Una de las peores pesadillas de Uber vuelve a la carga. Sus cuentas pendientes –nunca mejor dicho– con su apartado de pérdidas ha puesto a algunos accionistas en pie de guerra. Según un documento regulatorio, publicado ayer jueves, un nutrido grupo de inversores ha solicitado que la empresa de movilidad haga públicas las actividades de gasto, ya sea directo o indirecto, respecto a lobbys de presión.

Ni que decir tiene que el grupo de accionistas, que sometió a votación esta iniciativa ante la junta, ha perdido la apuesta. Como en anteriores ocasiones –ya que esta no es la primera vez que se somete a escrutinio del accionariado– la iniciativa ha recibido una mayoría de votos negativos. ¿La diferencia con anteriores ocasiones? El resultado comienza a ganar votos en el sector del sí. Y todo apunta que en próximas vueltas habrá una mayoría del sí.

Casi el 45% de los accionistas emitieron un voto a favor de conocer las actividades y gastos de Uber en relación a los lobbys y grupos que velan por sus intereses. Un 15% más que los que votaron a favor el año pasado. Y es que los resultados financieros de Uber para el primer trimestre de 2022 pueden tener la culpa de esta situación. Si bien los beneficios de la tecnológica han mejorado considerablemente –recuperándose de los estragos de la pandemia– llegando a los 6.463 millones de euros siendo el transporte de pasajeros la mayor fuente de ingresos, las pérdidas siguen siendo un problema. 5.592 millones de euros según su cuenta trimestral, culpa de estos dos últimos años de recesión en el sector de la movilidad y de las precarias inversiones que Uber tiene en China.

Con estos resultados, todo apunta a que un nutrido grupo de accionistas está buscando algo de lo que Uber siempre ha pecado: ser comunicativo con sus cuentas y sus actividades. De hecho, hasta su salida a bolsa, los datos financieros de la compañía de movilidad fueron uno de los secretos mejor guardados. Sus inicios en los mercados públicos obligan a publicar las cuentas para el escrutinio público. Pero los accionistas quieren más, y esto apela directamente a la gestión del gasto que tiene la compañía.

El largo historial de Uber

¿Por qué el gasto en lobbys y grupos de presión? Según el texto oficial, estos gastos pueden representar un peligro para los intereses totales de la compañía. Más allá de la cuenta de pérdidas y ganancias, para este grupo de accionistas la financiación de algún grupo de presión puede poner en riesgo la reputación de la empresa si los usuarios –o un grupo numeroso de ellos– considera que no está alineado con las decisiones o acciones de Uber. Dicho de otro modo, que algunos de los grupos toque temas sensibles y afecte a grupos masivos de usuarios y terminen perdiendo cifras masivas de clientes. No es la primera vez que esto ocurre, en los años de Travis Kalanick –cofundador de la compañía– su entrada en la junta de asesores de la campaña presidencial de Donald Trump ya le salió cara a una empresa que tiene una mayoría de conductores inmigrantes.

Concretamente se hace referencia a lobbys relacionados con derechos laborales y de los trabajadores. Es conocido el historial de Uber con su relación con los conductores. Hace algo menos de un año, la tecnológica se enfrentaba al riesgo de tener que contratar a los conductores de sus flotas en California. Una nueva ley que terminó por diluirse pedía el fin de los empleados independientes. Ya en ese momento, Uber dedicó una buena cantidad de millones a predicar en contra de la posible normativa. Concretamente, 30 millones para la Proposición 22. Una que tan granjearse éxito en California quieren expandir por todo Estados Unidos.

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