La Agencia Estatal de Ucrania para la gestión de zonas de exclusión ha alertado que las tropas rusas han destruido un laboratorio destinado a garantizar la seguridad en Chernobyl. Estas instalaciones se crearon en 2015 con el objetivo de mantener controlados los residuos radiactivos y minimizar las consecuencias todavía presentes del desastre nuclear de 1986. Si a esto le sumamos los cortes del suministro eléctrico de las últimas semanas, es innegable que la central nuclear está pasando por un momento muy peligroso como consecuencia de la guerra de Ucrania.
También suponía un gran riesgo el cansancio de un personal exhausto tras casi un mes de invasión. No obstante, el pasado fin de semana, parte de estos trabajadores pudieron rotar por fin. Ni los guardias de seguridad ni 13 miembros del cuerpo técnico aceptaron el cambio. Prefirieron quedarse en Chernobyl, en un gesto que sin duda les honra.
Pero, aunque ellos intenten seguir velando por la central nuclear, lo cierto es que esta se encuentra en unas condiciones preocupantes. No solo para Ucrania. Por todo esto, la Agencia Internacional de Energía Atómica ya se ha ofrecido a enviar a una delegación a analizar la situación. Sin embargo, para ello debe abrirse un corredor de seguridad hacia Chernobyl. Algo para lo que, de momento, no parece estar dispuesta Rusia.
La misión del laboratorio destruido de Chernobyl
En los siete años que ha estado en funcionamiento, el laboratorio ahora destruido ha velado por la seguridad de Chernobyl de diferentes maneras.
Para empezar, sus trabajadores caracterizaban las muestras de desechos radiactivos de la zona de exclusión de la central nuclear. Por otro lado, daban asistencia analítica para verificar que el estado de los embalajes de los residuos climatizados se ajustaba a las especificaciones.
También se han estado encargando de desarrollar técnicas para la implementación de control y normalización, así como prestando servicios analíticos en cuestiones de examen de seguridad nuclear y radiológica estatal. Además, entre sus misiones estaba revisar las condiciones de concesión de licencias en la realización de actividades en el campo del tratamiento de residuos. Y todo eso sin olvidar el apoyo consultivo de las autoridades de gestión estatal en los temas de la implementación del concepto de desarrollo de la zona de exclusión y el apoyo experto analítico y metódico a los participantes en el proceso de manipulación de residuos radiactivos.
¿Y ahora qué?
Sin este laboratorio, el riesgo de accidentes en la zona de exclusión de Chernobyl es mucho mayor. Además, esta es una zona con mucha vegetación en la que son frecuentes los incendios forestales. Para evitarlos o atajarlos cuanto antes existe una estación de bomberos en la zona. Sin embargo, actualmente esta no cuenta con electricidad, por lo que obtienen energía a partir de generadores. Los cortes eléctricos, de hecho, han sido una constante en las últimas semanas. Si uno de estos cortes fuese demasiado largo, se podría poner en peligro el proceso de enfriamiento del combustible nuclear que evita que haya escapes radiactivos peligrosos.
Por todo esto, Ucrania-y el resto del mundo- mira con la respiración contenida hacia Chernobyl. Incluso se han disparado en todo el mundo las ventas de yodo, a pesar de que el que se vende en las farmacias no serviría de nada en un desastre nuclear.
Y es que desde el desastre nuclear de 1986 se han puesto en marcha muchísimas medidas para evitar que vuelva a suceder algo similar. Pero con lo único que no contaban era con tener que mantenerse en marcha durante una invasión extranjera. Nadie debería tener que contar nunca con buscar el modo de sobrevivir a algo así.