Desde su invención, la bomba atómica ha sido codiciada por países de todo el mundo. Con tan solo tenerla, los países que cuentan con armamento nuclear pueden sacar pecho en el escenario mundial. Y sin mencionarla ni tan siquiera amenazar con usarla, otros países pueden temer su mera existencia en manos del país vecino. Su mala fama y el intento de evitar su proliferación no ha evitado que varios países la posean. Y aunque oficialmente no hay armas nucleares en territorio español, podríamos preguntarnos: ¿sería posible tener armas nucleares en España?

No será porque no lo intentaron. Como vimos en un artículo anterior, durante la dictadura de Franco, España hizo todo lo que estuvo en sus manos por fabricar su propia bomba atómica. Décadas intentándolo para que, finalmente, se le diera carpetazo al proyecto ante la presión de Estados Unidos. Y desde entonces, nunca más se volvió a hablar del tema. O no con la suficiente insistencia. 

Los movimientos pacifistas, por un lado, y los movimientos ecologistas por otro, hicieron que España fuera uno de los países más contrarios a tener su propio armamento nuclear. Y aunque no están directamente relacionados, también se presionó para no tener centrales nucleares en territorio español. Algo que hoy pagaríamos muy caro en nuestra factura de la luz. Pero puestos a fantasear con la idea de disponer de armas nucleares en España, ¿cuáles serían los pasos a seguir? ¿Sería posible en la actualidad iniciar una carrera armamentística con el fin de desarrollar la bomba atómica en suelo español y, por tanto, europeo?

Tenemos los ingredientes necesarios

Para fabricar una bomba atómica como las que poseen países vecinos como Francia y Reino Unido u otros más lejanos como India y Pakistán, necesitamos un ingrediente indispensable: el uranio enriquecido. O el plutonio, que se fabrica a partir de uranio. Y la buena noticia es que España tiene uranio. Es más. Puede presumir de tener reservas de uranio por encima de la media europea. Eso es así hasta tal punto que España podría lograr la independencia energética gracias a su propio uranio empleándolo en centrales nucleares. Y esa independencia duraría más de 10 años

Sin embargo, la mala prensa que tiene todo lo relacionado con “nuclear” o “atómico” ha impedido que España logre esa independencia energética. Con todo, podemos estar satisfechos de lograr energía libre de emisiones CO2 cada día gracias a las centrales nucleares en territorio español. Y que suponen un 20% del total de energía producida a diario, situándose en el segundo o tercer puesto de fuente de energía libre de CO2 y en un apoyo importante a fuentes en alza como la solar, la eólica o la hidráulica. 

Por este motivo, España, pese a tener uranio en su territorio, lo tiene que importar de Rusia (40%), Canadá (22%), Níger (19%) o Kazajistán (11%). Y eso que entre 1960 y 2000 se extrajo plutonio de los yacimientos de Saelices el Chico (Salamanca). Y entre 1966 y 1990, de La Haba (Badajoz). Lo que hizo que España fuera el segundo mayor productor de uranio de Europa. Así que fabricar armas nucleares en España, el problema no sería de falta de materias primas.

Sede de las Naciones Unidas en Nueva York

Los límites internacionales

Como hemos visto, los ingredientes para fabricar armamento nuclear en España están ahí. Pero hay impedimentos mayores a los meramente técnicos. Para empezar, España forma parte de un entramado internacional de acuerdos y tratados firmados y aprobados bajo el amparo de organismos internacionales como la Unión Europea o Naciones Unidas.

De ahí que en 1987, España se uniera al Tratado de No Proliferación Nuclear, por sus siglas en inglés NPT. Firmado en julio de 1968 en Londres, Moscú y Washington DC y en vigor desde marzo de 1970, en palabras de la Wikipedia, “restringe la posesión de armas nucleares y forma parte por tanto de los esfuerzos de la comunidad internacional para impedir la proliferación de armas de destrucción masiva”. En la actualidad, más de 190 países han firmado este tratado. 

Y sus artículos dicen lo siguiente: los Estados con Armamento Nuclear se comprometen a no transferir tecnología nuclear a otros países ni a ayudarles a ello. Por su parte, los Estados sin Armamento Nuclear, se comprometen a no desarrollar armas nucleares y a someterse a la supervisión del Organismo Internacional de Energía Atómica y de Naciones Unidas. No puede quedar más claro.

Mejor hacer caso a Naciones Unidas

Sí es cierto que algunos países han ido por libre no respetando este tratado para fabricar armas nucleares. Un ejemplo es Israel. Pero juega la carta del despiste. Oficialmente no posee armamento nuclear. Pero todos los países saben que algo hay. Sus buenas relaciones con Estados Unidos impiden que se inicie cualquier investigación al respecto como sí ocurre repetidamente con Irán. País castigado, desde dentro, por su dictadura islámica, y desde fuera por las constantes sanciones y amenazas ante las sospechas de querer desarrollar armas nucleares. Otro ejemplo es Corea del Norte. Pero es un país totalmente aislado internacionalmente y solo recibe ayudas puntuales de China.

En resumen. El principal impedimento para que haya armas nucleares en España es que si se quisiera trabajar en ello, la comunidad internacional lo impediría. Primero, desde la Unión Europea. Y acto seguido, Naciones Unidas también pondría reparos. Eso sin contar con Estados Unidos a título personal y los países vecinos. Francia, pese a tener bomba atómica, Italia, Portugal, Marruecos y Argelia. Los europeos amenazarían con sanciones europeas. Y los países del sur amenazarían con congelar los acuerdos en cuestión de exportaciones de gas natural, pesca en aguas comunes y/o exportaciones e importaciones de productos entre estos países y España.

Acto público con el dictador Francisco Franco y el Presidente de Estados Unidos Dwight Eisenhower. Diciembre de 1959 Credit: US National Archives / Wikipedia

Armas nucleares en España como préstamo

Si no es posible fabricar armas nucleares en España, ¿sería posible albergar las bombas atómicas de otros países? No es algo descabellado. En Europa, hay armamento nuclear de Estados Unidos. La cantidad estimada es de 150 bombas de tipo B-61 que pueden lanzarse desde el aire. Están situadas en bases aéreas de Alemania, Italia, Bélgica y Países Bajos. Fuera de Europa, también Turquía tiene algunas de esas ojivas nucleares. Y Polonia solicitó entrar a formar de esa lista a finales de 2022 ante la amenaza rusa en el contexto de la invasión de Rusia a Ucrania.

España podría hacer lo propio. Pedir a Estados Unidos disponer de armamento nuclear. Y no habría demasiado problema en ello teniendo en cuenta que Estados Unidos tienen dos bases militares en territorio español: Rota (Cádiz) y Morón de la Frontera (Sevilla). Pero habría dos motivos para que este acuerdo no se llevara a cabo. El primero es que Estados Unidos ya tiene arsenal nuclear en Italia, país vecino. Así que no merece la pena enviar armas nucleares a España. Y el segundo motivo sería que la sociedad española no estaría nada de acuerdo. En especial en Andalucía y tras el accidente de Palomares, del que hace pocos años supimos más detalles que empeoran la versión oficial del suceso.

Mucho esfuerzo para tan poca recompensa

En resumen. El Estado español tiene los ingredientes para fabricar armas nucleares en España. Y tiene los conocimientos y la tecnología. Es más. De manera extraoficial podría adquirir los componentes que le faltasen a países aliados como Francia o Estados Unidos. No sería la primera vez que algo así ocurre vistos los casos de Israel, India, Pakistán o Corea del Norte.

Pero España se enfrentaría a la presión de la sociedad pública, que si ya es reticente al empleo de centrales nucleares para fabricar energía, peor sería su respuesta ante la idea de albergar armas nucleares en territorio español. Y a nivel internacional, países vecinos, potencias como China y Estados Unidos y organizaciones como la Unión Europea y Naciones Unidas, presionarían para que no se llevase a cabo la fabricación de armas nucleares en España.

Y, por último, después de tanto esfuerzo de tanta presión externa, si España decidiera seguir adelante, la recompensa no merecería tanto esfuerzo. Expertos en estrategia y conflictos internacionales apuntan a que los problemas diplomáticos de España en los últimos años ha sido de bajo nivel. Las disputas con Marruecos, por ejemplo, se suceden con frecuencia por ver si las aguas comunes pertenecen a uno u otro país. De vez en cuando surge el tema de Ceuta y Melilla y el Sáhara Occidental. Pero todo queda en meras declaraciones que no llevan al uso de la fuerza. Y que España tuviera armas nucleares no le haría solventar estos problemas que, lamentablemente, seguirán eternizándose en el tiempo.

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