La lluvia ha llegado a buena parte de España y se ha quedado con nosotros durante días. Se agradece, ya que todo esto ocurre después de un verano y un otoño excesivamente secos. Por fin recibimos esas precipitaciones tan deseadas. Sin embargo, durante todos esos días sin agua en realidad sí que estábamos bajo una lluvia invisible y mucho más peligrosa: la de los microplásticos.

Un nuevo estudio, publicado en Environmental Science and Techology de la mano de científicos de la Universidad de Auckland, demuestra que sobre nosotros cae continuamente una lluvia de fragmentos de plástico tan pequeños que no los vemos, pero que sí podrían estar dañando nuestra salud.

Es importante aclarar que esto no ocurre solo con la lluvia. Esta puede arrastrarlos, pero en realidad están continuamente en la atmósfera, cayendo lentamente y depositándose en las superficies. De hecho, la investigación se ha llevado a cabo tomando muestras en dos tejados de Auckland, uno en un edificio universitario y otro en los suburbios de la ciudad neozelandesa. 

Resultados desalentadores sobre la lluvia de microplásticos

En este estudio se contaron de media unas 5.000 partículas de microplásticos por metro cuadrado. Esto supondría 74 toneladas métricas de plástico al año o, lo que es lo mismo, unos 3 millones de botellas de plástico. Los más abundantes fueron el polietileno (PE), utilizado en bolsas de supermercado y botellas exprimibles, como las de kétchup, el policarbonato (PC), utilizado en equipos de protección y dispositivos médicos, y el poli (tereftalato de etileno) (PET), utilizado en envases de alimentos y bebidas.

Curiosamente, es mucho más de lo que se midió en Londres en un estudio similar realizado en 2020. En aquel caso, solo se detectaron de media 771 partículas de microplásticos en un metro cuadrado. Es algo que resulta curioso, puesto que Londres es una ciudad mucho más céntrica y contaminada que Auckland. Por eso, la conclusión de estos científicos es que en Londres puede haber la misma cantidad, o incluso más, pero que los métodos empleados para cuantificar los microplásticos no fueron los mismos.

Para empezar, todo depende de lo que consideremos que son microplásticos. Según la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) de Estados Unidos, se considera como tal cualquier fragmento de plástico de menos de 5 milímetros. 

Todo lo que esté por debajo vale. Sin embargo, precisamente los más pequeños son más difíciles de cuantificar, por lo que en algunos estudios no se tienen en cuenta. En el caso del estudio de Auckland, se vio que la mayoría de partículas tenían entre 10 y 50 micrómetros. De hecho, solo el 3% tenían más de 100 micrómetros. Por eso podemos decir que es una lluvia invisible. No vemos el plástico que nos rodea, pero está en el aire. No hay más que ver que ya se han encontrado microplásticos en lo más profundo del sistema respiratorio humano, por lo que está claro que los inhalamos sin darnos cuenta. Lo que eso puede implicar para nuestra salud aún no se ha estudiado lo suficiente, pero parece obvio que si seguimos así no será nada bueno.

Microplásticos
Credit: Marc Newberry

La influencia de los vientos de la costa

Tanto este como otros estudios concluyen también que cuando los vientos costeros soplan especialmente fuertes es más fácil encontrar cantidades elevadas de microplásticos depositadas en las superficies. Esto señala a dichos vientos como principales propulsores de los microplásticos y explicaría por qué la distribución es tan desigual de unas ciudades y unos países a otros, siendo menor la cantidad de estos pedazos de plástico en las zonas de interior. 

Eso sí, que haya menos no quiere decir que no haya, pues se han llegado a encontrar en lugares tan remotos como los Pirineos. Estamos rodeados y esto es solo el principio. A veces a los seres humanos nos cuesta mucho salirnos de nuestro egoísmo y nuestro propio ombligo. Los daños a los ecosistemas marinos ya deberían haber sido un motivo para intentar dar pequeños pasos hacia un estilo de vida con menos plásticos. Pero si eso no sirve de nada, al menos pensemos en nosotros mismos. Una lluvia invisible nos los está poniendo a la altura de los pulmones. 

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