1899, nueva serie de Netflix, se convirtió en uno de los grandes éxitos del año. La historia de Baran bo Odar y Jantje Friese, que narra suceso inexplicable y extraordinario en mitad del mar, deslumbró al público. Además, demostró que la pareja de director y guionista es uno de los grandes dúos creativos de la última década. 

Con su estilo elaborado, misterioso y su capacidad para dotar a lo inexplicable de un elemento emocional, 1899 sorprende tanto como conmueve. Como si eso no fuera suficiente, recorre una versión de la realidad escindida, tan complicada como extraña que sorprende por su contundencia. En la nueva serie de Netflix nada es sencillo. No obstante, no es solo su complejidad lo que hace que la producción sea un éxito. A la vez, se trata del componente enigmático que sostiene a cada uno de sus hilos narrativos y escenarios. 

Pero el éxito de los showrunners no es casual. Incluso antes del fenómeno mundial en el que se convirtió su anterior título en Netflix, Dark, ya ambos habían demostrado su capacidad para crear historias extraordinarias. Tanto, como para que su corta filmografía demostrara que su talento reside en explorar en la naturaleza humana a través de la belleza y la elegancia. Algo que tanto Dark como 1899 demostraron a plenitud, pero que ya era obvio en las producciones anteriores del dúo de creadores. 

Te dejamos tres películas que deberías de ver si Dark y 1899 te conmovieron y sorprendieron. Una forma de comprender mejor el trabajo de Baran bo Odar y Jantje Friese como equipo creativo, si no su profunda sensibilidad artística. 

Who Am I: Ningún sistema es seguro

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La que fuera considerada en el 2014 una de las mejores películas alemanas de todos los tiempos, es un prodigio de la economía de recursos y elegancia visual. El film anterior a 1899 narra la historia de un joven hacker que comprende que sus habilidades son algo más que herramientas para la trampa o para lo ilegal. Lo que brinda a la historia un aire de reivindicación en medio de un escenario ultra tecnológico y bien construido que sorprende por su eficacia narrativa. 

Como todo cyber-thriller que se precie, se trata, también, de una reflexión acerca del recorrido a través de la moralidad moderna. Lo subversivo y la necesidad de rebelarse frente al sistema, se convierte en una visión sofisticada acerca del bien y el mal. Baran bo Odar convierte el escenario de una Europa cínica y en medio de debates sociales de relevancia, en una mirada hacia lugares más complejos. En especial, cuando la capacidad para influir — o no — en las redes de información se interconecta con la identidad, la necesidad de comprender el entorno y el poder. 

Pero el triunfo del film se encuentra en sus personajes. Benjamin (Tom Schilling) es un genio anónimo que termina por encontrar su camino del reconocimiento a través de la piratería informática. Pero lo que podría parecer un juego oscuro sobre la inteligencia y la búsqueda de objetivo, se convierte en una versión elegante sobre la posibilidad del mal. ¿Qué es la violencia, la crueldad y la manipulación en una época llena de matices? La película lo explora con propiedad hasta encontrar la más dolorosa y quizás cínica de las respuestas. 

Noche de Venganza

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Vincent Downs (Jamie Foxx) se encuentra en medio de un escenario violento. Uno que podría llevarle a la muerte o, lo que es peor, al asesinato de su hijo. Como policía implicado en una red de corrupción que le supera, es a la vez rehén y victimario. Por lo que debe tomar una decisión imposible para conservar la vida o luchar contra el mundo corrompido que le rodea. 

Baran bo Odar logra crear una atmósfera de oscura y brillante tensión a este thriller policiaco que basa su efectividad y poder en la revisión de lo moral. Alejado de los escenarios ultra tecnológicos, como los de 1899 o Dark, que hasta entonces utilizó como elementos narrativos, el director alemán brilla en su capacidad para explorar el dolor. También para avanzar a través de lugares poco comunes que se interconectan con un tipo de moral teñida de espacios grises que sorprende por su sutileza. 

A pesar de que Noche de Venganza es una combinación inteligente entre la acción frenética y la violencia, es también una mirada sobre la naturaleza humana. ¿A qué estaríamos dispuestos para salvar lo que nos resulta más preciado? Mucho más, ¿qué sacrificaríamos para batallar y luchar contra los temores y las posibilidades de temor que se muestran a través de escenarios múltiples? Odar no responde a todas las preguntas. Pero sí elabora un mapa de ruta elegante para que sean parte de una mirada profunda a través del espíritu humano contemporáneo. 

Silencio de hielo

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Cuando un crimen terrorífico parece repetirse, un policía jubilado deberá encontrar una forma de encontrar los elementos para unir ambos eventos. En esta ocasión, el duo Baran bo Odar y Jantje Friese logra encontrar una visión oscura y sofisticada sobre la violencia que resulta asombrosa por su precisión –precisamente al estilo de 1899 o Dark–. Silencio de Hielo es mucho más que un recorrido hacia lugares perniciosos sobre el tiempo y la percepción del dolor moral.

También, es una mirada bien construida a través de regiones inexploradas acerca del tiempo, el transcurrir de las historias de violencia y su impacto colectivo. Con su aire de inquietante belleza —atención a los paisajes helados y silenciosos cargados de simbología —el film sobre la violencia, va más allá de los escenarios convencionales. Al mismo tiempo, más allá de la posibilidad del poder del tiempo y la correlación entre el bien y el mal como algo más que una decisión.

¿Qué hace que un asesino mate? ¿Qué convierte la posibilidad de encontrar las respuestas a un crimen en un deber moral? Las grandes preguntas se convierten en un espacio de enorme dureza que conducen a una sola respuesta. Los sitios más tenebrosos de la mente y el comportamiento humano. 

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