Puede ser por alergias, por cansancio, por haber dormido o llorado demasiado o, simplemente, porque nos hacemos mayores. Las ojeras pueden aparecer por multitud de motivos. Sin embargo, todos responden a los mismos factores. La elasticidad, grosor y pigmentación de la piel, así como la grasa, la circulación sanguínea y los genes son los parámetros que suelen influir en que tengamos más o menos ojeras.

No constituyen ningún problema para la salud, pero estéticamente no le resultan nada agradables a quién las tiene. Por eso, existen multitud de opciones para tratarlas, desde cirugías hasta algunos remedios caseros con no demasiada evidencia científica

¿Pero qué dice la ciencia sobre las ojeras? ¿Cómo pueden todos los parámetros citados converger para formar esas bolsas debajo de los ojos? ¿Hay algo que podamos hacer para evitarlos o simplemente tenemos que hacernos a la idea de que en algunos casos formarán siempre parte de nosotros?

Empezando por el principio: ¿qué son las ojeras?

Con el término “ojeras” hacemos referencia tanto a la hinchazón como al oscurecimiento de la piel situada debajo de los ojos. Científicamente, estos fenómenos son conocidos como hinchazón periorbitaria o hiperpigmentación periorbitaria.

En ambos casos tienen relación con que la piel alrededor de los ojos es la más fina y menos tersa del cuerpo. Por lo tanto, ocurren dos cosas. Al ser poco tersa, cualquier perturbación, como la acumulación de líquido o grasa puede alterar su forma. Además, al ser tan fina, todo lo que ocurre detrás de ella se ve. Se transparentan los vasos sanguíneos y hasta los depósitos de grasa que también provocan la inflamación.

La pérdida de colágeno cuando nos hacemos mayores provoca que salgan más ojeras

Hay personas más propensas a la aparición de ojeras por causas genéticas. Además, quienes tienen la piel más clara tienen más probabilidad de experimentar el oscurecimiento. No obstante, en algunos casos los embolsamientos no empiezan a aparecer hasta que se llega a una edad superior a los 40 o 50 años. 

Esto se debe a que cada vez hay menos colágeno, una proteína que ayuda a mantener tersa la piel. Pero hay más factores que influyen.

El papel de los vasos sanguíneos

Si hemos dormido mal, posiblemente acabemos experimentando unas buenas ojeras. Lo mismo ocurre si tenemos alergia o si hemos llorado mucho recientemente. En todos estos casos, la causa del embolsamiento obedece a la acumulación de sangre en los vasos sanguíneos.

Cuando estamos muy cansados o estresados la circulación sanguínea se hace más lenta alrededor de los ojos. Esto hace que la sangre se acumule, como si fuese agua estancada. Además, los capilares, que son los vasos sanguíneos de menor tamaño, se estiran y gotean ligeramente, dando lugar al oscurecimiento característico de las ojeras.

Pasa lo mismo si nos frotamos mucho los ojos. De hecho, esto aumenta aún más las ojeras relacionadas con la alergia. Pero no solo la sangre tiene relación con las ojeras. También la tiene la grasa.

¿Qué tiene que ver la grasa con las ojeras?

Se sabe que la grasa también tiene relación con las ojeras, aunque hay cierto dilema en torno a las causas. 

Lo que está claro es que la acumulación de grasa bajo el ojo promueve que esta zona se inflame, dando lugar a las típicas bolsas. Por un lado, se cree que las reservas de grasa que se encuentran alrededor de los ojos pueden escapar de la membrana que las contiene. Esto, además, se intensificaría con la edad por la pérdida de colágeno. No obstante, en 2008 un equipo de cirujanos plásticos de la Universidad de California Los Ángeles publicó un estudio en el que se señalaba otra hipótesis. Según ellos, el problema no es que la membrana se debilite con la edad, sino que con el paso de los años aumentan los niveles de grasa.

Sea como sea, son causas bastante relacionadas, que demuestran que tanto la grasa como los años son factores esenciales en el desarrollo de las ojeras. Eso sí, no debemos demonizar esa grasa, pues precisamente se encuentra alrededor de los ojos para acolchar la zona y protegerla.

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¿Qué podemos hacer para evitarlas?

Si nuestras ojeras tienen un origen genético, podemos hacer poco para evitarlas. Como mucho, se puede recurrir a la cirugía estética, concretamente a una operación conocida como blefaroplastia. Además, los cirujanos estéticos pueden realizar tratamientos con bótox, para devolver la elasticidad de la piel. Ahora bien, son tratamientos que pueden ser engañosos y peligrosos, por lo que es importante elegir bien al profesional que los va a llevar a cabo.

Más allá de eso, existen remedios caseros, como la colocación de rodajas de pepino, pero no está demostrado que sean eficaces. Las cremas con ingredientes dirigidos a aumentar la elasticidad de la piel también pueden ser eficaces, aunque no son la panacea.

Comer alimentos muy salados promueve un aumento de las ojeras, porque se retienen más líquidos

Por eso, lo más importante es tener un estilo de vida que promueva las mínimas ojeras posibles. Dormir adecuadamente, realizar ejercicio físico regularmente y tener una dieta equilibrada son factores que pueden ayudar mucho. En esto último, además, es importante reducir el consumo de alimentos muy salados, ya que la sal favorece la retención de líquidos y, de nuevo, esto hace que las ojeras se intensifiquen.

Más allá de eso, es la genética la que dicta las normas. Aunque también podemos recurrir al maquillaje y, sobre todo, al trabajo de la autoestima. Nuestras ojeras no nos definen, que no se convierta en una obsesión.