Basta con echar un vistazo al lineal de cualquier supermercado actual para darse cuenta. Los alimentos enriquecidos en proteínas han venido para quedarse. Una tipología de productos que antaño quedaba reservada para los amantes del fitness, en la actualidad ha dado un salto de gigante hacia el consumo generalista.

Ahora hasta tu tío Paco puede catar unas natillas proteicas sin despeinarse. Seguramente sin saber muy bien para qué sirve ese producto o cuáles son sus beneficios hacia la salud —si es que existen. Solamente porque los enriquecidos en proteínas parecen una opción más sana que el resto, brillando con un packaging atractivo y colores llamativos. ¿Es así realmente o hay alguna pega detrás?

La lista de alimentos enriquecidos en proteínas no para de crecer en el supermercado de la esquina. No hablamos de alimentos comunes como atún, pollo o huevo que ya de por sí son una buena fuente de proteínas. No, para nada. Las referencias proteicas que no dejan de salir al mercado son leches, yogures, flanes, natillas y otros postres lácteos con un plus de proteína añadida.

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¿Y de dónde vienen esos alimentos enriquecidos en proteínas? Generalmente, procede a partir de la propia leche con la que se elabora el alimento. En este sentido, la proteína suele ser de alta calidad. El problema no está ahí, sino en los añadidos que tienen estos productos: ingentes cantidades de edulcorantes, aromas y otros saborizantes que rebosan en la composición nutricional y enturbian las bondades del producto.

Si bien estos edulcorantes pueden considerarse una mejor opción que el azúcar para un consumo ocasional, lo cierto es que mantener su ingesta a largo plazo no parece ser la mejor de las opciones. Los edulcorantes nos siguen manteniendo enganchados al sabor dulce, haciendo que no apreciemos el verdadero sabor de otros alimentos. Es algo bastante típico. Si somos unos yonkis de lo dulce no le sacamos sabor a las peras o las manzanas: frutas que naturalmente ya son dulces. Por si fuera poco —y parajódicamente— algunos estudios científicos han asociado el consumo de edulcorantes con un aumento de peso. Probablemente por este frenesí dulce hacia nuestras papilas gustativas que comentábamos.

El pan proteico que nadie necesitaba

Podría parecer que habíamos tocado techo con los flanes y las natillas proteicas, pero nada más lejos de la realidad. Resulta que Mercadona ha lanzado recientemente un pan tostado alto en proteínas, rompiendo todos los esquemas nutricionales. Como era de esperar, muchos usuarios se han venido arriba en redes sociales adulando las bondades de dicho alimento. Pero no es oro todo lo que reluce.

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¿Dónde está el problema con este producto? Más que su composición nutricional aislada, que no está del todo mal, los inconvenientes que plantea un pan proteico son varios. Básicamente, se ha pasado del enriquecimiento de alimentos que ya eran una buena fuente proteica como leches o yogures, a hacerlo con un pan. Un alimento que, a pesar de contener proteínas, no brilla especialmente por la calidad de las mismas —ni tan siquiera por tener una proporción significativa. El macronutriente que más destaca en un pan son los hidratos de carbono porque se elabora con cereales, que son ricos en ellos.

De esta forma, la cadena verdosa de Juan Roig ha dado un salto olímpico hacia el sinsentido alimentario. ¿Para qué crear un pan proteico cuando ya podemos obtener proteínas de mucha mejor calidad de otras fuentes alimentarias? Nadie tiene la respuesta a esta maniobra marketiniana. La única explicación reside en la moda de los productos “+ proteínas” y la necesidad de sumarse al carro de la misma produciendo todo lo que se pueda, y más.

Consumir alimentos ricos en proteínas es saludable

Los alimentos enriquecidos en proteínas no son malos en sí mismos. De hecho, la ingesta de este tipo de referencias puede ayudarnos en procesos de pérdida de peso o ganancia de masa muscular. En el primer caso porque la proteína ayuda a saciarnos antes, y en el segundo escenario porque sirve para la creación y mantenimiento de la masa muscular.

Las proteínas son uno de los macronutrientes que nuestro cuerpo necesita ingerir para realizar sus funciones vitales, al igual que los hidratos de carbono y las grasas. En este sentido, una buena ingesta de proteínas es indispensable para el ser humano. Sin embargo, parece que estamos perdiendo un poco el norte cuando nos aventuramos a crear panes ricos en proteínas: referencias que no tienen ningún sentido ni aportan nada nuevo al consumidor de a pie.

Prioriza en tu dieta fuentes proteicas naturales y de toda la vida, como lácteos, huevo, legumbres, pescado y carne. Si te gustan los productos enriquecidos con proteínas, adelante, no hay nada malo en tomarlos. Eso sí, no olvides que su consumo no debería ser una prioridad en la dieta. De lo contrario estaríamos dejando de lado muchos otros nutrientes saludables que nuestro organismo necesita. Si tu única fuente de proteínas son unas natillas, deberías replantearte muchas cosas.