Ha llegado el día en el que una Inteligencia Artificial sea capaz de jugar a la guerra. Al menos a la guerra de la diplomacia y a, literalmente, jugar. Una IA llamada Cicero, creada por Meta, ha conseguido superar a los jugadores de Diplomacy, un popular juego on-line basado en un juego de mesa con mucha historia.

El objetivo de la Inteligencia Artificial creada por la compañía de Mark Zuckerberg es emular el desempeño humano en la toma de decisiones. Diplomacy es el lugar perfecto para ponerla a prueba. No es la primera vez que una IA se pone a competir en juegos contra seres humanos. Es conocida la batalla en el terreno del ajedrez, el Go o las damas. Sin embargo, en este conocido juego on-line basado en relaciones políticas en Europa hay una variable nueva. Su operativa parte de la discusión entre jugadores. Pura diplomacia.

Una que tenía el objetivo de poner a prueba el análisis del lenguaje natural por parte de una Inteligencia Artificial para después tomar una decisión vinculante. Esta es una de las mayores barreras de esta tecnología. Si bien era capaz de reproducir textos humanos, no era del todo capaz de entender cómo funcionaba el lenguaje natural y, mucho menos, reproducirlo. En el caso de Diplomacy, además, se suma el factor de la interactividad, el efecto en terceros y la posterior toma de decisiones.

Los oponentes tendrán que debatir para crear vínculos y alianzas. Después se verá si se incumplen o rompen poniendo en jaque la diplomacia internacional –al menos en el juego–. El objetivo de juego es hacerse con el poder de las ciudades consideradas centros de suministro para sobrevivir. Más tarde, en cada turno, habrá que decidir si se ataca o se apoya a los oponentes.

Cicero, Inteligencia Artificial que aprende de los errores humanos

En el caso de Cicero, la Inteligencia Artificial de Meta, se ha logrado que sea capaz de estudiar si sus oponentes cumplirán los acuerdos diplomáticos pactados o si, por el contrario, los terminarán rompiendo. Todo partiendo de la base del juego: la negociación conversacional. Sobre esto Cicero tiene la capacidad de negociar planes tácticos, tranquilizar a un aliado, discutir la dinámica estratégica más amplia del juego o incluso participar en una charla informal, sobre casi cualquier cosa que un jugador humano podría discutir.

El resultado de Cicero en webDiplomacy.net ha sido aplastante. La Inteligencia Artificial logró cerrar 40 partidas, de dos horas cada una, contra 82 humanos. Partidas en las que, por cierto, siempre mantuvo su anonimato a fin de no revelar su condición de máquina. Finalmente, obtuvo una puntuación del doble promedio que el resto de jugadores. Sensiblemente superior a la media.

¿Cómo lo logró? Como cualquier otra Inteligencia Artificial, Cicero comenzó aprendiendo de sus oponentes más próximos. Lo que quiere decir que comenzó replicando los fallos más intrínsecamente humanos: mentía, y mucho. Y además lo hacía mal. Después fue puliendo la técnica hasta alcanzar el equilibrio entre lo que habría de cumplir y lo que no. También en su capacidad de influencia sobre la decisión de terceros. Antes de ponerse en práctica en línea, el equipo de investigadores al cargo de esta Inteligencia Artificial dotó al sistema de miles de datos de partidas en Diplomacy. Un total de 125.261 partidas anónimas, 40.000 diálogos y 12 millones de mensajes.

Para Meta, el objetivo de esta Inteligencia Artificial negociadora tiene un claro enfoque para su futuro, e incierto dicho sea de paso, metaverso. Para crear experiencias más inmersivas, sociales y para conectarse con los que nos rodean de una forma más natural. De hecho, apuntan en su web, que el hecho de hacer abierto el código de Cicero tiene el objetivo de que terceros se basen en su tecnología de Inteligencia Artificial para hacer un uso responsable de la misma tanto dentro como fuera de su ecosistema.

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