A pocos capítulos de su final de temporada, Andor, disponible en Disney+, ha demostrado ser algo más que una serie de Star Wars estándar. Es, de hecho, un paso poderoso hacia lugares por completo nuevos sobre la franquicia como conjunto de historias. Y, por si eso no fuera suficiente, también es una reflexión sobre el bien y el mal que está destinada a sacudir la forma en que la saga se comprende a sí misma. 

Con su atmósfera sobria, largas escenas tensas y aire de suspense, que la convierten en auténtica heredera de thrillers de mayor envergadura, Andor sorprende. Particularmente, cuando construye toda su historia a través de elementos originales.

Desde la falibilidad de sus personajes, hasta los escenarios que contrastan entre sí y el sentido de la justicia transformado en algo complejo. La serie encuentra sus mejores momentos en un relato adulto, elegante y sofisticado acerca de los motivos para luchar en circunstancias de considerable envergadura. También, en medio de la percepción del bien y el mal como estratos matizados de un planteamiento moral más grande. 

Rodeada de una moderada polémica por alejarse de los puntos habituales de Star Wars, Andor es toda una rareza en el universo imaginado por George Lucas. Una condición que le permite construir una forma de mirar la extensa mitología de una manera profunda y adulta, desconocida hasta ahora. La serie dejará tres lecciones de inestimable valor para el futuro de la franquicia. Un conjunto de planteamientos de relevante envergadura que podrían cambiar a la saga para siempre.

Andor es el nuevo fenómeno del universo Star Wars que llega en exclusiva a Disney+

Cassian Andor, un héroe que decide escoger el bien

De la misma manera que Han Solo, Cassian Andor no se considera a sí mismo un héroe. Tampoco es un hombre intachable, sino, como Lando Calrissian, uno que debió tomar una decisión en un momento crítico. Para Andor, su protagonista es un héroe en formación. Uno que tendrá que recurrir a toda su fortaleza para convertirse en un una figura capaz de arriesgar su propia vida en favor de la libertad. 

Se trata de un elemento poco común en Star Wars, donde buena parte de sus personajes tienen un futuro predestinado o una deuda moral que saldar. De hecho, Cassian Andor ya había mostrado su dualidad entre el bien y el mal en una de las escenas principales de Rogue One. Al momento de decidir si acompaña a Jyn Erso (Felicity Jones) en su aventura suicida, Cassian explica sus motivaciones para hacerlo. “Todos hemos matado y hecho cosas terribles por la Rebelión”, dice el personaje. “Esas acciones deben tener un sentido”. 

Otro tanto ocurre en la serie Andor. Donde el personaje todavía es una víctima de un conjunto de situaciones incontrolables. Un extraño, un marginado en medio de un constante desarraigo. Pero, poco a poco, comienza a comprender que la Rebelión es algo más que un trayecto hacia el desastre. Es, también, una legítima decisión de libertad. Un punto de considerable interés para un futuro de la franquicia poblado de personajes tridimensionales y adultos. 

El mundo de Star Wars más allá de sus grandes historias

Andor, cuya acción transcurre años antes de que Luke Skywalker se convierta en el héroe definitivo de Star Wars, no tiene grandes nombres entre sus personajes. Apenas Mon Mothma y Saw Gerrera saltan desde sus lugares míticos en la franquicia a la historia de la serie. Pero, en general, la narración está llena de figuras desconocidas. De hecho, nada en su argumento se emparenta con las grandes narraciones más conocidas de la franquicia. Mucho menos con la percepción acerca del bien y del mal a una escala mitológica que la hizo famosa.

En realidad, en la serie de Tony Gilroy todo es pequeño y sustancialmente discreto. Lo que podría brindar a la franquicia una necesaria renovación de sus símbolos y formas de relatar sus grandes hazañas. Para Andor, lo realmente importante es el tránsito entre la transformación moral de sus personajes en busca de un objetivo mayor. De modo que, gran parte de ellos son figuras anónimas, involucradas en situaciones en apariencia poco significativas. Pero que, poco a poco, crean en conjunto un escenario mayor.

Desde ese punto de vista, Andor brinda la oportunidad a Star Wars de renovarse a fondo. También de permitir que relatos más allá de los tradicionales sean explorados. Ya sea en planetas o en el recinto del Senado. El hecho es que Andor demuestra que Star Wars es mucho más que una estructura central única. Lo que brinda a la saga una nueva amplitud hasta ahora desconocida en su versión live action

Andor y sus formas de comprender el mal

Desde sus burócratas que revisan cifras en pantallas hasta largas reuniones en salas de aspecto pulcro. Los nuevos villanos de Star Wars no necesitan sables láser o cualquier otro tipo de poder sobrenatural para ser temibles. De hecho, tanto Siryl Kart como Dedra Meero son solo funcionarios. Uno, obsesionado con dos crímenes sin resolver. Otra, con un mapa de sucesos en apariencia aleatorios que indican un fin concreto.

Pero tanto uno como el otro sostienen sobre sus hombros el peso del control del Imperio. Son la encarnación de un tipo de maldad sin duda más sofisticada, convincente e inquietante de la que hasta ahora ha mostrado cualquier serie de Star Wars. En especial, porque la percepción de la nueva maldad en Andor confronta la humanidad de sus personajes. Una concepción cada vez más elaborada, complicada y extraña sobre lo que los personajes de la franquicia pueden ser. 

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Esa dualidad aparente es, también, un hilo conductor entre versiones de la realidad y la condición ética de sus personajes. Todo un hito que crea un sustrato esencial para entender a Star Wars como algo más que un conjunto de narraciones épicas. También puede ser una elaborada versión de la vida y los dolores de sus figuras principales.