Gorillas, la startup de entrega rápida de última milla, sigue estando en el centro del huracán. Tras los anuncios del despido de gran parte de su personal y su posible marcha de algunos de sus mercados menos rentables –con idas y venidas en unos comunicados contradictorios–, está pasando lo inevitable: Gorillas quiere reducir costes por encima de cualquier cosa. Mientras, toma algunas decisiones un tanto inexplicables.

Las rondas de financiación han cesado. El grifo de los fondos de inversión ha dejado de tener interés en un mercado que ya apunta a ser poco rentable. También en el que los competidores –igual o mejor financiados– van ganando terreno por encima de otros. Ya lo decía el mismo fundador de Gorillas: pocos sobrevivirán en un sector en el que pocos podían ser rentables y el futuro era negro.

Con todo, el problema de Gorillas viene de lejos. La startup de origen alemán ha sido víctima de una historia que se repite muy a menudo en las empresas de crecimiento explosivo: perder el foco y gastar allá donde no se necesita. La empresa, centrada en las entregas rápida, recibía 1.000 millones hace menos de un año tras una larga lista de rondas de inversión. Acto seguido decidía crear una firma discográfica y mudarse a un edificio restaurado –una antigua cervecería– en uno de los mejores barrios de la capital alemana. A día de hoy, poco se sabe de su sello musical, pero sí mucho de cómo está siendo su política de recortes.

Se acabo la barra libre en productos de Apple para los empleados de Gorillas

Y es que Gorillas tiene un problema heredado de una gestión complicada. Según Bloomberg, que ha tenido acceso a correos internos de la tecnológica, la empresa está luchando con una de sus políticas internas. La de los gastos gratuitos. ¿Qué es esto? Ni más ni menos que una suerte de barra libre de productos de Apple. Sin tener un registro interno de MacBooks, tablets o Airpods que entraban en la compañía, los empleados hacían suyos –literalmente– los dispositivos. Si se marchaban de la compañía o eran despedidos, estos simplemente pasaban a ser de su propiedad. Lo mismo ocurre con los códigos descuento, los que tenían la misión de atraer a los nuevos usuarios y que suponen uno de los más elevados costes en el área de marketing. Gorillas trabaja para acabar con el abuso de estas promociones –que aún así identifican como minoritarias– por parte de usuarios que usan varias cuentas para seguir disfrutando de los mismos.

Por otra parte, Gorillas también se está enfrentando a la falta de personal en sus filas. Según los informes, están mudando personal entre departamentos para solventar los despidos de hace unas semanas. Asimismo, y sin confirmación de la compañía, todo apunta a que también se estaría despidiendo a los supervisores de almacén incluso en las regiones que la tecnológica identificó como más rentables hace unas semanas. Londres o Berlín son unas de ellas.

Y ahora una cerveza propia...

Pero no son los únicos problemas. Se suma a toda esta historia la queda de los empleados, siempre según Bloomberg, sobre el desperdicio de alimentos que sufren los almacenes. Según los empleados, la falta de organización hace que cientos de alimentos perecederos acaben en la basura al no tener espacio en las neveras o no haber la suficiente demanda.

Y, sin embargo, Gorillas no tiene claro el foco de negocio. Mientras sus problemas crecen, la tecnológica sigue empeñada en uno de sus focos: crear sus propios productos disponibles solo a través de su aplicación. Cerveza artesanal –su mayor foco–, leche de avena y cápsulas de café reciclables con un único objetivo: la fidelidad de los clientes que quieran esa marca en concreto. También con un resultado claro: al ser productos muy comunes en cualquier mercado, independientemente de la marca, lo más probable es que solo sirva para aumentar los costes de una compañía que se ha dejado muchos millones en el camino.