Los antojos del embarazo son algo tan común como rodeado de falsos mitos. Que si los antojos sin satisfacer quedarán marcados a modo de mancha en la piel del bebé, que si los hijos heredan los antojos que tuvieron sus madres durante el embarazo… Hay todo tipo de ideas erróneas sobre ellos. Sin embargo, la ciencia real sobre las causas de estos deseos desmesurados por un tipo concreto de comida no se ha estudiado tanto. Sí que hay algunas investigaciones, pero siguen quedando muchas preguntas abiertas. Preguntas que ahora tienen nuevas respuestas gracias a un equipo de científicos del Institut d’Investigacions Biomèdiques August Pi i Sunyer (IDIBAPS) de Barcelona cuyo trabajo se acaba de publicar en Nature Metabolism.

Su investigación se centra en dos cuestiones. Por un lado, detectan el interruptor de los antojos del embarazo en el cerebro. Es decir, han conseguido encontrar qué regiones cerebrales sufren cambios durante la gestación que se relacionan con estos patrones alimentarios tan marcados. Lo han hecho en ratones, pero creen que puede ser fácilmente extrapolable a humanos, pues los circuitos neuronales en estos aspectos son bastante parecidos.

Por otro lado, han detectado qué cambios se producen en la descendencia de las ratonas cuyos antojos del embarazo fueron satisfechos. Todo esto es importante, pues a veces esos antojos suponen una peor alimentación en las embarazadas, que puede tener consecuencias a largo plazo sobre sus hijos. Si se detecta en qué parte del cerebro surgen estos deseos, se puede intentar apagarlos, con el fin de evitar esos efectos. Aún queda mucho para poder extrapolarlo a humanas, pero sus resultados animan a hacerlo.

El origen de los antojos del embarazo

Los autores de este estudio midieron la actividad cerebral de ratonas que experimentaban antojos en el embarazo.

Así, observaron que se habían producido numerosos cambios en su cerebro, muchos de ellos asociados a la vía mesolímbica. Esto quiere decir que se había producido una especie de cableado nuevo en los sistemas de recompensa. 

Los antojos del embarazo están relacionados con los sistemas de recompensa, que se asocian también con las adicciones

Estos sistemas son aquellos responsables de que determinados hábitos nos generen placer. Desde el sexo hasta el chocolate, pasando por todo tipo de drogas. En principio este sistema cerebral nos ha traído ventajas evolutivas como especie. Básicamente, si sentimos placer con el sexo lo realizaremos más veces y eso es algo necesario, pues sin sexo se extinguirían las especies. El consumo de un chuletón produce un gran placer, porque tiene un alto contenido de calorías. Esto supone muchísima energía que a nuestros antepasados les vendría muy bien para huir de depredadores o realizar sus tareas diarias. 

El problema es que sobre esos sistemas actúan también sustancias que no nos aportan ningún beneficio, como la cocaína, por ejemplo. Otras veces las sustancias o hábitos en un inicio inocuos dejan de generar efecto, por lo que se necesita cada vez más para conseguir ese ansiado placer. Así nacen las adicciones. Ahora bien, ¿qué tiene que ver todo esto con los antojos del embarazo?

Básicamente, parece que ciertos estímulos se vinculan muy fuertemente a los sistemas de recompensa. Como si se tratase de una adicción pasajera que solo dura los 9 meses de gestación.

Estos científicos lo vieron porque se estaban generando niveles más altos de dopamina y había una mayor actividad en el receptor D2R del núcleo accumbens. La dopamina es el neurotransmisor que se vincula con esa intensa situación de placer. Estos efectos se producen por su acción en el núcleo accumbens, que se considera el centro de control de los sistemas de recompensa.

Efectos en la descendencia

La segunda parte de este estudio consistió en analizar cómo afecta a la descendencia la satisfacción de los antojos del embarazo.

Por eso, tomaron ratonas a las que se dio una alimentación normal durante la gestación y otras a las que sí se les consintieron sus deseos. Una vez que tuvieron a las crías, se realizó un seguimiento sobre estas y se comprobó que las del segundo grupo tenían modificaciones tanto a nivel metabólico como en sus circuitos neuronales.

En la descendencia de las ratonas cuyos antojos se satisficieron se produjeron cambios metabólicos y neuronales

Creen que en humanos esto podría llevar a que los hijos de estas embarazadas tengan una mayor probabilidad de desarrollar trastornos alimentarios, obesidad o ansiedad, entre otros problemas. Pero no por el simple hecho de que sus madres quisieran comer lo mismo incesantemente, sino porque generalmente los antojos no dan por comer lechuga. Suelen ser alimentos muy grasos o muy azucarados. Básicamente porque los sistemas de recompensa, de nuevo, estarían potenciando un alto aporte de energía, pero con algunas lagunas en su funcionamiento.

Por eso, estos científicos apuestan por cuidar la dieta de las gestantes, para que los antojos del embarazo no se conviertan en un problema. A largo plazo se podría buscar la forma de apagar ese interruptor cerebral que han detectado para que directamente no haya antojos. Pero, hasta que eso sea posible, bastaría con satisfacerlos solo de vez en cuando, pero sin que esos alimentos que tanto desean desplacen de su dieta a otros más saludables. Desde aquí podemos prometer y prometemos que al bebé no le saldrá una mancha de nacimiento con forma de croissant de chocolate. 

Recibe cada mañana nuestra newsletter. Una guía para entender lo que importa en relación con la tecnología, la ciencia y la cultura digital.

Procesando...
¡Listo! Ya estás suscrito

También en Hipertextual: