Sabotaje. Todos coinciden en que las fugas del Nord Stream no son casuales. Lo que no está tan claro es quién ha sido el responsable. Y es que en toda Guerra Fría, la información fluye con dificultad y no siempre se puede contrastar. Lo que sí está claro es que los gasoductos Nord Stream han dejado de funcionar. Y hay quien dice que están completamente inservibles.

Los gasoductos Nord Stream son un proyecto que unía por mar Alemania y Rusia enviando gas siberiano a uno de los motores económicos de Europa para satisfacer su necesidad energética. En su página oficial habla de tuberías sumergidas de 1.224 kilómetros que envían, o mejor dicho, enviaban, gas desde las reservas rusas hasta los mercados europeos a través del norte de Alemania. Una infraestructura energética clave que debía durar al menos 50 años pero que las tensiones geopolíticas entre Europa y Rusia, con Estados Unidos también involucrado, han finiquitado.

Nord Stream 1 y, en algún momento, Nord Stream 2, pendiente de aprobación por las autoridades alemanas, debían satisfacer la demanda de gas por parte de gran parte de Europa. En el sur, la demanda está más o menos cubierta por el gas que España importa, almacena y distribuye inicialmente desde Argelia y más recientemente también desde Marruecos. A lo que se une el gas licuado comprado a Estados Unidos que llega en grandes barcos. Y también el que llega desde Argelia, en barco, hasta los puertos al sur de Francia.

Pero el principal proveedor de gas a Europa sigue siendo Rusia. Sin ir más lejos, el año pasado, el gas ruso supuso el 40% de gas consumido en Europa. Con gasoductos que llegan por tierra hasta el norte Italia, centro y norte de Alemania y que pasan por países como Polonia, Austria y prácticamente toda la Europa del este si contamos, además, los oleoductos.

Los gasoductos Nord Stream eran claves para obtener suficiente gas como para afrontar el invierno europeo. Tanto para generar energía eléctrica como para calentar los hogares de millones de europeos. Y, aunque ya desde el mes de agosto Rusia había interrumpido el envío de gas vía Nord Stream, el sabotaje ha acabado finalmente con esta posibilidad.

Nord Stream une Rusia y Alemania en las aguas del mar Báltico
Mapa de la ruta submarina que siguen Nord Stream y Nord Stream 2. Fuente: Gazprom

El nacimiento de Nord Stream

Se conoce como Nord Stream a un proyecto que incluye dos tuberías o gasoductos. Nord Stream 1 consta de dos gasoductos. Y Nord Stream 2, de otros dos. El primero ya estaba en marcha. Las obras empezaron en abril de 2010, terminaron en junio de 2011 y empezó a bombear gas licuado en noviembre de ese mismo 2011. La segunda tubería discurre paralela a la primera. De ahí que en su página oficial se conozca el proyecto como sistema de tuberías gemelas Nord Stream.

La ampliación, Nord Stream 2, empezó a gestionarse en mayo de 2011. Y, aunque debía estar terminado en 2012, o eso dice su página oficial, en realidad no estuvo terminada hasta septiembre de 2021. En ese retraso hubo un primer intento de llegar hasta Reino Unido, pero se desestimó. Luego hubo problemas con Polonia, que bloqueó un intento de unir varias empresas europeas para financiar el proyecto. Y no fue hasta 2018 que el proyecto recibió los permisos de obra. Una vez terminado Nord Stream 2, solo faltaba la aprobación técnica de las autoridades alemanas. Pero, aunque Alemania hubiera dado el visto bueno, Rusia había cesado de proveer gas desde este verano.

Ambos sistemas de tuberías gemelas discurren en las profundidades del mar Báltico a su paso por las costas de Finlandia, Suecia y Dinamarca, además de las dos principales beneficiadas, Rusia y Alemania. De ahí que estos países tuvieran que realizar estudios técnicos para analizar el impacto de los gasoductos en la zona y dar los permisos pertinentes.

Si todo hubiera ido bien, cada gasoducto hubiera enviado 27.500 metros cúbicos de gas al año. En total, 55.000 millones de metros cúbicos entre los dos. Uniendo Vyborg (Rusia) con Greifswald (Alemania) a través de Nord Stream 1 y Ust-Luga (Rusia) con la misma ciudad alemana.

Una instalación, recordemos, que está sumergida en el mar báltico. De ahí que Suecia, a través de la cercana isla de Bronholm, fuera el primer país en alertar de las fugas de gas detectadas por la zona. Informaciones que fueron luego corroboradas por las autoridades danesas. Hasta cuatro fugas simultáneas que podrían afectar a ambos gasoductos.

Instalaciones de Castoro durante la construcción de Nord Steam
Instalaciones de Castoro durante la construcción de Nord Stream. Fuente: Nord Stream AG (Instagram)

Cuando Nord Stream era North Transgas

El origen de Nord Stream se remonta a 1997. Ese año, Gazprom y Neste, una empresa petrolera finlandesa, crean una compañía para poner en marcha un proyecto común. North Transgas Oy tendrá la misión de construir y operar un gasoducto que unirá Rusia con el norte de Alemania a través del mar Báltico. Vamos, lo que era hasta hace poco Nord Stream. Al proyecto se suma una gasística alemana, Ruhrgas, que luego será parte de E.ON.

Como mencioné más arriba, el proyecto discurre por las costas de Finlandia, Suecia y Dinamarca, además de Alemania y Rusia. De ahí que estos países iniciaran sus correspondientes estudios técnicos para analizar el impacto del proyecto. En los estudios, iniciados en 1998, se habló de unir también Finlandia y Suecia con ese gasoducto. Pero se descartó.

A partir de aquí se producen varios cambios en el consorcio gasístico que tiene que llevar a cabo el gasoducto North Transgas y que hoy conocemos como Nord Stream. En origen eran dos. La rusa Gazprom y la finlandesa Neste. Luego se les une la alemana Ruhrgas. Y en 2001 se une otra empresa alemana, la productora de gas y crudo Wintershall. Los retrasos para iniciar las obras y otros vericuetos internos hacen que en 2005, la finlandesa Neste, ahora conocida como Fortum, decide apearse del proyecto y vender su parte a Gazprom. Esto hace que la rusa se haga con el control total de la empresa creada para el proyecto.

De ahí que ese mismo año, en septiembre de 2005, decidan crear una nueva empresa participada por el consorcio de compañías de ese momento. La empresa se llamará primero North European Gas Pipeline Company, pero luego se conocerá como Nord Stream AG. Los participantes serán, como hemos visto antes, la propia Gazprom, E.ON (que se hizo con Ruhrgas en su momento) y BASF (a través de Wintershall). A estas tres se les unirán dos empresas más, que veremos luego.

La rusa Gazprom controla, en la práctica, Nord Stream
Gazprom, Omsk (Rusia) Fuente: Balkan Photos (Flickr)

Un consorcio con control ruso

En resumen: detrás del ambicioso proyecto gasístico Nord Stream está la empresa Nord Stream AG, con sede en Zug, Suiza. Como indica en su propia página oficial, se trata de un consorcio de cinco empresas creado en 2005 para planificar, construir y operar los dos gasoductos Nord Stream. Esas cinco empresas son Gazprom, Wintershall, PEG Infrastruktur, Gasunie y ENGIE.

  • Gazprom es la mayor energética rusa cuyo principal accionista es el gobierno ruso.
  • Wintershall es el mayor productor alemán de crudo y gas. Es propiedad de la también alemana BASF.
  • PEG Infrastruktur es una filial de E.ON, una de las mayores eléctricas europeas. Es alemana y opera en más de 30 países. En 2006 pudo haber comprado la entonces española Endesa.
  • Gasunie es una empresa de Países Bajos que opera también en Alemania. Se dedica a la infraestructura y transporte de gas.
  • ENGIE es una empresa de energía francesa. Opera en 27 países europeos y 48 en todo el mundo. Surge en 2008 después de fusionar Gaz de France y Suez.

De las tres primeras empresas de la lista hablé antes. Gazprom fue quien inició el proyecto en 1997 y se le unieron las dos empresas alemanas entre 1998 y 2001. Las otras dos empresas que completan el consorcio actual apenas tienen peso en el proyecto, pero no está de más mencionarlas para ver el alcance de Nord Stream en toda Europa. Gasunie se une a Nord Stream a finales de 2007. Y en 2010, se les une ENGIE. Para entonces, el proyecto ya está en marcha y se han firmado los primeros contratos para diseñar los gasoductos, las turbinas y demás elementos de la infraestructura.

Pese a ser cinco empresas las participantes en Nord Stream, el 51% del proyecto es propiedad de Gazprom. Principalmente porque es quien provee, o proveía, el gas que corría por los gasoductos. Y porque estuvo implicado en el proyecto desde el principio. Y al tener control por parte del gobierno ruso, sirvió a Rusia como arma para enfrentarse a Europa ante los paquetes de sanciones europeos y que afectan a ciudadanos, empresas e intereses económicos rusos. Primero subiendo el precio y luego cortando el suministro.

Instalaciones de Nord Stream en Rusia
Fuente: Nord Stream AG (Instagram)

Un juego de colaboradores y dependencia

Pero la geoestrategia no se queda ahí. Para agilizar la construcción de Nord Stream, el consorcio de empresas capitaneado por la rusa Gazprom puso mucho de su parte. Ya en 2008 contrató los servicios del que había sido primer ministro de Finlandia, Paavo Lipponen, para que ese país diera su aprobación a que los gasoductos pasaran por aguas finlandesas. No fue el único.

Desde 2005, y tras perder las elecciones contra Angela Merkel, Gerhard Schröder empezó a trabajar en Nord Stream. Y en la primavera de 2022, Schröder se vio obligado a dimitir de su cargo en la junta directiva de Rosnneft, una petrolera rusa. Más que nada porque la Comisión Europea tenía intención de incluirlo en la lista de negra de colaboradores con Rusia y después de que el Parlamento alemán le retirase uno de los beneficios con que contaba por haber sido canciller.

Precisamente, la relación entre políticos alemanes y Rusia es muy estrecha. Demasiado. Matthias Platzeck, expresidente del Partido Socialdemócrata y expresidente del land de Brandemburgo, abandonó la política en 2013 para ser director del Foro Germano-Ruso. Y si miramos al otro lado del espectro parlamentario, Alternativa para Alemania ha apoyado siempre el proyecto Nord Stream. Y es que en 2018, una delegación del partido visitó Crimea, en plena crisis entre Rusia y Ucrania, y pidió acabar con las sanciones a Rusia.

Y más allá de intereses ocultos, la política energética de Alemania hizo que Nord Stream fuera más valioso todavía para Europa. En especial cuando a raíz del incidente de Fukushima decidió abandonar la energía nuclear pese a no tener todavía alternativas reales. O sí. Esa alternativa era Nord Stream en un contexto en el que Rusia todavía no tenía intención de chantajear a Europa con su gas.

En resumen, Nord Stream fue y ha sido mucho más que una infraestructura para proveer de gas a Europa. Se mezclan intereses económicos con políticos. Tanto desde su planificación y aprobación por parte de los países europeos hasta su puesta en marcha y expansión. Y, una vez en marcha, ha servido como arma para presionar a Europa en mitad de una guerra real entre Rusia y Ucrania que se engloba en una nueva Guerra Fría entre Estados Unidos y Rusia.