Hubo un tiempo en el que Apple se vanagloriaba de que sus teléfonos pudieran ser utilizados completamente con una única mano. Incluso hacia spots con ello, como el del iPhone 5 de 2012. Por aquel entonces, el resto del mercado ya llevaba unos años poniendo ante el consumidor teléfonos que iban siendo cada vez más grandes y voluminosos a cambio de una pantalla cada vez más grande. Se les llegó a llamar phablets.
Hoy, una década después, Apple ya no defiende ese mensaje. Sí que lo hacía hasta muy poco, pero ha salido derrotado. La presentación del nuevo iPhone 14 ha determinado también el fin —sin visos de regreso— de la gama Mini que nos ha acompañado en la generación 12 y 13. Dos terminales que jugaban a la contra en un mundo de gigantes, pero que, desde luego, no han triunfado.
Ambos presentaban pantallas de 5,4 pulgadas en un mundo que hacía tiempo que se había ido de media por encima de las 6.
Sale Mini. Entra Plus
Apple no solo los ha retirado, sino que avala el mensaje de que nos encantan las pantallas grandes con la llegada del nuevo iPhone 14 Plus, una opción que da pulgadas (6,7 en concreto) sin tener que llevarse también y pagar por ello las características del modelo Pro Max.
La operación es sencilla y clara. Sale el Mini, entra el Plus.
Los motivos de Apple para no renovar los modelos Mini son en cualquier caso justificados. Era un modelo que parecía caer bien, pero casi más a los techies que al público en general. La prueba es que según CIRP las ventas del 13 Mini apenas fueron el 3% de los iPhone vendidos el año pasado. El 12 Mini ya suponía un raspado 8%. Si a eso le sumamos que en un mundo de alta demanda su batería se quedaba corta, apaga y vámonos.
Aunque seguramente la pregunta de fondo sea saber qué peso ha tenido el problema de que sus baterías no eran tan adecuadas para el uso actual en comparación a los modelos más grandes —un problema tecnológico— versus la predilección general por pantallas más extensas —algo estético y/o práctico—.
Al final el tamaño (en el iPhone) parece que sí importa
Existe una declaración muy recordada de Jobs en 2010, un año antes de fallecer, en la que aseguraba que “los teléfonos grandes no se iban a vender” porque consideraba que eran incómodos al tener que utilizarse con más de una mano.
La eterna apuesta por la ergonomía y la comodidad era un mantra en la vida del antiguo CEO de Apple, que parecía mantenerse firme en no querer crear dispositivos intermedios entre el iPhone y su nueva tableta. Una decisión que se mantuvo firme en la compañía y que dio lugar casi a una batalla dialéctica entre los móviles compactos frente a los grandes, como se puede ver en el recordado anuncio del iPhone 5 que comentábamos al principio. Todo se podía hacer con el pulgar, y esa era su apuesta entonces:
Los rumores sobre la muerte del Mini han estado rondando casi desde que debutó en 2020. A principios de 2021, empezaron a surgir informes de que Apple había sobrestimado enormemente la demanda del teléfono y había tenido que reducir drásticamente su producción y que solo representaba un porcentaje de un dígito de todas las ventas de iPhone.
Quizá sea porque la mayoría de la gente solo quiere teléfonos baratos con pantallas grandes. Según estimaciones de Statista, los teléfonos con pantallas de 5 a 5,5 pulgadas representaron alrededor del 13,5% de las unidades enviadas por los fabricantes en 2022. Los teléfonos con pantallas de más de 6 pulgadas, por su parte, representaron el 40 por ciento de los envíos. Los datos de Statista también muestran que, en los últimos años, se han vendido cada vez menos teléfonos pequeños, mientras que los grandes han aumentado.
Sí, el Mini tenía sus inconvenientes. Incluso con el aumento del 9 por ciento en la capacidad de la batería que vino con el modelo 13, nunca fue un teléfono que pudiera aguantar un día completo de uso intensivo. Y aunque era capaz de igualar las características de su homólogo de mayor tamaño, es difícil imaginar que Apple hubiera podido hacer una versión Pro que fuera práctica.
El extinto mundo de los móviles compactos
Aun así, era una opción estupenda para aquellos a los que no les importaban esos inconvenientes (o a los que no les importaba llevar un poco más de volumen en forma de baterías en las raras ocasiones en que lo necesitaban). Y esa es la verdadera magia del Mini: llena (o llenó, supongo) un nicho que fue básicamente abandonado por otros fabricantes.
Hay algunos grandes teléfonos Android con pantallas de tamaño pequeño hoy en día, pero no son mini, un modelo que heredaba la filosofía en diseño de los primeros iPhone. El Asus Zenfone 9 tiene una pantalla de 5,9 pulgadas, y el Pixel 6A tiene una pantalla de 6,1 pulgadas.
Pero la pantalla de 5,4 pulgadas del Mini era más pequeña. Ahora, el iPhone SE, con 4,7 pulgadas, pero mayor tamaño de terminal, es el dispositivo más contenido de Apple. Además, las diferencias en cuanto a características, donde el modelo Mini sí que prometía lo máximo, están ahí. Ahora, solo con el SE, compacto en Apple es sinónimo de económico.
Los smartphones con pantallas grandes fueron introducidos hace 10 años por fabricantes asiáticos porque en zonas como Asia o África el smartphone era la principal vía de acceso a internet. A falta de ordenadores y, desde luego, tablets, una pantalla de móvil pequeña era lo más adecuado.
Según DeviceAtlas, donde se recopilan estadísticas por dispositivos, los países donde son más comunes los smartphone que superan las 5,7 pulgadas son Malasia, Egipto y Rusia. Lo mismo ocurre con las de 5,5 en India o Nigeria, donde se indica “que esta es la principal forma de acceso a internet para mucha gente”. Hay que tener en cuenta que puestos a reducir elementos por economía, un móvil es vital frente a un portátil, y desde luego una tablet.
Esa necesidad se ha convertido en básico también para el resto de territorios. Y, por el camino, se ha llevado el iPhone Mini.