Cuando en Argentina alguien habla del Pucará, a secas, se está refiriendo al que posiblemente sea el avión de combate más icónico jamás producido en el país. Dueño de una estética inconfundible y reconocido por su destacada labor durante la Guerra de Malvinas, el IA-58 Pucará obtuvo estatus de culto entre los fanáticos de la aviación. Al punto tal que, en 2019, una multitud se reunió en Reconquista, en el extremo norte de la provincia de Santa Fe, para despedirlo en su retiro, tras 45 años al servicio de la Fuerza Aérea.

El IA-58 Pucará fue un avión de ataque a tierra biplaza impulsado por dos motores turbohélice. Su desarrollo estuvo a cargo de la Fábrica Militar de Aviones de Córdoba, hoy FAdeA, y se inició en la década de 1960. Los orígenes de esta aeronave se remontan a la necesidad de la Fuerza Aérea Argentina de contar con un aparato diseñado específicamente para misiones de contrainsurgencia.

Un prototipo de Pucará, bajo el nombre AX-01, voló por primera vez en agosto de 1969. Mientras que los modelos producidos en serie entraron en servicio cinco años más tarde, en 1974. El avión se vio involucrado en el Operativo Independencia de 1975, donde las fuerzas armadas de Argentina se enfrentaron a organizaciones guerrilleras; pero tuvo su punto alto de acción durante la Guerra de Malvinas, en 1982.

Durante el conflicto del Atlántico Sur, el IA-58 Pucará destacó en misiones de reconocimiento y apoyo aéreo cercano. Y también cumplió la función de "cazahelicópteros". Su capacidad de operar desde pistas cortas e inadecuadas para otro tipo de aeronaves, sumada a su resistencia y armamento, lo convirtieron en uno de los íconos de la aviación argentina en el combate contra el Reino Unido.

IA-58 Pucará: diseñado y fabricado en Argentina

IA-58 Pucará
Foto: Fuerza Aérea Argentina.

Que el Pucará haya sido —y continúe siendo— uno de los aviones más queridos por los argentinos amantes de la aviación no es por capricho. El IA-58 no era veloz como los supersónicos Mirage y Super Étendard, ni tampoco tenía la potencia y agilidad del Douglas A-4 o su sucesor directo, el A-4AR Fightinghawk. Sin embargo, disponía de otras características que lo hacían tremendamente relevante.

Si bien el IA-58 Pucará era un avión de ataque a tierra ligero, su armamento no pasaba desapercibido. Incorporaba cuatro ametralladoras Browning M2-30 de 7,62 milímetros y dos cañones automáticos Hispano-Suiza de 20 milímetros. Además, poseía tres puntos de anclaje —uno bajo cada ala y el restante debajo del fuselaje— que le permitían cargar bombas de propósito general de hasta 250 kilogramos o lanzadores de cohetes aire-superficie de 70 milímetros. También se podían utilizar para llevar hasta tres tanques de combustible externos, para prolongar su autonomía en misiones de reconocimiento.

Su capacidad de operar desde terrenos poco o nada preparados le permitían llegar a posiciones de combate adelantadas, algo que resultaba imposible en aviones con motores a reacción. Además, gracias su maniobrabilidad y estabilidad, podía realizar vuelos rasantes para las misiones de apoyo aéreo cercano.

Pero lo que genera mayor admiración por el IA-58 Pucará es que se trata del único avión de combate diseñado y fabricado en Argentina que ha participado de un conflicto bélico internacional. Y que estuvo a la altura de las circunstancias.

Además, siempre llamó la atención por tratarse de una aeronave "grande" comparada con otros desarrollos turbohélice de similares características. El IA-58 Pucará medía 14,5 metros de largo, por 5,4 metros de alto, y presentaba una envergadura de 14,3 metros. En cuanto a rendimiento, incorporaba dos motores Turbomeca Astazou de origen francés que le permitían volar a una velocidad máxima de 576 kilómetros por hora. Como ya dijimos, no era el avión más veloz de la Fuerza Aérea Argentina, pero tampoco necesitaba serlo para cumplir su cometido.

El post Malvinas

IA-58 Pucará
Foto: Chris Lofting (vía Wikimedia Commons).

Se estima que la Fábrica Militar de Aviones produjo 110 unidades del IA-58 Pucará hasta 1993. Al momento de la Guerra de Malvinas, unos 60 ya habían sido entregados a la Fuerza Aérea Argentina. Del total de unidades que participaron del conflicto en el Atlántico Sur, 24 fueron derribadas o destruidas por el Reino Unido. No obstante, la mayoría de las bajas que sufrió la flota se dio durante ataques a las bases y los aeródromos desde donde operaban.

De hecho, varias unidades del avión —entre 5 y 11, según distintos registros— se enviaron a territorio británico para su análisis y exposición. En 1983, un Pucará capturado por Reino Unido fue puesto en condiciones de vuelo y utilizado para pruebas. Una vez finalizadas, se lo entregó al Museo de la Real Fuerza Aérea Británica de Cosford.

Después de la Guerra de Malvinas, el IA-58 Pucará continuó operando desde la III Brigada Aérea de Reconquista, en Santa Fe. Llamativamente, la aeronave no tuvo demasiado éxito como producto de exportación. Unas pocas unidades se comercializaron a Colombia, Uruguay y Sri Lanka, donde al igual que en Argentina ya están fuera de servicio.

Más allá de las cualidades de la aeronave, la calidad de los motores Turbomeca Astazou habría sido el principal impedimento para venderlos a más países. De hecho, el cese de su fabricación, sumado a la falta de repuestos y la cantidad de horas de vuelo y antigüedad de otros componentes, obligaron a la Fuerza Aérea Argentina a darle el adiós definitivo en 2019.

El renacimiento

IA-58 Pucará Fénix | Foto: FAdeA.

Poco después de su retiro del servicio activo, comenzó un nuevo proceso para el IA-58 Pucará. En 2019, FAdeA introdujo una versión experimental del avión, bautizada como Pucará Fénix, con varias modernizaciones. Para empezar, se cambiaron los motores Turbomeca Astazou por unos Pratt & Whitney PT6A-62 con hélices de cuatro palas, contra las originales de tres. Además, se aplicó una modernización de aviónica y comunicaciones, así como mejoras en la cabina.

La intención de la Fuerza Aérea Argentina es utilizarlo como aeronave de inteligencia, vigilancia y reconocimiento. Para ello se lo dotó con un radar de barrido electrónico activo y un pod de observación aérea, desarrollados por las empresas INVAP y FixView, respectivamente. No obstante, en los últimos meses se ha dejado entrever que, más allá del nuevo equipamiento, no se descarta restituirle sus características de ataque.

A fines de 2021 se conoció que el Ministerio de Defensa destinaría más de 16 millones de dólares al proyecto de modernización del IA-58 Pucará, con el fin de convertir las unidades existentes al estándar Fénix. De todos modos, el complejo panorama económico de Argentina hace difícil saber cuándo se completará el programa. Pese a ello, más de 50 años después de volar por primera vez, el entrañable Pucará se resiste a quedar en el olvido.

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