Buena parte de la película El protector del Richard Hughes, parece la combinación de trozos de muchas películas semejantes, unidas a través de un personaje. Después de todo, la historia de un asesino implacable y hábil, pero con algunos escrúpulos morales, se ha relatado en tantas ocasiones como para resultar familiar. Lo sería, incluso, si el realizador Richard Hughes no tuviera tan poca imaginación para crear algo más que un escenario genérico para su personaje. 

Sin embargo, lo que realmente se lamenta en el film, es, sin duda, su incapacidad para tomar los puntos más conocidos de argumentos semejantes y desafiarlos. Durante sus primeros diez minutos, el guion de Peter Iliff se convierte en una serie de imágenes elegantes pero vacías. La cámara sigue con atención a Cuda (Antonio Banderas), un asesino de impecables capacidades. Su tétrica figura, que guarda un cierto parecido con el interpretado por Bob Odenkirk en Nobody, es la encarnación del oficio de matar. El argumento pone un considerable énfasis en dejar claro que Cuda hace su trabajo con una implacable frialdad y que, hasta ahora, ha sido un método idóneo para ejecutarlo. 

El Protector

Lo que realmente se lamenta en El Protector, es, sin duda, su incapacidad para tomar los puntos más conocidos de argumentos semejantes y desafiarlos. Durante sus primeros diez minutos, el guion de Peter Iliff se convierte en una serie de imágenes elegantes pero vacías. La cámara sigue con atención a Cuda (Antonio Banderas), un asesino de impecables capacidades. El personaje, que guarda un cierto parecido con el interpretado por Bob Odenkirk en Nobody, es la encarnación del oficio de matar. El argumento pone un considerable énfasis en dejar claro que Cuda hace su trabajo con una implacable frialdad y que, hasta ahora, ha sido un método idóneo para ejecutarlo.

Puntuación: 3 de 5.

Por supuesto, bajo esa dureza, Cuda no es un hombre precisamente malvado. En realidad, con un guion más hábil, la dualidad del personaje de Banderas, sería el punto más alto de El Protector. De hecho, lo es, en la medida que su sentido de la crueldad es tan refinado como el de un depredador.

Al mismo tiempo, hay un filón humano y casi justo, en su método para comprender el asesinato. La combinación de ambas cosas, hace que Cuda sea el punto en que se sostiene la mayor parte de la premisa. ¿Cuándo un hombre que solo actúa bajo sus propias reglas, decide tomar un rumbo distinto? 

Dos visiones sobre un asesino despiadado en El Protector

Sin duda, la respuesta podría ser más estimulante, si la premisa estuviera más enfocada en mostrar a Cuda en todos sus variados matices. Pero la historia avanza apresurada para narrar con torpeza y poca habilidad, lo que necesita para contextualizar el resto de la acción. 

El personaje termina por ser la suma de sus debilidades y no de sus enigmas. Por un lado, sale de la cárcel casi en una demostración de lealtad a la todopoderosa Estelle (Kate Bosworth) jefa del Sindicato de Miami. Al otro extremo, este hombre capaz de matar sin hacer preguntas, intenta, de pronto, ser un buen padre. Al menos, llegar lo suficientemente cerca de su hija adolescente para hacerse perdonar. 

Pero no lo logra. La película avanza en un ritmo confuso, hacia el encuentro de Cuda con Billie (Zolee Griggs), una chica de la calle de una fragilidad conmovedora. Tanta, como para despertar el hasta entonces desconocido, instinto paternal o en el mejor de los casos, lado amable del criminal. De la misma que Jason Statham en Safe del 2012, el asesino de Banderas se convierte, por razones poco claras, en el protector de Billie. Lo que, de inmediato, se hace el centro medular de la trama. 

Es entonces cuando el guion incurre en sus peores errores: la de convertir una fórmula habitual en su versión más genérica. Más allá del indudable carisma de Banderas, su personaje no se sostiene de otra cosa que de la eventualidad de cumplir un cliché del cine de acción. El hombre que busca la redención a través de la defensa a ultranza de un inocente. Hughes no logra brindar a su película un sentido de lo verosímil. Mucho menos, una exploración clara de por qué debería ser creíble — o al menos, congruente — que un delincuente conocido por su ferocidad, necesite el perdón. ¿Una absolución tardía? 

El bien, el mal y todos los dolores de la culpa

El mismo Cuda parece no entender del todo su necesidad de proteger a Billie. Un fallo argumental que muestra las peores debilidades de una historia que carece de ritmo y tono. El guion podría hacer mejor uso de esa confusión moral, de no estar tan interesado en establecer que Cuda es un buen hombre. Sin importar la evidencia presente o su brutal pasado. 

Lo forzado de la premisa provoca que el film decaiga hasta un segundo tramo en que se convierte en una mezcla de escenas de acción mal coreografiadas. Banderas, sostiene la película con una actuación convincente, pero incluso, su sobriedad parece fuera de lugar en un escenario fragmentario sin verdadera solidez.

Para sus últimas secuencias, El Protector se vuelve tan banal y predecible, que su escena final es casi tediosa. Un relato que, por momentos, muestra lo que pudo ser una historia sólida, pero que termina, por solo, decaer hasta volverse una confusión narrativa. Quizás, su mayor problema. 

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