Antes el televisor servía para ver la televisión. Tiene lógica. Pero en la actualidad, el televisor se ha convertido en un periférico que sirve para todo: ver canales TDT, televisión por cable o por internet (IPTV), jugar a juegos a través de consolas o instalados en el propio televisor, navegar por internet, obtener información online mediante aplicaciones instaladas… Vamos, que el televisor se ha convertido en un híbrido, una suerte de ordenador que hace de todo. No es de extrañar que haya quien, teniendo smartphone, tablet y/o smart TV, prescinda de un ordenador en casa.
Pero a finales del siglo pasado, los televisores eran voluminosos, servían para lo que servían y dependían de que los conectaras a una antena o, como mucho a un dispositivo descodificador. Es más, para jugar, debías conectar al televisor la consola de turno. Por su parte, el ordenador era el rey en otros apartados, y ambas tecnologías vivían en paralelo aunque con mucho en común. Tanto los televisores como los monitores de ordenador se basaban en la misma tecnología CRT que los hacía tan abultados. Las tecnologías LCD y TFT ya existían desde los años 60, pero no estuvieron en manos de los consumidores hasta finales del siglo XX.
Curiosamente, en los años 80, televisores y ordenadores vivieron un momento de idilio y cooperación con el lanzamiento de los primeros ordenadores domésticos. Ordenadores que eran, en realidad, consolas de juego, como los Atari 400 y 800, los Spectrum o los Commodore, dispositivos que traían todo integrado en el teclado y que necesitaban una pantalla de televisor para funcionar. Sin embargo, y en paralelo, la mayoría del sector apostó por ofrecer ordenadores domésticos que integraban monitor. Una manera de evitar disputas en casa por ver quién controlaba el televisor. Mezclar ambos mundos no era bueno.
Lo mejor de dos mundos
Volvamos al presente brevemente. Si tienes un ordenador en casa, o un smartphone o una tablet, no necesitas televisor para “sintonizar” canales de televisión. La práctica totalidad están accesibles vía web o a través de aplicaciones, oficiales o de terceros. Incluso las plataformas de televisión de pago ofrecen su contenido vía web y apps. Es más, los monitores actuales poco tienen que envidiar a las pantallas de los televisores. Por un precio módico puedes obtener un monitor de tamaño considerable que reproduzca contenido en Full HD. Y si te rascas un poco más el bolsillo, también los hay en 4K. El caso es que internet ha eliminado las barreras que separaban ordenadores de televisores.
Sin embargo, en la última década del siglo pasado, la televisión estaba todavía por dar el salto a lo digital. Así que para ver contenido televisivo, la única manera era sintonizando el canal de turno. Las páginas web de los canales estaban en pañales o ni existían. Si querías ver televisión desde tu ordenador, la solución consistía en instalar una tarjeta sintonizadora de TV. Y el resultado no siempre era el deseado. Pero con algo de pericia y una buena tarjeta, podías convertir tu ordenador en televisor. Algunos fabricantes creyeron que era buena idea crear un ordenador híbrido que hiciera ambas funciones. Sobre el papel, la idea era muy buena. Pero en la práctica, no siempre se llegó a buen puerto.
Macintosh TV (1993)
Los inicios no son fáciles. Hoy, todos los televisores tienen CPU, RAM, una unidad de almacenamiento, sintonizadora WiFi, conectividad Ethernet y un largo etcétera de componentes que antes eran exclusividad de los ordenadores. Todo gracias a la miniaturización. Pero para llegar a ese punto, nos hemos tenido que encontrar con experimentos como el Macintosh TV.
Se lanzó en octubre de 1993 y para febrero de 1994 se dejó de fabricar. Como expliqué en un artículo anterior en el que hablo largo y tendido de este ordenador híbrido que combinaba PC y TV, el principal motivo de que no funcionara en el mercado fue su elevado precio. Sí, eran dos dispositivos en uno. Pero el precio no compensaba. Y eso que sobre plano era un buen equipo: pantalla CRT Sony Trinitron de 14 pulgadas, resolución de 640 x 480, tarjeta sintonizadora de TV integrada, lector de CD, mando a distancia… Pero se fabricaron únicamente 10.000 unidades.
No era fácil unir la tecnología de televisión, completamente analógica en ese momento, con la tecnología digital propia de los ordenadores. El resultado era una máquina cara que no todos podían permitirse en aquel lejano 1993. Además, la idea de integrar televisión y ordenador tenía poco atractivo en una época en la que todavía no existían TikTok, YouTube, Twitch ni servicios de P2P que permitieran compartir contenido multimedia. Vamos, que ver la televisión en tu ordenador no tenía demasiadas ventajas respecto a verla en un televisor al uso.
El caso es que el Macintosh TV sirvió para aprender del error. La tarjeta de TV que traía integrada se incorporó a modelos posteriores, ya más económicos. Y todo el conocimiento adquirido relacionado con la integración de ordenador y televisor lo hemos ido viendo a lo largo de los años con el Apple TV.
ICL Fujitsu PC TV (1995)
Pero si hablamos de unir lo mejor de dos mundos, ordenador y televisor, un nombre que siempre aparece es el del ICL Fujitsu PC TV, lanzado al mercado dos años después que el Macintosh TV. Un proyecto en el que participó la japonesa Fujitsu y la británica ICL. Para entonces, la británica ya había sido comprada por Fujitsu después de más de una década colaborando en varios proyectos.
¿Qué ofrecía el ICL Fujitsu PC TV? En su exterior, una pantalla de 14 pulgadas con altavoces integrados, controles propios de un televisor, lector de CD y disquetera. Para controlarlo, un teclado que integraba trackball en vez de ratón. Y por dentro, un procesador 486DX2, tarjeta de vídeo de 1 MB de RAM, 4 MB de RAM (ampliable a 64 MB), tarjeta de sonido compatible con Sound Blaster….
Según explica una noticia de la época del diario inglés Independent, el ICL Fujitsu PC TV tenía soporte para teletexto ( y para Ceefax, el equivalente inglés creado por la BBC). También podías reproducir música desde el lector de CD y, como ordenador, usaba el sistema operativo Windows. Su precio, 1.500 libras esterlinas. En declaraciones de los responsables de ICL, “es lo que se pagaría por un potente ordenador multimedia”. El redactor de la noticia añade, “otros dirían que es un televisor muy caro”. El ordenador también incorporaba software específico para sintonizar los canales de televisión y permitía conectar dispositivos externos vía puerto en serie, puerto paralelo, puerto mini Jack, puerto para joystick/MIDI, etc.
Aunque no he logrado encontrar cifras exactas, todo apunta a que este ordenador híbrido tampoco fue un gran éxito. El motivo, el mismo que acabó con el Macintosh TV: su elevado precio. El coste de ofrecer un producto muy completo con una tecnología entonces muy cara y enfocada a un público doméstico que no iba sobrado de dinero.
Gateway 2000 Destination PC (1996)
Pero no todo son malas noticias. Hubo un ordenador televisor que sí llamó la atención. Hasta el punto de que hizo que Compaq Computer se planteara crear su propio ordenador híbrido que combinara PC y televisor. Algo que desconozco si llegó a fraguarse o no. El caso es que hubo un ordenador multimedia todoterreno que tuvo mejor aceptación que los anteriores. Se trata del Gateway 2000 Destination, un gigante en todos los sentidos fabricado por el fabricante de ordenadores Gateway, que en 2007 fue comprado por Acer.
Fundada en 1985 como Gateway 2000, en 1996 lanzó al mercado el que sería el primero de varios ordenadores híbridos que hacían de ordenador y de televisor. Un todo en uno para toda la familia, siempre y cuando se lo pudieran permitir. Con precios que iban de los 2.500 a los 5.000 dólares USA, el Gateway Destination destacaba principalmente por su pantalla, un monitor Mitsubishi CRT de 31 pulgadas. Para la época, un portento de pantalla.
Vendido en exclusiva en Estados Unidos, su publicidad iba enfocada a todos los públicos. Para el hogar pero también para la educación, para las empresas… En definitiva, que servía para todo. Y la parte de PC también imponía. Traía teclado con trackpad integrado, mando a distancia inalámbrico y una torre horizontal imponente con disquetera y lector de CD. Las versiones más caras también incluían altavoces y hasta sistema de sonido estéreo. También incorporaba módem. Y en el apartado de software cubría todos los frentes con un pack de Microsoft que contaba con Windows, Microsoft Works, Encarta y otras aplicaciones como Quicken, para finanzas.
Gateway 2000 logró triunfar donde otros habían fracasado. Aunque sus precios también eran altos, los monitores ya ofrecían un tamaño considerable que bien merecía la inversión. Además, internet empezaba a despuntar, con lo que, en conjunto, el precio se amortizaba. Tal fue el éxito de los Gateway Destination que otros se subieron al carro. En un artículo de PC Magazine de 1997 hay una comparativa de varios de estos ordenadores televisores, como el ELLiVision Gamma, el Toshiba Infinia 7201 o el NetTV WorldVision.
Y entonces llegaron la TV digital e internet
Los tres modelos de ordenador televisor que hemos visto ejemplifican muy bien la breve historia de este tipo de ordenador híbrido. Nacieron en un momento de transición entre la televisión analógica y digital. Eso por un lado. Por otro lado, empezaba a surgir algo llamado internet que nadie sabía muy bien para qué serviría. Y que, al final, ha resultado ser un canal a través del cual muchos consumen televisión hoy en día.
Si bien en la primera mitad de la década de los 90, los primeros ordenadores híbridos no tuvieron el éxito esperado, en la segunda mitad tuvieron recompensa gracias a las pantallas de mayor tamaño y a la introducción de internet. Combinados, hacían que el alto precio de estos aparatos se viera compensado por sus muchas funcionalidades. Sin embargo, su vida fue más bien corta por varios motivos.
Tecnologías como la TDT o la televisión por internet (IPTV), en principio, deberían haber ayudado al surgimiento de más ordenadores con capacidades de televisor, ya que la señal analógica se volvía digital. Sin embargo, los primeros sintonizadores eran caros y todavía no se podían integrar en un ordenador. Y a esto hay que añadir la llegada de dispositivos como TiVo o WebTV, que eran más baratos, se conectaban al televisor y permitían ver televisión pero también acceder a contenido online. Todo ello mediante una suscripción que, en ocasiones, venía integrada con tu proveedor de televisión o de internet.
Con todo, los ordenadores híbridos supusieron una manera de integrar informática y televisión en una era analógica en la que no era tan simple. Un primer esfuerzo que hemos visto recompensado con dispositivos como Apple TV, Amazon Fire TV o Chromecast. Y, finalmente, con los Smart TV actuales que hacen las veces de televisor y ordenador gracias a las aplicaciones instaladas por defecto y a la posibilidad de conectar teclados y otros periféricos a través de Bluetooth.