Twitter para aclarar los retrasos en el pago de las oficinas que la compañía alquila desde 2014 en el complejo Air W1, ubicado en el número 20 de Air St, en Londres. Al no obtener respuesta por parte de la firma, ahora propiedad de Elon Musk, no han tenido más remedio que tomar acciones legales; una medida que precisamente también ha realizado Columbia Property Trust, propietaria del edificio donde Twitter tiene su sede en San Francisco.
Se desconoce, eso sí, la cantidad que Elon Musk debe a la corporación que también gestiona una cartera de propiedades del rey Carlos III en concepto de pago de alquiler. No está claro, además, si Twitter planea mantener sus oficinas en el complejo. De hecho, y tal y como comenta el Daily Telegraph, el logotipo de la red social ha sido retirado de la fachada, pero un trabajador de la compañía ha revelado que continúan ocupando las instalaciones.
Elon Musk tampoco ha pagado el alquiler de la sede de Twitter en San Francisco
Elon Musk, reiteramos, también se enfrenta a una demanda por no pagar el alquiler de las oficinas de Twitter en San Francisco. Bloomberg reveló que la nueva empresa del magnate debe 136.250 dólares en concepto de arrendamiento por la sede. Cantidad que Musk nunca ha llegado a abonar como una aparente estrategia para ahorrar costes.
El también CEO de Tesla y SpaceX, incluso, ha llegado a eliminar los servicios de limpieza en las instalaciones de la red social con el objetivo de recortar gastos, lo que ha obligado a los empleados a llevar su propio papel higiénico. El ejecutivo, por otro lado, tiene activa una demanda por no pagar 197.725 dólares de un vuelo que él mismo realizó con un jet privado.
Estas denuncias, precisamente, se han llevado a cabo después de que Musk comprara Twitter por 44.000 millones de dólares para hacer de la red social un lugar donde reine la libertad de expresión. Es, sin embargo, un movimiento que ha creado mucha incertidumbre no solo entre usuarios, sino también entre los anunciantes, quienes decidieron suspender la distribución de publicidad, afectando así a los ingresos de la plataforma.