Como ya se predijo, la retirada de las medidas de contención del coronavirus han conducido a un otoño-invierno marcado por multitud de enfermedades respiratorias, pero especialmente tres: la COVID-19, la gripe y el virus respiratorio sincitial. Desgraciadamente, los bebés y niños muy pequeños están siendo los peor parados, pues en países como España todo esto ha desembocado también en una gran oleada de casos de bronquiolitis. La mayoría de estas enfermedades respiratorias están causadas por virus, cuyas infecciones suelen remitir por sí solas. Como mucho, se opta por tratar síntomas concretos, como la mucosidad. En los casos más graves sí que puede ser necesario recurrir a inhaladores o incluso suministrar oxígeno. Pero, por lo general, la situación se soluciona sin tratamiento. Sin embargo, muchas personas no conciben dejar que la enfermedad curse con normalidad y recurren a tratamientos alternativos, como la haloterapia.
De hecho, esta triple epidemia de virus respiratorios está llevando a muchas personas a los balnearios dotados con cuevas de sal para someterse a esta terapia, que promete descongestionar las vías respiratorias, absorber patógenos y toxinas y modular el sistema inmunitario. Incluso hemos podido ver reportajes al respecto en informativos de cadenas de televisión como Antena 3.
En ellos se presenta la haloterapia como un complemento a la medicina moderna. Este es un dato importante: no desoír los consejos del médico. Pero, aun así, ¿podemos decir que sirva de algo introducirse en una cueva de sal? Para contestar hay que empezar por el principio, pero podemos anticipar que, con la ciencia en la mano, no parece que sirva de mucho.
¿Qué es la haloterapia?
La haloterapia es una técnica de la medicina tradicional, considerada ampliamente como pseudoterapia. Como su propio nombre indica, consiste en el uso de la sal con fines curativos. Estos pueden ser varios, aunque se centra especialmente en las infecciones respiratorias.
Comenzó a usarse en la Edad Media, aunque cobró mayor fama en el siglo XIX, cuando se observó que los trabajadores de la mina de sal de Wieliczka, cerca de Cracovia, no sufrían este tipo de infecciones con la misma frecuencia que el resto de la población. La ciencia debe iniciar siempre sus investigaciones partiendo de que correlación no implica causalidad. Sin embargo, lejos de comprobar si realmente era la sal la que estaba propiciando estos beneficios, no tardó en abrirse el primer centro de haloterapia en Polonia. Las personas que lo visitaban quedaban encantadas, posiblemente porque, como suele pasar con la mayoría de infecciones respiratorias víricas, estas acababan remitiendo por sí solas. Pero pensaban que era a causa de la sal, por lo que su fama fue extendiéndose por Europa y pronto había multitud de centros en capitales de todo el continente.
Hoy en día se pueden encontrar en prácticamente todo el mundo. Aunque hay dos formas de llevar la haloterapia a cabo. Estos centros, así como muchos balnearios, suelen ofrecer la versión seca, que consiste en emular el ambiente en el que vivían aquellos mineros polacos. Se construyen cuevas artificiales con las paredes cubiertas de sal, de modo que esta pasa al ambiente y es inhalada por los usuarios. Supuestamente, esto ayuda a romper el moco, descongestionando las vías respiratorias, pero también absorbe los patógenos causantes de las infecciones.
Los defensores de la haloterapia mantienen que esta absorción de microbios también puede producirse en la piel, por lo que podría ser útil para infecciones dermatológicas. Además, hay quien señala que la sal promueve la síntesis de serotonina, por lo que podría ayudar a las personas con depresión.
Por otro lado, existe la haloterapia húmeda que se basa en el uso de disoluciones de agua con sal, que pueden beberse, inhalarse, o utilizarse en baños.
¿Qué dice la ciencia sobre ella?
Durante siglos, la eficacia de la haloterapia ha sido básicamente una llamada a la fe. No había estudios ni ningún tipo de explicación sobre su eficacia. Simplemente, una correlación en unos mineros que en ningún momento logró establecerse como causalidad.
Sin embargo, con el tiempo sí que han empezado a llevarse a cabo algunos estudios. Estos han ido dirigidos a establecer si puede ser eficaz contra las infecciones respiratorias. Sobre la piel y el estado de ánimo es todo tan anecdótico que apenas se ha estudiado.
Ahora bien, ¿demuestran esos estudios que sirva para tratar bronquiolitis, asma, gripe o cualquier infección respiratoria? No está claro. Hay estudios que apuntan en las dos direcciones. Sin embargo, incluso los que señalan su eficacia suelen concluir que se necesita más investigación al respecto. De hecho, en 2014 se publicó una revisión que señalaba que la mayoría de estudios que señalan su eficacia frente a la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) son defectuosos. Y es que ese es el gran problema. Hay bastante investigación, pero generalmente se trata de estudios con pocos participantes o mal diseñados.
¿Puede ser peligrosa la haloterapia?
Algunas pseudoterapias no cumplen lo que prometen, pero tampoco suponen ningún riesgo. Por eso, más allá de los daños al bolsillo, no suele pasar nada “por probar”. Otras pseudoterapias, en cambio, sí que pueden ser peligrosas.
A grandes rasgos, podría decirse que la haloterapia se encuentra en el primer grupo, ya que no supone ningún riesgo. Sin embargo, sí que hay algunos posibles peligros que deberían contemplarse.
Para empezar, con la haloterapia seca, se debe tener en cuenta que las paredes de sal pueden ser un ambiente idóneo para la proliferación de ciertos tipos de bacterias. Es cierto que la mayoría no sobreviven a las altas concentraciones de sal, pero algunas de las conocidas como halófilas podrían llegar ser patógenas. Esto es algo que se ha estudiado en minas de sal, no en balnearios, pero pone de manifiesto la necesidad de cuidar la desinfección de estos lugares. Por otro lado, generalmente las cuevas de sal de los balnearios no suelen ser individuales. Pueden estar en ellas varias personas a la vez y el hecho de introducir a un grupo de pacientes con infecciones respiratorias en una sala cerrada no parece muy buena idea.
En cuanto a la haloterapia húmeda, cabe destacar que beber agua con sal puede ser muy peligroso.
Finalmente, no debemos olvidar que los pacientes de bronquiolitis suelen ser niños muy pequeños y que no abundan los estudios sobre la seguridad de la haloterapia en este grupo de población. Sí que se publicó uno en 2008, en el que se concluía que inhalar una solución salina al 3% no es peligroso para los bebés con bronquiolitis. Sin embargo, dado que la haloterapia no suele realizarse en entornos médicos, esto no suele estar estandarizado y no se puede garantizar que realmente sea esa la concentración.
Por eso, dado que no hay alternativas mejores que la medicina moderna, la mejor opción siempre será quedarse con ella. Puede que no nos prometan soluciones rápidas, pero son las mejores que nos pueden dar.