El pasado mes de enero de 2022 tuvo lugar el primer trasplante exitoso de un corazón de cerdo a humano. El paciente era un hombre muy enfermo, para el que este novedoso procedimiento se había convertido en su última carta. Y en un principio fue una carta muy bien jugada, pero desgraciadamente la situación se torció unas semanas después y terminó de la peor manera, con su muerte a principios de marzo. El fallecimiento fue un misterio, más allá del deterioradísimo estado de salud del paciente. No obstante, ahora sabemos que hubo un factor que pudo propiciar el fatídico desenlace: el cerdo donante del órgano estaba infectado por un virus.

Se trata del citomegalovirus porcino, según han explicado en un artículo publicado en MIT Technology Review. Generalmente no es grave para estos animales, a los que no suele causar más que una rinitis. Tampoco supone un riesgo para los humanos con los que se relacionan. Sin embargo, si se encuentra en el corazón de cerdo que se trasplanta a un humano con una salud muy dañada, sí que puede ser peligroso.

Además, es difícil de localizar, ya que se encuentra latente en el organismo de los cerdos, de modo que pasa desapercibido para algunos de los métodos de detección habituales. Por eso los científicos que realizaron este trasplante de corazón de cerdo a humano no se dieron cuenta de la infección. Ahora sabemos que la presencia de este virus pudo ser en parte responsable de la muerte del paciente. Pero es imposible saber si habría muerto de todos modos sin él. Al menos, ya sabemos que en futuros intentos se deben realizar pruebas más exhaustivas para identificar polizones ocultos como este. 

El virus que enturbió el primer trasplante exitoso de un corazón de cerdo

David Bennet, de 57 años, llevaba seis semanas ingresado por una arritmia grave cuando sus médicos obtuvieron el permiso para realizarle un trasplante de corazón de cerdo.

No era elegible para recibir un corazón humano. Además, su situación era demasiado delicada para esperar a recibir un órgano compatible. Moriría antes, por lo que su única esperanza de vivir era someterse a este delicado e innovador procedimiento. Él también lo tenía claro y por eso no lo dudó. 

El paciente estaba inmunodeprimido, por lo que el virus, aun siendo generalmente leve, pudo afectarle gravemente

Este tipo de técnicas llevan en investigación muchos años. Incluso ha habido varios intentos anteriores, pero todos sin éxito. Ahora el proceso es mucho más complejo, pues los cerdos en cuestión están modificados genéticamente para evitar los rechazos de sus órganos trasplantados. Además, se usa una mezcla farmacológica a base de sustancias como el cortisol, la adrenalina y la cocaína, que alarga la viabilidad del corazón de cerdo hasta el momento del trasplante. Todo esto propició que Bennet saliera de la operación con vida. Incluso pudo pasar tiempo con su familia y comenzar con la rehabilitación para recuperar fuerzas poco a poco. 

Pero seis semanas después todo se torció y el paciente falleció. En un principio no se dieron a conocer las causas. No por ocultismo, sino más bien porque no estaban claras. Su estado de salud se había complicado, ¿pero por qué?

Finalmente, uno de los cirujanos que realizaron la intervención, Bartley Griffith, dio a conocer la infección por citomegalovirus en un seminario sobre trasplantes celebrado en abril. Explicó que no estaba claro si el virus había sido la causa o simplemente se había convertido en algo más de leña para un fuego que ya estaba encendido.

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Cabe recordar que, a pesar de las modificaciones genéticas del cerdo que donó el corazón, Bennet también tuvo que tomar fármacos inmunosupresores para evitar el rechazo del órgano. Esto le dejaba mucho más vulnerable a posibles infecciones. Se podía intentar protegerle de los patógenos externos, pero en realidad el corazón de cerdo ya traía uno que pasó desapercibido. Es leve, pero para un  paciente en su estado no tanto.

Esta es una noticia triste, pero da nueva información para intentar no caer en el mismo error en futuras intervenciones. A pesar del desenlace, nunca se había llegado tan lejos como con este paciente, por lo que hay motivos para confiar en que pronto otro enfermo pueda recibir un corazón de cerdo y vivir muchos años para contarlo. 

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