A partir de este lunes, Instagram se encuentra oficialmente bloqueado en Rusia. En realidad, ya el viernes se había conocido que el Roskomnadzor, el ente regulador de medios y comunicaciones del Kremlin, le había bajado el pulgar a la red social perteneciente a Meta (Facebook). Sin embargo, les dieron 48 horas de gracia a los usuarios para que puedan seguir utilizándola antes de imponer la restricción formal.

La censura a Instagram deja al pueblo ruso sin acceso directo a las tres redes sociales más importantes del mundo. Es que tanto Facebook como Twitter ya habían corrido la misma suerte en semanas anteriores, a medida que crecían los mensajes contra la guerra de Ucrania y Vladimir Putin.

Pero es probable que ninguno de los bloqueos se sienta tanto en Rusia como el de Instagram. Esto se debe a que la plataforma gozaba de una muy importante popularidad en este país; según Statista, la base de usuarios rusos se encontraba en 56,5 millones en 2021, con una proyección de llevarla por encima de los 76 millones para 2025.

Para Adam Mosseri, el jefe de la red social, las estimaciones eran aún más importantes. El último viernes, el directivo publicó en Twitter que el bloqueo a Instagram afectaría a unos 80 millones en Rusia, "separándolos entre sí y del resto del mundo". Y en la última parte de esa frase radica un punto clave para entender por qué la determinación del gobierno de Putin es tan grave: aproximadamente el 80% de los usuarios rusos seguían al menos una cuenta de otro país.

Al cortar el acceso a la red social, Rusia está cerrando la puerta que permitía al público enterarse de lo que ocurría fuera de su país, sin censura, u obtener una mirada diferente a la de los medios de comunicación oficiales al tratar problemáticas locales. Y si bien es probable que se puedan evadir las restricciones usando una VPN o la red de Tor, esos pasos extra pueden ser un incordio para la mayoría.

Un problema que no se limita a los 'influencers'

Instagram | Rusia
Foto por Katka Pavlickova en Unsplash

Al hablar de Rusia e Instagram, es inevitable pensar en los influencers. Al fin y al cabo, como sucede en la gran mayoría de los países, muchos creadores de contenido utilizaban sus cuentas en la plataforma para promocionarse y ganar dinero. Un reciente informe de The Washington Post pone el foco sobre este tema y sobre cómo aquellos que han amasado millones de seguidores en la plataforma a lo largo de los años, los han perdido de la noche a la mañana, literalmente.

Algunos han optado por trasladar su actividad en línea a Telegram; otros se han inclinado por VK, la red social controlada por el gobierno ruso. Pero lo cierto es que los influencers representan una pequeña parte de los perjudicados por el corte al acceso a Instagram en territorio ruso. El mencionado artículo también hace hincapié en los negocios pequeños y medianos que pierden una plataforma fundamental para interactuar con sus clientes; lo mismo ocurre con las organizaciones de beneficencia que la utilizaban para promocionar sus campañas y recolectar dinero.

Y tampoco hay que olvidarse de los activistas. Aquellos que alzaron su voz contra la guerra de Ucrania y el accionar del Kremlin también se han visto afectados por esta situación. Algunos de los casos más notorios son los de la presentadora de TV y periodista Ksenia Sobchak, cuya cuenta tenía 9 millones de seguidores, y Anastasiya Ivleyeva, actriz y figura pública con casi 19 millones de followers.

Rusia necesita de Instagram, y viceversa

Instagram | Rusia
Photo by Souvik Banerjee on Unsplash

Veamos las estadísticas. Actualmente Rusia tiene poco más de 146 millones de habitantes, de los cuales poco menos de 60 millones disponían de cuentas de Instagram. Esto significa que casi el 40% de la población tenía presencia en la red social, al menos hasta que se hizo efectivo el bloqueo. Sin dudas esto ratifica la importancia que la plataforma había logrado entre el público.

Por años, cada vez que Rusia e Instagram compartían una noticia era por los "niños ricos" que ostentaban su estilo de vida en sus publicaciones. Claramente, eso no era un reflejo fiel de la realidad del común de los usuarios en ese país; pero sí permitía que los medios de comunicación internacionales hicieran una explotación barata a partir del morbo y las excentricidades.

Sin Instagram, el público ruso pierde una fuente trascendental de información y contenido. Sin Rusia, la red social pierde a su principal mercado europeo en cuanto a cantidad de usuarios. Hoy es imposible saber qué deparará el futuro al bloqueo a las redes sociales más importantes del mundo; no obstante, parece improbable que la relación entre el Kremlin y las principales compañías estadounidenses mejore en el corto plazo, al menos bajo las condiciones sociopolíticas actuales.

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