Netflix no pasa por sus mejores momentos. Tras anunciar en sus últimos resultados trimestrales la pérdida por primera vez en diez años (apenas 200.000 de sus más de 200 millones, pero muy simbólicos) sus acciones se han desplomado un 30% en bolsa en solo esta semana.

Las reacciones han sido muchas en estos días, empezando por la propia compañía, que ha anunciado que estudiará un plan con publicidad —algo insólito y que había negado varias veces— y que se pondrá de verdad firme con la persecución de las cuentas compartidas, extendiendo seguramente un modelo por el cual haya que pagar un pequeño extra por ceder nuestra contraseña a otro usuario fuera de nuestro hogar. Aquí te explicamos más sobre esto.

Las reacciones externas también han surgido, desde luego, y en muchos casos con tonos apocalípticos para el servicio de streaming. Si bien su economía siempre se ha basado en gastar e invertir mucho dinero para crear producciones y seguir creciendo, también da la impresión que había mucha gente esperando ver las cosquillas al gigante rojo. Solo el tiempo dirá qué pasa a futuro y si el golpe es tan duro o si se compensa con su expansión internacional. De momento, Netflix prevé 2 millones de bajas mas para el próximo trimestre.

Lo cierto es que Nefllix, como todas las empresas, ha pasado por momentos mejores y peores, incluyendo uno en el que estuvo cerca de la bancarrota. Así lo cuenta el co-fundador de Netflix Marc Randolph en su libro Eso nunca funcionará: El nacimiento de Netflix y el poder de las grandes ideas, una situación que estuvo a un paso de acabar con la empresa siendo comprada por Blockbuster a comienzos de los 2000 , la enorme cadena de videoclubs que después caería en bancarrota.

Pero esa, no fue la única ocasión.

Qwikster: la otra vez en las que las acciones de Netflix se desplomaron

Nos retrotraemos a 2011, cuando Netflix aún era casi más una empresa que mandar DVDs por correo que una basada en contenidos en streaming. En ese momento Netflix llevaba tres años experimentando con el streaming y su entonces y ahora aún CEO, Reed Hastings, sabía que era el futuro. Con el vídeo en streaming, Netflix podría llevar las películas y la televisión a todo el mundo, como empezó a hacer en 2010 en Canadá, el primer país en el que entró Netflix fuera de Estados Unidos.

Sin embargo, Hastings se equivocó (o al menos así lo interpretaron sus accionistas) cuando anunció abruptamente en julio de 2011, en contra de toda recomendación, que Netflix dividiría sus negocios de alquiler de DVD y streaming.

En lugar de pagar 10 dólares al mes por el alquiler de DVD y el streaming ilimitado, los clientes que quisieran ambos servicios tendrían que pagar dos paquetes diferentes, cada uno a partir de 7,99 dólares, o 15,99 dólares por ambos. “Con este cambio, Netflix dejará de ofrecer planes ilimitados que incluyan tanto el streaming como los DVD por correo”, anunció sin miramientos Netflix en un comunicado.

Al principio, las acciones subieron a un máximo histórico en ese momento de 42 dólares, con los inversores atraídos por los ingresos adicionales por suscriptor que la medida podría producir. Pero las acciones no volverían a alcanzar ese nivel durante más de dos años. Los suscriptores no tardaron en expresar su descontento por el hecho de que los alquileres de DVD -entonces el mayor negocio- se desgajaran de la comodidad del streaming a la carta. El doble plan supuso una subida de precios del 60%.

“He metido la pata”… Qwikster, el intento de partir Netflix en dos

Después de dos meses, durante los cuales las acciones de Netflix perdieron la mitad de su valor, Hastings abordó el tema en una entrada en el blog de la empresa en la que se disculpaba por la forma en que se anunció la estrategia, y luego redobló los planes. Aquel comunicado empezaba así:

He metido la pata. Les debo una explicación a todos.

Los comentarios de los últimos dos meses dejan claro que muchos miembros consideraron que habíamos faltado al respeto y a la humildad en la forma en que anunciamos la separación del DVD y el streaming, así como los cambios de precios. Esa no era nuestra intención, y ofrezco mis más sinceras disculpas.

Nos hemos dado cuenta de que el streaming y el DVD por correo se están convirtiendo en dos negocios muy distintos, con estructuras de costes muy diferentes, beneficios distintos que deben comercializarse de forma diferente, y tenemos que dejar que cada uno crezca y funcione de forma independiente. Me resulta difícil escribir esto después de más de 10 años enviando DVD por correo con orgullo, pero creemos que es necesario y lo mejor: En unas semanas, cambiaremos el nombre de nuestro servicio de DVD por correo a “Qwikster”.

Reed Hastings, CEO de Netflix. 2011

Y así nació el segundo error: el nacimiento de una nueva marca, Qwikster, que duraría muy poco.

Las credenciales de acceso al sitio, la facturación, las calificaciones y las reseñas no se integrarán en las del servicio de streaming, añade el comunicado. Así, si un cliente con ambos servicios necesita cambiar su información de facturación o de contacto, tendrá que hacerlo en dos sitios. Y sus valoraciones y comentarios en Qwikster no aparecerían en Netflix, y viceversa.

Todos estos errores costaron a Netflix más de 800.000 suscriptores en ese momento y sus acciones cayeron más de un 50%

La medida no sirvió para calmar a los clientes y Netflix canceló los planes del servicio menos de un mes después, dejando los planes de DVD y de streaming por separado. “Hay una diferencia entre moverse rápidamente -lo que Netflix ha hecho muy bien durante años- y moverse demasiado rápido, que es lo que hicimos en este caso”, dijo Hastings en un comunicado posterior. Todo este calvario le costó a la compañía unos 800.000 suscriptores en EE.UU. en el tercer trimestre de 2011, su primer descenso en años. Durante los años siguientes, las subidas de tarifas previstas pusieron nerviosos a los inversores.

Al final, Netflix aprendió de este error de juventud y se volvió más inteligente a la hora de subir los precios y planear cambios bruscos… Al menos hasta ahora, donde de nuevo una pérdida de suscriptores puede obligarle a tomar medidas incómodas.