La quinta temporada de Cobra Kai se sostiene sobre los pilares de las cuatro primeras y, aunque esto pueda parecer simplista, es todo lo contrario. La serie de Netflix ha sabido hurgar en Karate Kid para enriquecer su relato. Personajes del pasado vienen y van. Con ellos llegan sus recuerdos y posibles giros dentro de la trama. Un reciclaje de referencias que se actualiza con éxito.
Cobra Kai puede no ser una serie para todo público. Lo más probable es que no lo sea por el tono de su humor, la autorreferencialidad, las conveniencias de guion, peleas sin justificación lógica e, incluso, algunas actuaciones cuestionables. Pero la serie que funcionó en su primera temporada como un ejercicio nostálgico conserva esa esencia. Por eso sus seguidores van a la historia como quien se acerca a un templo: sin temor alguno de lo que encontrarán ahí. Habrá satisfacción, alivio y, en este caso, entretenimiento. La quinta temporada, en ese sentido y de acuerdo con sus normas, no defrauda.
Esta nueva temporada sigue explorando las distintas ideas de familia y cuán difícil es encontrar un lugar en el mundo durante la adolescencia. En esos viajes, adultos y chicos se enfrentan como si de Mortal Kombat se tratara. La fiesta salvaje de patadas y puños en el aire se asienta cuando alguno de ellos recuerda por qué hace karate. El detalle, más allá de una justificación, es la manera como sus creadores, Jon Hurwitz, Hayden Schlossberg y Josh Heald, integran toda la mitología compuesta entre películas y series.
Cobra Kai y las consecuencias del pasado
Luego de perder el All Valley, torneo en el que se puso en juego la existencia de Miyagi-Do Karate y su filosofía, Cobra Kai tomó el control de la disciplina en el barrio. Desde una perspectiva filosófica, en esa lucha entre el bien y el mal este último tiene ventaja; bastante más de la sospechada en un principio. Thomas Ian Griffith se ha vengado a sí mismo en el papel de Terry Silver. Luego de una actuación cuestionable en Karete Kid, acá ofrece una interpretación convincente. Es él quien sacude la vida de Daniel LaRusso, encarnado por Ralph Macchio.
Perseguido por sus fantasmas, LaRusso se acerca al desenlace que poco a poco se fue insinuando a través de las primeras cuatro temporadas: mientras se ocupaba en sostener la filosofía de su antiguo maestro, el Señor Miyagi (Pat Morita), su familia se agrietaba. Ese desarrollo es coherente y resuena con el de otras historias. Cobra Kai es la historia de familias en apariencia perfectas y otras disfuncionales. El detalle es que, cuando las primeras se ven en un primer plano, no están muy lejos de parecerse a las segundas.
La lucha más evidente que plantea Cobra Kai es la de LaRusso y la de Johnny Lawrence, interpretado por William Zabka. Desde lugares y momentos de vida distintos, cada uno intenta hacer frente a sus demonios internos, mientras el karate y los debates filosóficos que la disciplina les planta condicionan parte del recorrido. Ambos buscan un lugar que, con frecuencia, se encuentra en los otros, esos que no están en el dojo.
Sin Miyagi-Do Karate, LaRusso pierde su norte filósfico. Lawrence, quien se embarcó en la búsqueda de Miguel Díaz, encarnado por Xolo Maridueña, está en México. Mientras uno se distancia de su familia, el otro poco a poco logra compactar la suya. Mientras tanto, Terry Silver avanza.
El lado megalómano del villano
Cada adversario en Cobra Kai pasa por una tema de ambición y grandeza desbordada. El mayor grado de megalomanía lo representa Terry Silver. No solo aspirar a gobernar el barrio a través de su filosofía, sino que también desea llegar al torneo más importante del mundo. Temporada tras temporada, la serie plantea un reto mayor.
En esa búsqueda, recicla fórmulas y métodos de resolución. No le quedan demasiados caminos. Se trata de un proyecto en el que todo, incluso las disputas familiares, se van a resolver con golpes y patadas. Es un principio que el relato ha planteado desde un inicio. Conviene no sorprenderse. En este punto, será criterio de cada espectador aceptar o no la oferta. Quienes ya llegaron a la quinta temporada, lo más probable es que aplaudan las coreografías y el crecimiento de Silver.
El personaje que creció en una segunda línea ahora comanda un ejército, como define a su grupo de alumnos. Uno que aspira a ir más allá de las fronteras tradicionales. Extenderlo más allá de ellas es llevar el nombre de Terry Silver a lugares en los que nunca sonó. El contraste no puede ser más evidente en relación con LaRusso y Lawrence. Ellos aspiran metas más sencillas, pero no menos complejas, como sostener sus relaciones de pareja o hacer las pases con sus hijos.
Si hasta acá no se había hecho referencia a Chozen Toguchi, interpretado por Yuji Okumoto, es porque merece un espacio particular. Fue presentado antes en Cobra Kai, pero durante esta quinta temporada su influencia alcanza estadios mayores. El relato lo presenta como una mezcla de LaRusso y Lawrence, combinando agresividad con un fondo filosófico; tradición con espectacularidad.
Cobra Kai,
quinta temporada
Luego de cuatro temporadas, Cobra Kai es un relato que conoce sus límites y no va más allá de ellos. Esto, aunque pueda entenderse como un problema, es una de sus fortalezas. La producción es consciente de por qué ha sido un éxito de audiencia y se abraza a esas ideas. De esa forma sigue ofreciendo una narración fiel y coherente con el universo que ha construido hasta ahora.
El pulso entre LaRusso y Lawrence, con la aparición de Chozen Toguchi
El rol de Chozen Toguchi es clave para que LaRusso y Lawrence se acerquen y puedan hacer frente a la amenaza de Terry SIlver. Su figura no solo aportará valor competitivo a la enseñanza. También contribuirá a que los protagonistas aprendan lecciones que serán útiles en esos combates en los que los puños son menos importantes que las palabras. Las relaciones personales de esta tríada se retroalimenta en múltiples sentidos. Juntos hacen referencias clásicas dentro de la mitología Karate Kid, sueltan lugares comunes afines con sus personalidades y se transforman entre sí.
Entre ellos destacan las referencias a Rocky y la parodia a Top Gun. El primer guiño se entiende desde la influencia. Cobra Kai puede comprenderse como la historia de personajes que deben crecer como personas antes que como deportistas. Al igual que lo hizo Rocky Balboa. El segundo homenaje se encuadra de buena manera con el presente en el que se emite la serie, con Top Gun: Maverick llenando salas de cine y rompiendo récords de taquilla.
Como las anteriores, la quinta temporada Cobra Kai no desea ser profunda, innovadora, incluso ni aspira a ser verosímil durante varios tramos. Sin embargo, su manera de plantear el desarrollo de sus personajes, de apoyarse en el absurdo y ser capaz de reírse de la época en la que surgió Karate Kid, es coherente con el universo narrativo que ha compuesto a través de sus cinco temporadas. Por eso, cuando el espectador imagina que se está agotando, aparece algo que le da vida al relato. Si no, le hace recordar que es una pieza de entretenimiento antes que cualquier otra cuestión. Como si desde la producción se quisiera enviar un mensaje: "Lo tomas o lo dejas."