En varias de las escenas de Bajo el estandarte del cielo, la serie de Disney+ tiene claros hilos en común con el género de terror. Eso a pesar que toda su atmósfera y argumento se enfoca en el suspense y una extrañísima investigación policiaca de un caso de la vida real. Pero la adaptación del libro del 2003 del mismo nombre del escritor Jon Krakauer de 2003 es una rara mezcla de sensaciones.
También de percepciones sobre el bien, el mal y lo misterioso que se interconectan entre sí en la idea del crimen como la oscuridad definitiva. Más allá de eso, la serie explora, de la misma manera que el libro, la concepción sobre los mecanismos que provocan la violencia. Entre una mezcla semejante, Bajo el estandarte del cielo intenta narrar una historia abrumadora desde un punto de vista distante y crudo.
El director y creador David Mackenzie crea una atmósfera irrespirable para mostrar no solo la brutalidad de un asesinato inquietante. También para recorrer la oscuridad interior de sus personajes. El resultado de Bajo el estandarte del cielo es un trayecto ominoso hacia el mal en estado puro. Y no se trata de una idea existencialista, religiosa o moral, aunque la serie toca los tres puntos en diferentes momentos.
Bajo el estandarte del cielo: un asesinato y quienes lo ocultan
El argumento está interesado en la naturaleza brutal del ser humano. En lo que impele, empuja y violenta el tejido de lo cultural y lo social. Con una premisa tan ambiciosa, Bajo el estandarte del cielo juega con la percepción que nada es lo que parece. Y en simultáneo, con la necesidad de narrar secretos inconfensables bajo la condición que todos somos capaces de conocerlos.
Por supuesto, uno de los puntos de mayor interés de una narración semejante, es la idea sobre el recorrido hacia las sombras. El detective Jeb Pyre (Andrew Garfield) representa no solo la dicotomía entre el mundo de la luz y lo que habita más allá. A la vez, hay una conexión inquietante en la forma en que la serie utiliza al personaje para mostrar que lo cotidiano y el horror están separados por finas líneas imperceptibles. Pyre pasa de una escena amorosa con su familia, a recorrer el escenario de un crimen.
Lo hace durante las primeras escenas de la serie y analiza el punto de vista del programa acerca de lo cerca que estamos del horror. ¿Qué separa la vida que consideramos normal de los horrores extremos? ¿Qué hace que ambas cosas terminen por conectarse entre sí? El guionista Dustin Lance Black intenta responder las preguntas a través de una idea perenne de una desgracia en puertas. Una mayor de lo que ya ha ocurrido. Y una peor de la que el espectador puede imaginar ocurrirá.
Los horrores escondidos en lo doméstico
En los siete capítulos de Bajo el estandarte del cielo, la serie cuenta la historia real sobre el asesinato de Brenda Lafferty de 24 años y su hija de 15 meses. Por supuesto, un escenario semejante es de por sí espantoso. Pero además, la historia añade elementos retorcidos sobre lo que rodea a un hecho de semejante naturaleza. Desde la idea de la religión como una frontera entre la locura y la cordura, hasta la sociedad que justifica la violencia. Bajo el estandarte del cielo recorre un largo trecho de horrores disimulados, ocultos y perdonados por una moral hipócrita. El argumento tiene la ambición suficiente para sostener un discurso que confronta la concepción sobre la bondad como un hecho social. Y lo hace, en un intento de no parecer maniquea, sesgada o expresar sus ideas a través de juicios.
Pero quizás, justo por su ambición, que Bajo el estandarte del cielo tiene algo de inacabado o incluso, de no lograr abarcar a profundidad los temas que plantea. En especial, lo referente a la idea de la religión como mordaza o mejor dicho, como espacio de amenaza. La serie cuestiona el valor de la fe supeditada a los intereses personales y colectivos, además de la idea del dogma como justificación a la violencia. Pero no logra enlazar ideas tan disímiles, a través de una mirada profunda con la concepción sobre lo terrorífico. A pesar de la estupenda actuación de Garfield — que crea un personaje angustiado, atormentado y brillante que sorprende — el programa flaquea en su propuesta. Y lo hace, al ser incapaz de plantear la percepción sobre la forma en que el asesinato, la crueldad y el poder, son una mezcla que se esconde bajo capas de significado.
Eso a pesar de que Bajo el estandarte del cielo se niega a la morbosidad explícita, para narrar desde un punto de vista distante. Por supuesto, al estar basado en un hecho de la vida real, la serie necesita profundizar y conectar puntos para ficcionar un suceso notorio. Lo logra cuando el argumento encaja las piezas de información en un rompecabezas bien construido que sorprende por su habilidad. Pero en más ocasiones de las necesarias, la serie deja espacios en blanco y asume que la información es evidente como para narrar a detalle sucesos específicos.
Todos los secretos bajo el silencio
El programa toma del libro de Krakauer el mismo sentido de lo meticuloso al tratar de sostener un discurso sobre la violencia, la religión y la moral. Pero ya sea por su necesidad de no tomar partido moral o por blanduras de guion, Bajo el estandarte del cielo pierde con facilidad la solidez. Lo hace, mientras los detalles cada vez más dolorosos sobre la muerte de Brenda y su hija resultan más aterradores. Y en especial, al usar el manido recurso de varias líneas de tiempo para narrar dos hechos a la vez.
Por un lado, la búsqueda de un culpable en medio de todo tipo de obstáculo. Al otro, la que envuelve y sostiene la narración sobre la vida de Brenda y lo que presumiblemente, la llevó a la muerte. La mezcla entre ambas, crea una confusa versión sobre un escenario gradual que conduce a una tragedia. No obstante, la premisa no llega a su punto más alto o al menos, tiene dificultades para narrarlo con soltura.
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Bajo el estandarte del cielo no intenta competir con los true crime que se han convertido en un género por derecho propio. Pero lo hace incluso de manera involuntaria. El resultado es un caso temible, contado de manera sobria pero que tiene algo de incompleto.