Antes que toda una generación le conociera por interpretar al mítico Obi Wan Kenobi, Ewan McGregor ya era parte de la cultura popular gracias a Trainspotting. Su Mark Renton, convertido en ídolo generacional, es símbolo de un tipo de cine pendenciero y brillante. La película de Danny Boyle no solo narró una historia complicada desde un punto de vista audaz. A la vez creó un lenguaje sobre el pesimismo moderno y la juventud que McGregor mostró en su perturbador esplendor.

Pero el actor también encarnó al joven Edward Bloom en el clásico romántico Big Fish. Una de las películas más queridas, conmovedoras y aclamadas de Tim Burton, impulsó al actor escocés a un nuevo nivel de reconocimiento. Como si eso no fuera suficiente, rarezas como The Pillow Book del director Peter Greenaway y el éxito Moulin Rouge de Baz Luhrmann, le brindaron un reconocimiento curioso. Tanto como actor del mundo indie, como estrella de grandes éxitos de taquilla, Ewan McGregor se volvió impredecible. Pero en especial, un actor que podía dar una personalidad asombrosa a cualquier proyecto en el que estuviera involucrado.

Sin embargo es su interpretación de Obi Wan Kenobi su gran aporte a la cultura pop. El personaje, que llegó a la pantalla de mano de Sir Alec Guinness, encontró en Ewan McGregor una desconocida sensibilidad y singular vulnerabilidad. También, todo el misterio de un maestro Jedi en pleno crecimiento. Como punto de unión entre las trilogías originales y las precuelas, el personaje de Obi Wan Kenobi es un eslabón de considerable interés en Star Wars. Y MacGregor, logró que esa relevancia se convirtiera en poder, interés y un particular punto de vista sobre el deber moral. 

De modo que la filmografía de Ewan McGregor tiene un especial valor para los amantes del cine. Del blockbuster por antonomasia hasta el cine independiente más refinado. El actor ha transitado un largo camino para crear una asombrosa versión del cine y sus matices. Te dejamos diez películas del actor que deberías ver para hacerte mejor idea sobre su peso en el mundo cinematográfico. 

Tumba al ras de la tierra

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El debut cinematográfico de Danny Boyle trajo la primera gran actuación de Ewan McGregor. A la vez, un éxito temprano que le convirtió de manera súbita en la gran promesa del cine inglés de la década de los noventa. La historia de una muerte inexplicable, una decisión codiciosa y al final una lucha muerte desconcertó al público y deslumbró a la crítica. 

En especial, por la forma en que Boyle analizó el horror, el suspense y la avaricia desde un punto burlón y perverso. Con un apartado visual sorprendente, se convirtió en un recorrido inquietante a través de la oscuridad intelectual y después, la ambigüedad de la moral contemporánea.

 Pero fue la actuación de Ewan McGregor — la encarnación de cierta vivaracha maldad — la que marcó el film y lo convirtió en un pequeño fenómeno. Con una sonrisa cruel, el actor creó un personaje lleno de claroscuros y al final violencia pura. Gracias a su esfuerzo, Tumba al ras de la tierra se convirtió en un ícono de un tipo de cine retorcido que abrió puertas a nuevos lenguajes y propuestas.

Trainspotting

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Corría la mitad de la década de los noventa y el cine buscaba su identidad, a través cambios sutiles en estilo y ritmo en pantalla. Los argumentos se hicieron más atrevidos y después, un existencialismo pesimista llegó para crear nuevas propuestas. Danny Boyle apostó por ese lado oscuro y extravagante de lo cinematográfico y lo hizo, a través de un retrato generacional turbulento. La adaptación de la novela Trainspotting de Irvine Welsh, convirtió la noción acerca de la juventud y la desesperanza en algo nuevo.

Y por supuesto, el director encontró en McGregor el mejor retrato de un país — época — que se caía a pedazos. Una generación consumida por el egoísmo, la incertidumbre y el miedo. La película, descarada, violenta, brutal e incómoda, dejó un mal sabor de boca en la crítica y también lo sedujo. A la vez encontró una legión de fanáticos que se aferraron a su retrato crudo sobre el desencanto contemporáneo. 

En especial, el Mark Renton de Ewan McGregor convirtió a la película en una joya cínica. Con su aire despreocupado, violento, manos temblorosas y rostro enfurecido, Ewan McGregor creó un espejo en que una Europa muy joven podía mirarse. Y fue ese centro de gravedad forzoso, lo que brindó a la película su tono atemporal. El primer personaje icónico para McGregor. 

The Pillow Book

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Una década antes del debate sobre personajes bisexuales, desnudos masculinos y el cine gore vinculado a lo erótico, Ewan McGregor protagonizó este clásico diminuto. Y lo hizo, en medio de la controversia y un escándalo moderado que moduló su éxito en una dirección por completo nueva. Si hasta ahora, el actor había sido conocido por su capacidad para crear personajes contemporáneos y complejos, Jerome fue un paso a lo desconocido. 

La historia de un atípico triángulo amoroso que termina en un suicidio involuntario, es tan surreal como poética. También, la actuación de McGregor, convertido en objeto del deseo de los dos personajes principales. Y es la singular percepción del amor, el deseo y la obsesión del argumento, lo que brinda al actor sus mejores escenas. 

Ya sea con la piel cubierta de poemas de amor o convertido en un tesoro artesanal macabro de un amante. McGregor demostró que su conocida capacidad para el desenfado podía llegar a lugares por completo asombrosos. Y no solo eso: que el actor estaba listo para probar todo un nuevo panorama en el cine contemporáneo. 

Una historia diferente

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De vuelta bajo la dirección de Danny Boyle, el actor decidió probar un registro menos intenso. Y falló. Entre la comedia romántica y la fantasía, esta historia de un secuestro, dos ángeles y una ciudad idealizada, desagradó a la crítica al público. Y aunque Ewan McGregor logró otra de sus actuaciones memorables. Pero su dulce y extraño Robert Lewis no fue suficiente para levantar la película en hombros. En realidad, McGregor diría después que se trató de un experimento que no resultó tal y como lo imaginaba. Algo que fue notorio en la pobre edición del film y en especial, el confuso y edulcorado resultado final.

Pero McGregor demostró su capacidad para brillar incluso en situaciones en que el guion no fuera el mejor ni tampoco, el apoyo del público. También, que podía hacer reír. Alejado de sus papeles intensos, pesimistas y oscuros, encontró una forma festiva de analizar el humor. Y a pesar de la indiferencia que suscitó esta obra menor, Ewan McGregor demostró que era mucho más que el actor fetiche de un director vanguardista.

Trilogía precuelas de la la Guerra de las Galaxias

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Obi Wan Kenobi fue uno de los personajes que despertó mayor curiosidad, admiración y cariño en la trilogía original Star Wars. De modo que cuando se anunció que habría una precuela de la Space Opera más querida del cine, la gran pregunta era cuál actor lo interpretaría. Mucho más, luego que su debut en el cine fuera de la mano del actor Sir Alec Guinness. ¿Quién podría sustituir la mesurada, sobria y elegante versión del actor sobre el jedi sobreviviente a la orden 66 de Palpatine?

Hubo sorpresa cuando se anunció el nombre de Ewan McGregor. Mucho más, cuando los primeros detalles de la trama comenzaron a llegar. Las historias narrarían la complicada y brutal transición de la República al Imperio. Y eso, mostraría a un Kenobi en medio de intrigas políticas, luchas y finalmente, el exilio. Hasta entonces, Ewan McGregor había mostrado un registro de actuación más cercano a lo mundano que a una obra de fantasía. ¿Podría comprender en toda su extensión la complejidad de un ícono pop semejante?

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No sólo lo comprendió, sino que además le brindó su propia identidad. McGregor logró que su versión de Kenobi rindiera tributo a la de Guinness, pero además, sostuvo una tensión interna que le brindó peso y elegancia. Este joven maestro Jedi con una enorme responsabilidad a cuestas pareció ser el rostro de toda una nueva generación de fanáticos. Y por curioso que parezca, el personaje más firme en una historia irregular que todavía cosecha críticas divididas. 

Velvet Goldmine

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McGregor tiene algo de estrella de rock estrafalaria y parte de esa identidad brilló en su personaje de este extraño argumento de Todd Haynes. La historia de un cantante que finge su propia muerte antes de su declive es poética y dolorosa. Pero es la actuación de McGregor, reconvertido en una especie de doble involuntario del fallecido Kurt Cobain, el punto más alto de un argumento blando. Su representación de la fama, el abandono del miedo y la decepción de la vida adulta, sorprendió y emocionó. Pero mucho más, el desenfreno con que McGregor mostró la decadencia y la turbulencia de la fama.

Su actuación destacó especialmente, por su capacidad para crear la connotación de la pérdida de la inocencia. La película de Haynes analiza la obsesión por la atención pública y a la vez, el miedo al anonimato. Entre ambas cosas, Ewan McGregor cantó, bailó y tuvo sexo desenfrenado con Christian Bale en una terraza pública. Todo un símbolo de la belleza tardía y amarga de la vida frente a los reflectores. 

Moulin Rouge

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La Traviata de Giuseppe Verdi y la Dama de las Camelias de los Dumas llegaron al cine por enésima vez en forma de musical. Y Baz Luhrmann decidió que no solo sería fastuoso, sino que también marcaría historia en un género en decadencia. Para asegurarse de eso, contrató a una espléndida Nicole Kidman protagonizar la historia y Ewan McGregor, convertirse en su amante devoto. El resultado fue un blockbuster de alto calibre que convirtió la clásica historia en un momento de considerable importancia en el cine actual.

Como si eso no fuera suficiente, la película se convirtió en una extraordinaria muestra de la música al servicio de una historia emocionante. Kidman y Ewan McGregor convirtieron al argumento en una dulce versión del amor trágico y también, en un espectáculo de alta factura que causó sensación. Todo, acompañado de una banda sonora para la historia con Christina Aguilera a la cabeza.

Big Fish

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Se le ha llamado una de las historias de amor más hermosas de los últimos cuarenta años y una rareza en el género de la fantasía. En realidad, la película de Tim Burton es una joya cuidadosa sobre el amor, el duelo y la imaginación. Todo en medio de la particular estética del director y su sensibilidad tenebrosa. Y es Ewan McGregor el encargado de encarnar una historia romántica que no se atiene a lugares comunes y que desafía la norma en varias ocasiones. 

A mitad de camino entre la fábula, la noción sobre la identidad y una intimidad desgarradora, Big Fish es un alegato sobre la ternura y la pérdida. A la vez, un recorrido sobre lo sutil del sentimiento a través de escenas oníricas y poderosas que sorprenden por su elocuencia. Tim Burton, que le llevó años llegar a un discurso como el de Big Fish, celebra el poder de lo emocional con un discurso sofisticado. Y Ewan McGregor le acompaña en una colección de imágenes inolvidables que pasaron a la historia del cine. 

Lo imposible

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Basada en la historia real de la doctora española María Belón durante el terremoto de Sumatra — Andarán del 2004, esta tragedia abrumadora impactó a la crítica. La devastadora premisa sobre los sobrevivientes en medio de un desastre natural de proporciones incalculables, se convirtió en un clásico del cine de desastres. También en un desgarrador drama en la que el voluntad y al final, el amor logra un pequeño milagro en medio de una devastadora destrucción.

McGregor interpreta a un padre de familia que debe enfrentar la posibilidad de la muerte. Y a la vez, atravesar situaciones inimaginables para lograr sostenerse en pie, moral y físicamente. Quizás la película que exige más del actor, es la que sorprende más por su emotividad y sinceridad. Para su último tramo, Ewan McGregor logró hacer llorar a la audiencia. Pero también, elevarse más allá de una simple mirada al terror para convertirse en símbolo de esperanza. 

Doctor Sleep

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La secuela inesperada de la clásica El Resplandor de Stanley Kubrick, tenía un doble compromiso. Por un lado, analizar la obra fundacional del cine de terror desde la óptica de reconoce su importancia y permanencia. Por otro lado, compenetrar la historia más reciente con su legado a largo plazo. Y como si todo lo anterior no fuera suficiente, profundizar en el terror desde el discurso íntimo y doloroso de King. Y para eso necesitaba de un actor competente que pudiera interpretar a un Danny Torrance adulto, víctima del fantasma de su padre y su recuerdo. 

Ewan McGregor lo logró. Danny no solo es un sobreviviente, sino un hombre con un destino y propósito. Con su pasado como telón de fondo, el personaje deberá enfrentar a monstruos inimaginables y volver al centro de todos sus horrores. Y mientras la cámara de Mike Flanagan convierte el horror descrito por King en estilizadas imágenes, Ewan McGregor dota a Danny de pasión, compasión y bondad. Para su duro y brutal final, la película se convierte en algo más que el sentido de homenaje y alcanza la concepción del bien, como una premisa adulta. Más de lo que podría pedirse a cualquier película de terror. 

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