Hay supuestos remedios tradicionales cuya ineficacia es tan obvia que nadie se ha parado a estudiarla. Sin embargo, siempre puede haber alguien que se escude en la falta de estudios para defenderlos sobre la medicina convencional. Por eso, un equipo de científicos de la Universidad de Friburgo ha llevado a cabo una investigación sobre “El Secreto”, una oración medieval que aún se usa a día de hoy en algunos hospitales suizos para detener el sangrado.

De hecho, esta oración es bastante popular en la zona francófona de Suiza. Tanto, que muchos pacientes piden a los cirujanos que no se olviden de realizarla. Por eso, no es sorprendente que cuando estos científicos eligieron a los 200 participantes del estudio, un 76% reconociera confiar en "El Secreto" para evitar el sangrado. 

Todos ellos estaban en el hospital para someterse a algún tipo de intervención coronaria. Esto implica que son necesarios métodos eficaces para detener el sangrado, que puede llegar a ser muy intenso. Por eso, no hubo ningún grupo al que solo se realizase la oración. No habría sido ético, por mucho que los participantes lo solicitasen. Sí que hubo un grupo que solo se sometió a tratamientos convencionales y otro que empleó una mezcla de ambos. Y no, como cabía esperar, no hubo diferencias.

El origen de “El Secreto”

“El Secreto” es una oración practicada durante la Edad Media por monjes europeos. Se basaba en un pasaje de los Evangelios en el que Jesús cura milagrosamente a una mujer sangrante y debía ser realizada por personas iniciadas, que se la enseñaban unas a otras.

Es decir, incluso a día de hoy, se supone que nadie puede realizarla a sí mismo o a un familiar. Hoy en día se realiza generalmente en hospitales, cuyos cirujanos normalmente ni siquiera creen en ella. Pero la realizan porque sus pacientes sí lo hacen. 

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Foto por James Coleman en Unsplash

No es un secreto que esta oración no detiene el sangrado

El sangrado de los pacientes después de la intervención se midió mediante la clasificación  Bleeding Academic Research Consortium (BARC). Con ella se da una valoración del 0 al 5, en la que el 0 indica que no hay sangrado y el 5 se corresponde con un sangrado fatal. 

En este caso, se detectó sangrado en el 27,5% de los pacientes y las tasas fueron muy similares. Para los que recibieron solo atención estándar, el 14% tuvieron un BARC1 y el 13% un BARC2. En cuanto a los que también se sometieron a la oración de “El Secreto”, se clasificaron como BARC1 el 16% y como BARC2 el 12%. Ninguno de ellos fue grave.

Lo que está claro es que la oración no estaba sirviendo de nada. Aun así, y a pesar de que ahora hay incluso un estudio que lo demuestra, es posible que se siga usando en los hospitales suizos. El motivo, según declaran sus autores, es que, en realidad, ayuda a reducir la ansiedad por la operación de los pacientes. De hecho, aunque no han analizado esa parte en este estudio, consideran que podría generar cierto efecto placebo. Es decir, los pacientes que creen en la eficacia de “El Secreto” se someten más tranquilos a las intervenciones quirúrgicas.

Eso no les ayudará a reducir el sangrado, pero sí a pasar la operación con más calma, algo que puede ser muy útil durante el posoperatorio. 

En definitiva, realizar prácticas medievales sin fundamento no tiene ningún sentido médico. Pero, si hay beneficios a nivel psicológico, puede seguir considerándose. La clave está en no dejar a un lado la medicina convencional, por mucho que los pacientes confíen en los rezos. Porque no, ninguna deidad va a llegar a detener una hemorragia. La única que tiene la potestad de hacerlo es la ciencia.

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