La segunda temporada de Destino: La Saga Winx, que desde hoy puedes ver en Netflix, comienza donde acabó la primera. Cinco hadas adolescentes, con capacidades mágicas potencialmente catastróficas, deben aprender a controlar sus poderes. En la primera temporada, la serie se enfocó, en sus seis capítulos, en mostrar que la magia es un misterio relacionado con el pasado. En la nueva entrega, el poder lo es todo: lo bueno, lo malo, el amor, lo inalcanzable... Lo que cambia la tónica del argumento. Además de acercarlo mucho más a la serie animada original Winx Club, de Iginio Straffi.

En Alfea, el internado mágico de Otro Mundo, las cosas han cambiado muy poco. No lo suficiente, al menos, como para que Bloom (Abigail Cowen) y el resto de sus compañeras puedan comprender bien el sentido de su dinámica interna. ¿Se convirtió el instituto en un enemigo silencioso tras los eventos del final de temporada pasado? Una vez que se reveló que los viejos secretos nunca mueren, y que todas están en riesgo, volver a las paredes de la venerable institución parece un riesgo.

No obstante, Destino: La Saga Winx deja claro desde sus primeros episodios que para las criaturas mágicas del Otro Mundo es imposible no hacerlo.

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¿A dónde ir cuando eres capaz de arrasar con fuego todo lo que está a tu alrededor en un estallido de dolor? ¿Quién podría comprenderte en caso de que pudieras escuchar los pensamientos y dolores de otros con un mínimo esfuerzo? La eventualidad de la magia— cómo funciona, qué provoca y lo que transforma— es mucho más marcada en esta ocasión que en la anterior temporada. Tanto, como para que el elemento preponderante ya no sea la percepción de este colegio de adolescentes mágicos, sino lo que se esconde detrás de su premisa. 

¿Qué ocurre con Sky, Riven, Musa, Beatrix e incluso la pérfida Stella en un escenario en que su rivalidad adolescente cobra un nuevo cariz? La segunda temporada afianza la idea a través de un tránsito complicado hacia una madurez un poco apresurada. Que, no obstante, termina por ser necesaria para comprender el sentido más profundo de cómo la historia enfoca el misterio. 

Destino: La Saga Winx

La primera temporada de la serie recibió todo tipo de críticas por convertir a Alfea en una réplica un tanto desafortunada del icónico Hogwarts. Los nuevos episodios, de hecho, están enfocados en marcar diferencias y lograr una nueva personalidad para la producción. Lo logra a partir de definir su lugar como enclave en medio de dos mundos. Si la realidad está al borde del Otro Mundo, los alumnos de Alfea son viajeros entre dos percepciones de lo místico. En especial Bloom, cuya naturaleza dividida se hace más complicada a medida que sus poderes aumentan. También las sospechas sobre su capacidad para controlarlos.

Puntuación: 3.5 de 5.

Una segunda temporada con la magia convertida en enemigo real

Los nuevos capítulos de Destino: La Saga Winx comienzan por explorar cuáles son los cambios esenciales en Alfea, una vez que Rosalind se hace cargo del control del instituto. Aunque no es un tema que se toque de inmediato. Las primeras escenas transcurren, de hecho, en la paz bucólica que rodea a la venerable institución. Terra (Eliot Salt), quizás la más inocente y frágil del grupo de hadas originales, recorre el bosque en busca de una conexión con la naturaleza. 

La narración avanza con buen pie hacia las preguntas que dejaron abiertas en el cierre parcial de la primera entrega de la historia. ¿Quiénes somos cuando nuestra identidad depende de lo que podemos hacer? Terra, más que cualquier otra, debe lidiar con el peso extraño de ser una excepción, incluso entre lo inusual. Una idea que comparte con Bloom, y ahora con Flora (Paulina Chávez), en medio de un ambiente cada vez más complicado y siniestro.

Alfea, convertido en un enclave en que la magia es puesta a prueba, provoca que sus personajes se hagan preguntas dolorosas acerca de sí mismas. Un punto complicado cuando enlaza de manera por completo distinta con la percepción sobre lo extraordinario. Cada alumna es un riesgo, un peligro y una oportunidad. También, una esperanza y una promesa. Pero ¿qué ocurre cuando todo se convierte en un espacio enrevesado y extraño, cada vez más peligroso? 

‘Destino: La Saga Winx’

Destino: La Saga Winx en busca de identidad

La primera temporada de la serie recibió todo tipo de críticas por convertir Alfea en una réplica, un tanto desafortunada, del icónico Hogwarts. Los nuevos episodios, de hecho, están enfocados en marcar diferencias y lograr una nueva personalidad para la producción. Lo logra a partir de definir su papel como enclave en medio de dos mundos. Si la realidad está al borde del Otro Mundo, los alumnos de Alfea son viajeros entre dos percepciones de lo místico. En especial Bloom, cuya naturaleza dividida se hace más complicada a medida que sus poderes aumentan. También, las sospechas sobre su capacidad para controlarlos. 

En realidad, el gran punto de la segunda temporada es delinear con buen pulso el mundo de las hadas. Poco a poco, es más evidente que la cualidad de lo mágico es parte de un lugar emocional poco explorado. Bloom, que durante la primera temporada trató de enlazar el miedo, el duelo y lo temible con un poder destructor, debe encontrar un punto de balance. El nuevo trimestre le encuentra aterrorizada, con las puertas de Alfea cerrándose a su espalda y confinándola a un espacio terrorífico. No obstante, el personaje tiene la fortaleza suficiente para asumir que, en esta ocasión, no es la niña asustada que llegó casi de forma casual a un colegio inexplicable. 

El cambio hace que el programa explore regiones mucho más adultas. Lo cual también beneficia a los personajes de Stella, Aisha, Terra y Musa. La novedad de los nuevos de episodios de Destino: La Saga Winx incluye también a Flora, la versión live action de una de las figuras más queridas del cómic. Se trata de una adición que agradecer, pues sostiene y enlaza la historia del streaming con su larga herencia en la cultura pop. El resultado es una visión nueva acerca de Alfea — convertido en un lugar más lóbrego, con mayor personalidad y más elitista — y a sus estudiantes. 

‘Destino: La Saga Winx’,

Destino: La Saga Winx, una fantasía llena de elegancia

En la nueva temporada, la serie trata de manejar la oscuridad inherente al hecho de que cada una de sus personajes es un peligro. Uno latente y, además, con un pasado con el que lidiar. Ya no se trata de una exhibición de capacidades extraordinarias, sino cómo se sostienen a través de una idea amplia. Bloom, convertida en líder involuntaria del colegio, intenta comprender en sus primeros capítulos por qué el fuego en su sangre es, también, un estigma.

La nueva temporada de Destino: La Saga Winx es una versión menos siniestra y más juvenil de Locke and Key. Probablemente, también una revisión a los conceptos mayores de Sabrina, la bruja adolescente. Con un final que promete un regreso — no confirmado —, la serie mejoró en lo esencial, pero continúa siendo un producto levemente genérico. Uno sin mayor poder para crear su propio universo en medio de docenas similares a su alrededor. 

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