Resulta complicado saber cuándo se va a acabar la vida de una persona o de cualquier otro animal. Sin embargo, con las hembras de pulpo es bastante más fácil. Una vez que se aparean, su final está cerca. Esperan a poner los huevos y casi inmediatamente después empieza un truculento proceso en el que se arrancan la piel y los tentáculos a mordiscos. Para cuando sus pequeños pulpos salen al mundo ellas ya han perdido la vida. Esto es algo que ha llamado la atención de los científicos durante años, pues no se sabe ni para qué ni cómo lo hacen. Sin embargo, un equipo de investigadores de la Universidad de Chicago podría tener respuesta para la segunda cuestión.

Y es que, según el estudio que acaban de publicar en Current Biology, la clave está en el metabolismo del colesterol. Solemos hablar de esta sustancia en lo referente a la alimentación y sus efectos sobre la salud. Pero lo cierto es que está vinculado en muchos procesos. De hecho, es necesario para nuestra supervivencia (y también para la de los pulpos), pero siempre a unos niveles adecuados y con un metabolismo que se ajuste a ciertos límites. Si no, en el proceso se pueden generar sustancias peligrosas o producirse efectos tan perjudiciales como el suicidio de las hembras de pulpo.

Todo esto, además, parece estar relacionado con un órgano poco conocido de estos cefalópodos: la glándula óptica. Sería casi equivalente a nuestra pituitaria, pero tras el apareamiento tiene un efecto peligroso sobre las hembras de pulpo. Veamos cómo han llegado a esa conclusión.

Detrás del suicidio de las hembras de pulpo

La glándula óptica se descubrió en 1977. Entonces se observó que está involucrada en varios procesos, como el desarrollo sexual y el envejecimiento, tanto de los pulpos como de los calamares. Pero lo que más llamó la atención a los científicos que empezaron a estudiarla es que si se le extirpaba a las hembras estas no tendían a suicidarse después del apareamiento. 

Para saber el motivo, en 2018 se puso en marcha un estudio basado en la secuenciación del ARN de dos hembras de pulpo en diferentes etapas de su declive. ¿Pero por qué secuenciaron el ARN en vez del ADN? Básicamente porque no querían saber qué genes tienen, sino qué genes utilizan.

El ARN nos da información sobre los genes que se están 'usando' en cada momento

Todas las células de un animal tienen el mismo ADN. Sin embargo, cada una de ellas usará los genes que necesite para sus necesidades, que además pueden variar en diferentes circunstancias. Esto es lo que se conoce como expresión de los genes

Para usar esos genes la información se debe traducir a proteínas. No obstante, los orgánulos que se encargan de ello, llamados ribosomas, no saben leer la información del ADN. Solo pueden leer el ARN, por lo que las secuencias de ADN que se van a expresar se transcriben a ARN.

Por lo tanto, si secuenciamos el ARN tendremos información sobre los genes que se están utilizando en unas células determinadas, en un momento determinado. En este caso se trataba de las células de la glándula óptica de las hembras de pulpo. Vieron que a medida que estas se acercaban a la muerte aumentaba la actividad en genes que controlan las hormonas sexuales, las hormonas similares a la insulina y el metabolismo del colesterol. 

Ese fue el primer paso de la investigación. No obstante, ahora algunos de aquellos científicos han dado un paso más, al centrarse directamente en las moléculas secretadas en cada caso.

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El papel del colesterol

En los seres humanos se sabe que algunos precursores del colesterol son tóxicos a niveles elevados. Por ese motivo, hay ciertos trastornos genéticos asociados a un aumento en el metabolismo del colesterol que pueden provocar una amplia variedad de síntomas por la acumulación de estas sustancias. Entre ellos se encuentran las autolesiones repetitivas.

Por eso, cuando estos científicos vieron en el estudio el papel del metabolismo del colesterol en la glándula óptica de las hembras de pulpo supieron que podrían estar cerca de la respuesta al misterio de su autodestrucción. 

Algunos precursores del colesterol pueden ser muy tóxicos en cantidades altas

Solo quedaba observar los cambios en las moléculas secretadas por estos animales en diferentes etapas. Ese fue el paso final del estudio que se acaba de publicar y sirvió para ver que, efectivamente, una vez que se han apareado aumentan la secreción de  hormonas sexuales, hormonas similares a la insulina y precursores del colesterol. Esos precursores que resultan tan tóxicos en humanos. 

Hasta ahora la glándula óptica se asociaba solo con vías de señalización sexuales, pero no se conocía este detalle. Hay un poco más de luz sobre el misterio, aunque aún queda contestar a la gran pregunta: ¿Por qué se autodestruyen las hembras de pulpo después de poner sus huevos? Posiblemente algún humano (con suerte no muchos) piense que ya han cumplido su función como hembras. Pero los pulpos son animales muy inteligentes. Seguramente habrá otra explicación. Ahora toca intentar averiguarla.